PECOS BILL

            Era yo un adolescente cuando vimos en el cine una curiosa película en cortometraje de Walt Disney, mezcla de personas y dibujos animados, denominada “Por qué aúllan los coyotes”.

            Roy Rogers canta a un grupo de niños y ante la pregunta de una niña:

  • ¿Por qué aúllan los coyotes?

            Ciertamente el aullido de los coyotes en noches oscuras da miedo y surgen las supersticiones, pero Roy Rogers para responderle le cuenta la “Historia de Pecos Bill”. Así da comienzo a una historia en dibujos animados que es una verdadera delicia.

            Es fácil encontrar en Youtube las canciones y videos de esta secuencia:

  • Pecos Bill – Cantada por Luis Aguilé, en español
  • The Ballad of Pecos Bill – Cantada por Roy Rogers y los Hijos de los Pioneros, en inglés.

            Pero la película que vi cuando era joven no lo encontraba hasta que di con el original, pero resulta que la historia forma parte del largo metraje “Ritmo y Melodía”. Confieso que jamás había visto esta película.

            Ritmo y Melodía (Melody Time) es un largo metraje animado de 1948 y consta de 7 cortos siendo La Historia de Pecos Bill la última. Actualmente se puede ver en el canal Disney+ y puede hacer la delicia de los melómanos pues son cortos muy divertidos. Los segmentos indicados son:

  • Juventud enamorada (Once Upon a Wintertime). Presenta a una joven pareja deslizándose en un trineo por un paisaje invernal típico y practicando patinaje sobre hielo.
  • El abejorro (Bumble Boogie). Se trata de una aventura surrealista de una abeja que trata de escapar de un frenesí visual y musical.
  • La leyenda de Juanito Manzanas (The Legend of Johnny Appleseed). Cuenta la historia de Juanito Manzanas.
  • Aventura en alta mar (Little Toot). Secuencia protagonizada por Silbatín (Little Toot) que es un barquito remolcador de Nueva York, quien se mete en problemas y causa algunos desórdenes. Sin embargo, gracias a su valentía salva a un barco de naufragar en medio de una espantosa tormenta.
  • Árboles (Trees). Los cantantes interpretan un poema del estadounidense Joyce Kilmer, cuyo tema son los árboles.
  • Échale la culpa a la samba (Blame It On The Samba). Cuenta el aprendizaje del Pato Donald y José Carioca de la samba enseñada por Aracuano, acompañado en el órgano por Ethel Smith.
  • Roy Rogers y la historia de Pecos Bill (Roy Rogers and the Sons of the Pioneers and Pecos Bill). Después de cantar Blue Shadow cuentan  a los niños cómo el legendario Pecos Bill, nació, creció y se enamoró locamente de Dulce Sue.

            En Youtube encontré el corto (1948) Pecos Bill – Fragmento completo de Ritmo y Melodía. Pero realmente falta el inicio de la película que vi cuando era adolescente y esos personajes si aparecen al finalizar el corto, pero la Historia de Pecos Bill sí está completa. Algo es algo.

            Para los amantes del buen cine y quienes desean hacer pasar a sus pequeños un buen momento de alegría, música y color, es una buena oportunidad.

            Los temas mencionados líneas arriba  incluyen el video de la Historia de Pecos Bill adulto y antes de conocer a Dulce Sue.

            Acerca de este héroe hay incluso un apéndice relativo: Un cuento – El mito de Pecos Bill (Tall Tale – The Unbelievable Adventures of Pecos Bill). Una película norteamericana de 1995, dirigida por Jeremiah S. Chechik donde aparecen figuras legendarias del Lejano Oeste como Pecos Bill, Paul Bunyan, John Henry y Calamity Jane, quienes ayudan a un niño a enfrentarse a una poderosa empresa inmobiliaria para defender su rancho con su lema El Código del Oeste.

            Las películas de Disney son siempre extraordinarias y nos llenan de alegría y emoción.

CAMINO DEL SUR

            Corría el año de 1985 cuando pasamos a vivir en nuestra nueva casa en Pueblo libre. Por primera vez teníamos cochera propia, lo cual constituye un verdadero dolor de cabeza para los propietarios de vehículos cuando se debe uno sujetar a los caprichos de los dueños de las cocheras: Que solamente hasta las 11 pm se puede ingresar, que como se llena la cochera se tiene que dejar las llaves en la cochera, que sacar el carro en la mañana te consume una cantidad increíble de tiempo porque el administrador de la cochera debe hacer malabares para sacar tu vehículo, etc.

            Yo salía de trabajar a las 11 de la noche y por esta razón muchas veces tuve que dejar mi carro nuevo en una calle, custodiado por dos hermanos armados con sendos garrotes que vigilaban esa cuadra. Es decir que además de pagar la mensualidad de la cochera debía pagar la guardianía en la calle.

