326 LA PANDILLA BASURA

            Mis tres hijas, aún las mellizas, tienen diferente comportamiento en lo referente a las amistades. Claudia me decía que su hermanita Luisa tiene en el Salón del Colegio una amiga millonaria. Nunca entendí cómo era que la chica era amiga de una y no de la otra hermana. Después entendí que a través de los años su amistad seguía con la misma intensidad aun cuando estaban en diferentes universidades y en carreras distintas.

            Claudia me decía, además, que su hermana Luisa no hace “manchita en la Academia, solamente en la Universidad y pude comprobar su comportamiento en las dos universidades en que estudió. Tenía una “manchita” en La Molina y una “manchita en la Cayetano. (Manchita: grupo de amigos).

            A Luisa siempre le gustó presumir de su fuerza y robustez. Fundó el Club de las Kissyfur y se hacía llamar Kissyfur. Una serie de dibujos animados de esa época. Le gustaba que le digan Osito.

            Claudia era más bien reservada, tenía en la Facultad de Arte de la Católica, dos amigos Pepe y Jorge. Sus hermanas le fastidiaban diciendo que su hermana Claudia tenía muchos amigos: Pepe y Jorge, Jorge y Pepe, también Pepe y Jorge, sin olvidar a Jorge y Pepe. Pero lo cierto es que tenía una amiga más, Sara. La amistad con ellos perdura en el tiempo.

            Charito, en el Colegio, no tenía ni manchita ni club, tenía una pandilla. Sus hermanas les llamaban “La Pandilla Basura” de una serie de dibujos animados (Garbage Pail Kids) que se emitía en aquellos tiempos. Ella era, por supuesto, la líder, y eran bien unidas. Charito no descansó hasta ver que todas habían ingresado a la Universidad.

            Además, según testimonios, tenía influencia en todo el salón, 52 alumnas en el salón y 107 en la Promoción.

            Recibimos un citatorio para acudir al colegio, al Departamento de Normas Educativas. Pensé que si iba mi esposa, ella iba a aceptar todo lo que la Monja le diga y podía con ello acarrear problemas a nuestra hija. Decidí acudir yo mismo. Pedí permiso en el trabajo y me presenté en el Colegio con mi mejor terno y zapatos bien lustrados, sortija de oro, reloj de acero cromado digital, prendedor de corbata de oro, es decir, bien presentado.

            La Monja me dijo que se le acusa a mi hija, en primer lugar,  de estar organizando una fiesta donde iban a vender cerveza y cigarros. Para ello se reúnen en una casa abandonada. No había pedido permiso al Colegio, ni siquiera había informado.

            En segundo lugar había roto la tapa del libro de una compañera; y finalmente se le acusa de haber “decretado” la atmósfera de hielo a una compañera y nadie en el salón le habla. Su papá está muy mortificado porque está afectando emocionalmente a su hija y llora constantemente.

            Con toda calma le expliqué a la Monja que soy Ingeniero y todo lo planifico con anterioridad y mucho antes de realizarlo. Como mi hija eso es lo que ve en la casa por consiguiente actúa igual. Primero planifica y luego informa para finalmente solicitar la autorización correspondiente. Téngalo por seguro que si lo va a realizar ha de pedir permiso primero pero con un plan bien estructurado, que en eso es buena. Además, si usted alguna vez ha estado en una fiesta de colegiales se habrá dado cuenta que con solamente la entrada no se junta dinero ni para pagar el local. En consecuencia deben vender cerveza y cigarros, que es de donde se obtiene ganancias. Con el añadido que si no lo vendes en tu fiesta, los chicos saldrán a buscarlo en la calle y allí si estarían en un verdadero peligro. Con el agregado que afuera no sería cerveza, de bajo contenido alcohólico, lo que van a buscar sino licores de quien sabe qué procedencia y terminarían intoxicados o por lo menos borrachos.

            Dígale a la chica del libro que me traiga el libro roto y yo le entregaré uno nuevo.

            La verdad es que sabía del potencial y capacidad de liderazgo de mi hija pero no estaba enterado de su poder de control total del Salón, capaz de “decretar” la atmósfera de hielo. ¿Está usted segura? Estoy muy sorprendido. Averígüelo bien.

