Pasaba por la calle Arica y al pie de la Iglesia Matriz me encontré con Jorge Barreyro Silva con quien siempre teníamos diálogos de amigos:
- ¿Y Jorge, qué haces?
- Nada ¿Y tú Jorge?
- Tampoco nada, vamos entonces al Rolando’s Bar, acá en la otra cuadra.
- Vamos.
Eran a las 8 de la noche cuando entramos al bar y tomamos varias cervezas; a las 11 pm Jorge Barreyro se dio una palmada en la frente y dijo:
- Pucha Jorge, a las 9 y media tenía que recoger a Carmen en el Artesanal y ahora debe estar rabiando. Ya sé, compramos un pollo a la brasa y vamos a la casa. Pucha Jorge ojalá que no sea grave.
Llegamos a su casa en la Tambo y, efectivamente, su esposa Carmen estaba que echaba chispas, pero Jorge Barreyro, zalamero, le dijo:
- Pero Carmencita, si te hemos estado buscando, hemos estado dando vuelta y más vuelta por la Plaza de Armas y tanto dar vuelta nos hemos mareado.