            Como dejas las llaves en la cochera, no sería raro que el cochero alquile tu carro para que hagan taxi.

            Pero vivir en Pueblo Libre significaba la verdadera libertad al tener cochera propia, amén de casa de dos pisos y tres dormitorios. Una vivienda magnífica.

            Es así que cuando salía de mi casa rumbo al trabajo a las 6:15 am para llegar a las 6:45 am para entrar a la Guardia a las 7:00 am en punto, iba escuchando la radio.

            Mi carro era Station Wagon Datsun Modelo Ejecutivo, es decir, que tenía asientos de cuero, cinturones de seguridad, cabezales y, sobre todo, radio estéreo AM y FM marca National, la más afamada en aquel entonces. Un equipo de radio casetera magnífico.

            Mi radio estaba seleccionada en Radio Panamericana, la cual todas las mañanas ponía un tema que me agradaba sobremanera: Camino del Sur, por Los Chicos de la Bahía.

            Los Chicos de la Bahía era un cuarteto formado por cuatro hermanos españoles, de Gandia, Valencia y su tema más emblemático era, precisamente Camino del Sur.

            Escucharlos una y otra vez este tema tenía sobre mí un efecto relajante y entonces estaba listo para enfrentar las situaciones del trabajo con sus más y sus menos.

            Empieza con una tonada suave, un monólogo:

“Si yo tuviera el alma de plástico

Si yo quisiera ser un robot

Si yo no fuera un loco romántico

Si yo…”

            Luego siguen el resto de los hermanos y logran el efecto deseado: querer seguir escuchándoles una y otra vez. Era increíble, pero lo disfrutaba; era como escuchar a Bach o Beethoven por su efecto relajante y tenía el mismo alcance.

            Una buena radio, una buena emisora y una buena música ¿Para qué más?

            Era un verdadero nirvana viajar hacia mi trabajo en las mejores condiciones en un carro magnífico que jamás me dio problemas y nunca tuve que hacerle bajada de motor.

            Este tema, además, forma parte de mi corto Playlist que escucho por las noches en YouTube en mi cama. Como ya saben, soy sordo, pero mi Doctora me ha dicho que no tengo hipoacusia sino problemas de discriminación y mis oídos confunden y no llegan a captar las palabras porque el nervio auditivo está dañado. Pero con audífonos soy una fiera y, casualmente, escucho la televisión con audífonos a todo el volumen que quiero sin interferir con nadie. Así es fácil alcanzar la felicidad pues mi amada esposa que mora en el Cielo está siempre conmigo y el Playlist es de ambos, disfrutamos la misma música.

LA COTA

            Cota es el modismo familiar con el que en Loreto llamamos a Clotilde.

            La Cota es una señora ya mayor que, sin embargo, era la sobrina de mi suegra Natividad Rivera Pérez, o sea que era la prima de mi amada esposa Maria Judith Alva Rivera.

            Ignoro cuales sean sus apellidos pero se había casado con un sobrino de mi suegra. Hace tiempo se habían separado y ella decía que se habían divorciado. Y el esposo había fallecido.

            El yerno de La Cota era de la PIP y rebuscó en los archivos y encontró que nunca se habían divorciado, de manera que tramitó la pensión de viudez, con lo cual ellos se libraron de tener que cuidarla y ella se dio la gran vida.

            Continuamente venía a la casa de mi suegra y entraba como un huracán aullando Nati (Natividad). Mis pequeñas mellizas ya se habían habituado a ver a su tía Cota vestida estrambóticamente, con vestidos de colorines y un bolso colgado a la bandolera del hombro y muy bien maquillada.

            Un día la encontré en la calle y presta me dijo:

  • Estoy yendo a la Misa.
  • ¿?
  • La Misa de los periodistas que mataron en Uchuraccay ¿No supiste?
  • No. Anda pues a la Misa.

            El 26 de enero de 1983, ocho periodistasfueron asesinados en el poblado de Uchuraccay, en la sierra del Perú, cuando investigaban las matanzas cometidas por Sendero Luminoso.

            Cuando llegábamos de vacaciones a Iquitos, procurábamos desconectarnos del mundanal ruido para que fueran unas vacaciones realmente reparadoras y por eso no nos habíamos enterado. A todos nos hacía mucho bien el descanso.

            Cuando regresamos La Cota nos dio una carta para su hija, la esposa del PIP. Ellos vivían por donde queda la Facultad de Medicina Veterinaria de la UNMSM en San Borja. Entregamos la carta y los frutos amazónicos que nos dio su mamá.

            Pero nos dimos cuenta que ella, la hija de La Cota, hablaba en voz baja. Dijo que su marido estaba durmiendo la siesta y nos va a dar un poco de azúcar. Eran tiempos de escasez y no era fácil conseguir azúcar. Pero quienes decomisan los productos que tienen los acaparadores, se lo llevan a su casa.