            Guardo entre mis documentos la ficha del Colegio de mi esposa, ella estudió también en un Colegio de Monjas. En esa ficha están todos sus logros y datos antropométricos, así como información de los deportes que practicaban las chicas. Seguro ustedes también tienen una cosa igual, de tal manera que si les piden que llame a las tres mejores corredoras del colegio usted puede decir, sin lugar a equivocarse, cuales son ¿Verdad? Así como las mejores en matemáticas o historia o química.

            Bueno, yo recién estoy empezando, todavía estoy estudiando y no he tenido tiempo para hacer nada de eso, pero no se preocupe su hija no está en ningún problema y ya todo se va a solucionar.

            Lo cual quiere decir simplemente que la Monja se echó para atrás, asustada por no saber nada. La puse en su sitio.

            Muy bien, Madre, me retiro pero recuerde, tráigame el libro roto y le devolveré uno nuevo.

            A continuación se sentó un padre de familia que le dijo con voz airada a la Jefe de Normas Educativas, una monja sin formación académica, “tráigame usted ahora mismo a esa profesora y que diga en mi delante las cosas que habló sobre mi hija y yo vengo con un abogado”.

            La Monja se asustó y balbuceando le dijo no señor, no pasa nada solamente lo llamamos para conversar pero no hay nada, no hay ningún problema y todo está bien. De golpe se produjo la quiebra de las denuncias en forma total y cerró la oficina. No recibió a ningún otro padre de familia.

            En un colegio fino, en un distrito elegante, los padres de familia somos en su mayoría profesionales y con muchos conocimientos del funcionamiento de un colegio y de las leyes en el Perú. Mi mayor preocupación era que pusieran a mi hija en “observación” con la posibilidad de ser expulsada, pero gracias a la oportuna intervención del padre de familia mencionado, todo quedó en nada.

            A Charito la visitan sus compañeras viniendo del Japón, Italia y Estados Unidos, donde radican las chicas de la Pandilla Basura. Y en verdad tiene capacidad de liderazgo, cuando estudiaba Ingeniería Informática, la casa se llenaba con sus compañeros que venían para que les enseñe lo que aprendieron ese día en la clase, sobre todo Estadística y AutoCAD en la PC, que ella captaba al vuelo las cosas y le agradaba ayudar a sus condiscípulos.

325 LA RUBIA

AVIÓN DE MORADO

  • Señorita…, la rubia, sí. Le comunicamos que su avión viene de morado.
  • Ay, qué lindo, ese es  mi color favorito.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

  • Rubita, ¿Viste El Señor de los anillos?
  • Sí, pero no le compré nada, ah.

DONDE MURIÓ SIMÓN BOLÍVAR

  • A ver rubia, Simón Bolívar ¿murió en…?
  • fermo

LOS ETERNOS PROBLEMAS DEL FACEBOOK

            Dice la rubia:

  • ¿Qué pasa con el facebook? Me dice «su clave es incorrecta«, entonces pongo
    «incorrecta» pero no abre.

LAS DAMAS DE BOTAS

            Un cura en la iglesia dice:

  • Hoy confesaré a todas las devotas.

            Se levanta la rubia y pregunta:

  • Y las que vinimos en sandalias… ¿Cuándo nos toca?

LA CAMIONETA 4X4

            La rubia sale corriendo y grita:

  • «Auxilio, me robaron mi camioneta».

            Un señor se acerca y le pregunta:

  • ¿4 x 4?
  • Mmmmmm… 16… ¡Pero ahora ayúdeme a encontrar mi camioneta, por favor!

EN EL MISS MUNDO

  • Señorita, ¿Qué opina usted sobre la gelatina?
  • Bueno en realidad no sé qué decir. En mi escuela sólo conocí la «Y» griega y la «I» latina, pero la «G» latina nunca supe de ella, a lo mejor no fui ese día a clases.

LA QUÍMICA

  • Dígame Rubita… ¿A qué corresponde esta fórmula química H2O+CO+CO?
  • Bueno, tampoco soy tan bruta, ¿no?, pues eso es agua de coco.

