En 1954, estudiaba el 4º Año de Primaria en la Escuela Urbana Prevocacional de Iquitos, Departamento de Loreto, Perú. Entonces las clases eran de lunes a sábado. De lunes a viernes teníamos clases de 8:00 am a 12:00 m y de 3:00 pm a 5:00 pm. Los días sábados estudiábamos de 8:00 a 12:m. Solamente medio día.
Esto significa que todos los días de la semana teníamos Formación por Secciones en el Patio Central, cantábamos el Himno Nacional, y si correspondía a un día del Calendario Cívico Patriótico Escolar, había una proclama o una actuación breve, generalmente una poesía recitada por un alumno, que por casualidad era yo, que me ofrecía para todas las fechas. Esto solamente significa que además de estudiar las clases debía buscar en los libros que nunca faltaron en mi casa, una poesía alusiva a la celebración y aprenderla para recitarla en la actuación. Jamás se me cruzó por la mente que estaba sobrecargándome de labores porque se me hacía muy fácil: Mis padres me tomaban la recitación y me daban consejos sobre la acción de las manos.
Lo curioso era que los seis días de la semana cantábamos el Himno Nacional y cada día cantábamos una estrofa, en orden: El lunes la primera estrofa, el martes la segunda estrofa, etc. Es decir que sabíamos de memoria las seis estrofas de nuestro Himno y jamás lo considerábamos algo extraordinario sino el aspecto más común de nuestra vida.
Desde hace ya mucho las autoridades de nuestro país están en dimes y diretes tratando de cambiar nuestra idiosincrasia. Deben ser personas que jamás pusieron el pecho para enfrentar al enemigo. Los loretanos vivíamos pendientes de los conflictos con Colombia y Ecuador y todos, sicológicamente, nos preparamos para defender a la Patria en una guerra que “de todas maneras iba a venir”. Mi padre es Excombatiente en los Conflictos de 1933 con Colombia y de 1941 con Ecuador, es decir somos partes de esa generación que vivió la guerra. Yo mismo soy Licenciado por tiempo cumplido en el Ejército con el Grado de Sargento Segundo. La estrofa que se cantaba en toda ceremonia patriótica es la Segunda:
Coro
Somos libres, seámoslo siempre
y antes niegue sus luces el sol,
que faltemos al voto solemne
que la patria al Eterno elevó.
Estrofa I
Largo tiempo el peruano oprimido
La ominosa cadena arrastró;
Condenado a una cruel servidumbre
largo tiempo en silencio gimió.
Mas apenas el grito sagrado
¡Libertad! en sus costas se oyó,
la indolencia de esclavo sacude,
la humillada cerviz levantó.
En la Secundaria, en la Gran Unidad Escolar “Mariscal Oscar R. Benavides” de Iquitos, tocaba en la Banda de músicos. Todos los días, de lunes a sábado se izaba la Bandera a tope en el asta, a los compases de la Marcha de Banderas y el Himno Nacional. Se cantaba la segunda estrofa ya señalada. Luego procedíamos a desfilar rumbo a nuestros salones.
Cuando somos pequeños lo llamamos “El somos libres”. Es decir que estamos identificados desde nuestra más tierna infancia con el Himno que nos hace vibrar y nos hace sentir que somos peruanos aunque estemos lejos de las autoridades del Gobierno Central que poco o nada se preocupan de nosotros.
Pero los gobernantes piensan que por decreto pueden cambiar la mente, el corazón y los sentimientos de los peruanos. Somos patriotas y déjennos cantar nuestro Himno como nosotros lo sentimos y vayan ustedes a “freír monos en sartén de palo”. Modismo loretano que dice a las claras: dejen de molestar y aprendan a hacer su trabajo que para eso les pagamos su sueldo, aunque nada bueno sepan hacer.
Nuestro Himno es de nosotros.
¡VIVA EL PERÚ!