            Su esposo le había dicho que no haga ver que tienen azúcar. Nos dio 5 kilos de azúcar. Nos sentíamos increíblemente ricos. Y todo gracias a la tía Cota y su singular manera de ser.

            Para nuestras hijas ella siempre será su “Tía Cota”, grandiosa y estrafalaria.

LA PAISANITA

            Doña Martina, una dulce anciana que venía todas las mañanas a nuestro restaurante en Iquitos. Le servían un café con leche y un pan con mantequilla. Nunca le cobraban.

            La señora Martina había nacido en Rioja, del departamento de San Martín, era, por consiguiente paisana y amiga de mi abuelita Luisa Chávez, madre de mi mamá.

            Nuestro restaurante quedaba en la primera cuadra de la calle Ricardo Palma, a pocos pasos del Malecón Tarapacá, cuya continuación hacia el norte es la calle San Martín.

            Solamente nos referíamos a ella como La paisanita, era, pues, la paisana de todos nosotros y le gustaba conversar.

            Luego de terminar su sencillo desayuno se dirigía a algún comensal, bien vestido y se ponía a conversar. Le contaba historias hasta que la persona en cuestión, comprendiendo un poco la situación le entregaba un billete de 5 soles o de 1 libra (10 soles), con lo cual la paisanita se marchaba satisfecha hacia su casa. Vivía en la cuadra 3 de la calle Ramírez Hurtado.

            Esta operación lo hacía todos los días, solamente en el desayuno. En cierta oportunidad, el joven elegido, quizás sin entender del todo cómo era el asunto, intentó darle una moneda de 1 sol. Ella, al punto, le dijo:

  • Todavía no pido limosna, joven.

            Y se marchó muy digna y sin otorgarle una mirada de despedida. El joven me miró y con señas del cuerpo me preguntó qué había hecho mal. Le expliqué:

  • A ella suelen darle un billete de 5 soles o 1 libra. Nunca acepta menos.

            El joven quedó un tanto abochornado. Pero no era doña Martina, la paisanita, la única persona que atendíamos de manera especial. Mis padres eran, en verdad caritativos y buenos cristianos.

            Un señor de apellido Calle, venía a almorzar. Únicamente nos referíamos a él como el señor Calle. Era pintor de brocha gorda.

            De pronto, un día, mi papá nos dijo que el señor Calle estaba “afectado”.

            Afectado era un eufemismo para significar que estaba enfermo de tuberculosis, era un tísico. En aquellos tiempos era un mal incurable. A partir de ahí, mi padre le ubicó en una de las mesas más alejadas y se le servía su almuerzo en platos de fierro enlozado y el refresco en jarro de metal, del Ejército. Todos sus útiles exclusivos del señor Calle se lavaban con agua hirviente. De hecho no éramos expertos en temas de tuberculosis pero nunca dejamos de atenderle.

            Si desean comprender el verdadero significado de la tuberculosis, escuchen el vals criollo El Tísico del compositor Luis molina, cantado por los Embajadores Criollos.

            Hasta que en 1954 nos mudamos de barrio y se acabó el asunto del restaurante. Al año siguiente fuimos a vivir en la cuadra 4 de la calle Tacna, a media cuadra de la calle Ricardo Palma. A la vuelta, en la cuadra 5 de Ricardo Palma vivía una señora de edad con su hijo Médico famoso. Mi hermano Raúl me dijo que ella era la mamá del señor Calle, y entonces el Médico era su hermano.

            No es fácil comprender cómo en una misma familia haya una hermano tan rico y un hermano tan pobre, pero era cierto. Al año siguiente falleció el señor Calle, de tuberculosis, y mientras era velado, su mamá sacó todos sus aparejos de su hijo y los botó a la gran acequia que desde esa cuadra estaba abierta hasta llegar al lago Morona. Al botarlos la señora dijo:

  • Allá se va el pintor. Adiós hijo.

            Al menos, tuvo un entierro decente, él que pasó por la vida como si hubiera sido un menesteroso. Nos dio pena porque varios años lo tuvimos como pensionista en nuestro restaurante y siempre fue atendido con toda deferencia. Cosas de mis padres que ahora, con el paso de los años recién llego a comprender en su verdadera dimensión: Tuve unos padres extraordinarios y yo tuve una infancia enormemente feliz.

ALLAN KARDEC

            “Allan Kardec (Seudónimo de Hyppolyte Léon Denizard Rivail, Lyon, 03 de octubre de 1804 – Paris, 31 de marzo de 1869) fue un traductor, profesor, filósofo y escritor francés, considerado el sistematizador de la doctrina llamada espiritismo”.

            Fuente: Wikipedia

            Se sabe que numerosos magos han utilizado su nombre para dar mayor rimbombancia a su arte por suponer que Allan Kardec fue mago.