324 EL TELÉFONO

            Compramos un departamento ubicado en la Plaza Manco Cápac en el distrito de La Victoria, el departamento estaba ocupado. Los inquilinos vivían bien y tenían teléfono; nos dijeron que no quisieron comprarlo porque van a vivir en Las Casuarinas. Tuvimos que desalojarlos con procedimiento judicial por casa única.

            Cuando tomamos el departamento nos encontramos con que la Compañía Peruana de Teléfono no tenía líneas disponibles. Mi familia quienes vivían en Iquitos ya vinieron a residir en Lima, mi esposa y mis hijas, las mellizas, Luisa y Claudia. Y no teníamos teléfono. En Lima era un tanto bochornoso no tener teléfono en casa.

            En el trabajo me dijeron que el Segundo Jefe de Laboratorio tenía un hermano en la telefónica. Conversé con el Ingeniero Héctor Núñez, quien me dijo que su hermano era Ingeniero Mecánico y Gerente de Técnica de la telefónica. Se ofreció a hablar con su hermano acerca de mi problema.

            En menos que canta un gallo tuvimos el tan ansiado teléfono en casa. Las más felices eran ellas, las tres, porque a mí nadie me llamaba. Conversé con el Ingeniero Núñez sobre cómo darle las gracias a su hermano y él me dijo “Mándale una cajita”. Todos los meses la cervecería nos entregaba en nuestra casa cuatro cajas de cerveza, de manera que no era un problema regalar una caja, pero me sirvió para comprender cómo funcionan las cosas en Lima.

            Luego de vivir 12 años en La Victoria compramos un chalet en Pueblo libre y nos pasamos a residir en este distrito. Fue un cambio total, al fin teníamos cochera, lavandería y tres dormitorios, amén de una sala comedor grande y una cocina relativamente grande. El departamento en La Victoria lo había escogido yo en la parte interior, lejos de la calle para poder dormir  en el día puesto que trabajaba en turnos. Pero ahora, en Pueblo Libre nos despertaba la luz del sol que entraba a raudales a nuestros dormitorios. Nos costó acostumbrarnos a esta situación, pero todos estábamos contentos.

            El problema, y problema grande, era que en Pueblo Libre la telefónica no tenía líneas. Mis hijas, después de disfrutar el teléfono durante 12 años, ahora sufrían bastante ser las únicas del San Norberto que no tenían teléfono en casa.

            Nuestros problemas siempre lo comentamos en el trabajo. El Químico Manuel Siña, un gran amigo, me dijo:

  • Jorge, tengo un amigo que tiene un primo que es gerente de la telefónica de Miraflores”.
  • Pero es en Miraflores” – le dije.
  • Eso no importa” –  respondió – “entre jefes conversan y se hacen la gauchada”. “Pero tengo que invitarle a una cerveceada y a un almuerzo”.

            Ya para entonces conocía los entretelones de los favores en Lima.

  • De acuerdo” – le dije. “Le pediré a mi esposa que prepare juanes y llevamos los juanes y dos cajas de cerveza a su casa y tendremos un gran almuerzo”.

            En la fecha señalada, fuimos con el amigo de Manuel a la casa de su primo y nos dimos un banquete con su familia. En un rato que conversamos le dije:

  • En Pueblo Libre me han asegurado que no tienen una sola línea ¿Cómo piensas arreglarlo?
  • Siempre tenemos guardadas algunas líneas por si lo pide un congresista o alguien del gobierno. No podemos fallarles. Al gerente de Pueblo Libre le pido el favor y él, cuando necesite de mi área yo le doy en Miraflores. Así trabajamos y todos contentos.

            Y era cierto, de inmediato nos pusieron línea y éramos los únicos en el barrio. Mi esposa y mis hijas reanudaron su vida social, felices y contentas. Sobre todo que en tiempos de terrorismo era muy importante tener teléfono en casa para avisar su retraso o su problema para acudir a buscarlas. Nunca fue necesario pero estábamos preparados en la familia.

            Dije antes que a mí nunca me llaman, y es cierto, pero si me llaman, ahora tengo un verdadero problema: soy sordo y no entiendo lo que me dicen. Contesto el teléfono solo para que comprendan que están siendo atendidos y Charito viene al rescate y es ella quien conversa. Cosas de la vida.