            Hace muchos años, me contó mi mamá, se presentó en Iquitos un mago llamado, precisamente, Allan Kardec, hizo su actuación en el cine teatro Alhambra, la cual estaba ubicada en la Plaza de Armas, con gran éxito de público.

            Fueron varias presentaciones en función de noche y el público estaba entusiasmado. Luego vendría la cuestión noir.

            El “mago” se paseaba por la ciudad en el día, entraba a las chinganas y compraba muchas cosas, generalmente cigarros y licores y pagaba con billetes de 100 soles. Le daban el vuelto a pesar de que no había muchos billetes de ese valor.

            Al final del día cuando iban a hacer el arqueo de caja, no encontraban el famoso billete grande; en vez de eso hallaban hojas de castaña. El Malecón Tarapacá estaba sembrado de árboles de castañas en el malecón y en la parte exterior que da al barranco de árboles de mangos. No era pues difícil encontrar hojas de castaña.

            Todos los bodegueros hicieron la denuncia en la Comisaría de la calle Morona. Ya fueron tantas las denuncias que el Comisario destacó dos Guardias Civiles (es así como se llamaba la policía en aquellos tiempos) para aprehenderlo en el Muelle de la calle Loreto puesto que se sabía que iba a marcharse en vapor hacia Brasil.

            Los policías lo encontraron y lo detuvieron. Todos los circunstantes se sorprendieron cuando los vieron llegar a la Comisaría con la mirada perdida y bien sujeto entre los dos a su fusil, con ambas manos, y dieron “parte” a su jefe:

  • Aquí está mi Capitán, el mago.

            Evidentemente el mago les hizo el “avión” y se burló de ellos. Nunca lo atraparon pues, por lo que parece, el mago era bueno hipnotizando. Hipnotizó a los chinganeros e hipnotizó a los Guardias Civiles.

UN MODO PARTICULAR DE HABLAR

            Loa loretanos tenemos nuestro modo particular de hablar y de decir las cosas, característica que a muchos desconcierta y a otros mueve a la burla, como si ellos fueran perfectos.

            Lamentablemente quienes se burlan ni tienen educación ni tienen buenos modales, entonces, desde su ignorancia, recurren al único expediente que les es dado, la falta de respeto.

            Recuerdo cuando en la cervecería la Dra. Bedoya me “contó” que había venido un practicante “Charapa” y le había pedido papel de primera copia.  Cuando lo dijo se rieron por igual, characatos, sayaneros, huachanos, mochicas.

            Se rieron hasta que le explique a la doctora que en Iquitos cuando vamos a la librería pedimos las cosas por su verdadero nombre: papel de primera copia es lo que ustedes conocen como papel bond, papel de segunda copia es llamado por ustedes papel copia y papel de tercera copia a ustedes les suena papel periódico o papel bulk.  Es así como se escribe a máquina en original y dos copias, intercalando el papel carbón.

            Con esa cátedra, nunca más volvieron a contar el chiste y, menos aún, a reírse. Se habían dado cuenta que ellos solamente eran unos simples e ignorantes.

            Se viene la Fiesta de San Juan, fiesta grandiosa en toda la Amazonía cuya celebración tiene ribetes magníficos.

            En cierta oportunidad, el año de 1956, el Club de Tenis Iquitos organizó su Fiesta de San Juan, para lo cual colocó pancartas en las principales calles de la Plaza de Armas con un eslogan que pretendía ser festivo pero que más bien sonó a burla:

VAMOS A LA FIESTA DE SAN FAN

            El Dr. Carlos del Águila, Químico Farmacéutico dueño de la Farmacia La Saona que estaba ubicada en el jirón Lima, entre Ricardo Palma y San Martín, y profesor de Iniciación Técnica Químico Industrial, comentó acremente este hecho porque sus autores quisieron ser graciosos pero en cambio recibió el repudio de la colectividad porque fue considerado un insulto.

            Tenemos nuestra manera peculiar de hablar pero ello no puede dar pie a que personas de este mismo lugar se quieran burlar. Suena más bien a gente sin corazón.

            Desde hace siglos cada 23 de junio se congregan miles de personas en torno a las tradicionales hogueras para celebrar la víspera de san Juan. Según cuentan, Zacarías mandó encender hogueras cuando nació San Juan para anunciarlo a los 4 vientos.

            Esta es la tradición que celebramos y honramos en el Día de San Juan; en mi casa de la infancia mi mamá preparaba los juanes y la chicha fresca de maíz. En la escuela nos daban salida el 23 a las 11 am, según nos decían, para ir a ayudar a preparar los juanes en nuestra casa. Pero más bien recorríamos las carpinterías para solicitar gratis las virutas para preparar nuestros shuntos de la noche. Dichosos tiempos aquellos.