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323 SEÑORA DEME USTED UN VASO DE ESO

            Don Emilio Salinas era un funcionario de la Cervecería Backus con el cargo de Jefe de Bodegas y muy apreciado por los gerentes. Un trabajador antiguo y con las leyes antiguas de trabajo cuyo beneficio por tiempo de servicios superaba el millón de soles, aparte de un sueldo elevado.

            Se tomó unas vacaciones y viajó con su esposa en un periplo impresionante: Fueron a Santiago, Buenos Aires, Rio de Janeiro, Caracas, Bogotá y Quito, para regresar a Lima.

            Muy poco contó sobre su viaje, aparte de muy bonito todo. Solamente en Caracas les ocurrió algo completamente fuera de lo normal que les produjo sobresaltos.

            Fueron temprano al mercado y en una juguería vieron frutas de todos conocidas y lleno de entusiasmo don Emilio pidió:

  • Señora, deme un jugo de papaya.
  • ¿Qué cosa? ¿Qué se ha creído usted so atrevido?

            La morena que atendía la juguería era alta, voluminosa y estaba furiosa. Don Emilio estaba de verdad asustado. No comprendía la razón de tanta furia y encono.

            Haciendo un supremo esfuerzo y acto de presencia, que en la fábrica se la pasaba gritando a sus subalternos, le dijo señalando una papaya:

  • Señora, deme usted un vaso de eso.

            La mujer en cuestión cambió de actitud y con una gran sonrisa en los enormes labios le dijo:

  • Ah, señor, lo que usted quiere es un “batido de lechosa”. Ha de saber usted que la papaya es la parte más noble de una mujer.

            Ni ellos ni nosotros sabíamos que en Caracas, Venezuela, la fruta más difundida en todo el mundo tuviera otro nombre que no fuera papaya y que el término papaya fuera algo impronunciable. Situaciones que son para escarmentar y jamás volverlos a vivir.

            Batido de lechosa, qué cosa más absurda.

Jugo de papaya

322 QUÉ ES ESE RUIDO QUE SE OYE AFUERA

            Cuando era niño, mi papá solía enseñarnos mediante anécdotas o cuentos con la intención de educar nuestro carácter y nuestra atención al lugar donde estuviéramos en situación de riesgo para cuidar nuestra seguridad y, sobre todo, nuestra salud.

            Nos contaba, por ejemplo, que un soldado llevaba siempre una cuchilla en el bolsillo de su camisa. En Iquitos a la cuchilla se le llama chaveta. En cierta ocasión el soldado se bajó a la volada del camión y tropezando cayó de pecho en el suelo clavándose la chaveta en el corazón. Muerte instantánea. “Por eso nunca debes llevar una chaveta en el bolsillo de la camisa”. Y claro, nunca llevé ninguna chaveta en ningún bolsillo. Desde niño siempre he usado cortaplumas: navaja con las cuchillas plegadas.

            Nos contaba también el cuento del gallinazo. Este cuento está contenido en mi libro “En nuestra Selva”. Con la finalidad de poder discernir a quien debes preferir salvar: a tus padres o a tus hijos. Merece leerlo.

            Pero el más didáctico y su preferido era el siguiente:

            En el Ejército ascendieron a Cabo a un soldado y había otro Soldado que pensaba que a él debían de haberle ascendido por su mayor antigüedad. Se quejó donde el Capitán.

            El Capitán oyó atentamente su queja; justo en ese momento se escuchó afuera un ruido de motores y el Capitán le preguntó:

  •  “¿Qué es ese ruido que se oye afuera?”.
  • “No sé, mi Capitán”
  • “Pues, vaya a averiguar”.

            Regresó el soldado con la respuesta:

  • Es un camión que está arrancando”.
  • “¿Para qué está arrancando?”.

            Volvió el soldado al lugar de los acontecimientos y averiguó. Regresó a la oficina.

  • Mi Capitán, el camión está arrancando el motor porque van a salir de viaje”.
  • “¿Para donde es el viaje?”.

            Nuevamente al teatro de los hechos para averiguar este último encargo.

  • Mi Capitán, se van a ir a la Selva”.
  • “¿Para qué van a la Selva?”.

            El Soldado  va a la carrera a enterarse.

  • Mi capitán, van a la Selva para traer pertrechos y avituallamiento”.
  • “¿Cuántos hombres van a viajar”.

            El soldado regresó con la respuesta:

  • Mi Capitán, van a viajar 10 soldados”.
  • “¿Solos?”.

            Una vez más  a averiguar.

  • “Mi Capitán, los 10 soldados van con dos Cabos”.
  • “¿Solo dos Cabos?”.

            Otra vez, la comisión.

  • Mi Capitán, va un Sargento con los dos Cabos y los 10 soldados”.
  • “¿No va ningún Oficial?”.

            El soldado corría para encontrar la respuesta y volvió acezado.

  • “Mi Capitán, con la tropa va un alférez”.
  • “Muy bien Soldado, párese a un lado”

            Mandó al Furriel que llame al Cabo recientemente ascendido.

            Se presentó el Cabo y el Capitán le hizo la misma pregunta que había hecho al soldado: “¿Cabo, qué es ese ruido que se oye afuera?”.

            El Cabo fue al lugar y averiguó todo lo concerniente y regresó a la volandas donde el Jefe:

  • “Mi Capitán, es un camión militar que va a la Selva para traer pertrechos y avituallamiento para el personal. Van un Alférez, un Sargento, dos Cabos y 10 soldados”.
  • “Muy bien Cabo. Puede retirarse”.

            Entonces el Capitán se dirigió al Soldado que había observado todo en silencio:

  • “¿Se da cuenta, Soldado, por qué le he ascendido a él?”.
  • “Sí, mi Capitán. Está muy bien mi Capitán. Lección aprendida mi Capitán”.

            Pero aun así, a pesar de la lección, a veces uno no aprende: Cuando le conté a mi papá en su trabajo que me habían eliminado en el Examen para la Escuela Militar de Chorrillos, su jefe que había escuchado me dijo “Si me mandan a hacer diez flexiones en la barra, pues yo hago veinte, así si fallo en algunos todavía tengo suficientes”. No me quedó más que aceptarlo: “Está bien mi Teniente. Lección aprendida mi Teniente”.

            En una película o serie policial ascienden a una mujer policía y su compañero estaba resentido y se quejó porque pensaba que a él le tocaba el ascenso. En toda historia policial siempre cerca a la comisaría hay un bar, y a este bar van los policías a relajarse o a celebrar el cierre exitoso de un caso o un ascenso o para rendir homenaje a un compañero de armas caído en acción.

            En esta ocasión fue el Jefe con la Oficial ascendida y algunos otros. En el bar estaba el resentido, borracho rumiando su cólera y no perdió la ocasión de reclamarle al Jefe. Este gritó: “A mi oficina”. Mismo “Fonsi” de “Los Años Maravillosos”, al baño.

            Le dijo al resentido:

  • Informe del lugar”.
  • “Bueno, hay gente, está gente. Jefe estoy borracho”

            Se dirigió a la Oficial ascendida con el mismo requerimiento. Ella presentó su informe:

  • A la derecha hay tres hombres vestidos de vaqueros, deben ser miembros de algún equipo de rodeo, al fondo hay una pareja muy acaramelados y adelante están cuatro personas jugando Pool, vestidos con terno, deben ser gente de una oficina cercana y hay dos jóvenes en la máquina tragamonedas, parecen universitarios por sus útiles”.
  • “¿Te das cuenta?- le dijo al reclamante – ¿Entiendes por qué la ascendí a ella?”
  • “Pero Jefe, estoy borracho, estoy en mi día libre”.
  • “Ella nunca está de día libre”.
Camión militar

321 PAPÁ ¿QUÉ FECHA ES HOY?

            Mis hijas mellizas iban a cumplir 12 años y pensé llevarlas a ver un espectáculo en el Teatro Municipal, algo verdaderamente fascinante: PERUCROMÍA.

            Era algo que nunca se había visto en nuestro país, la representación de nuestro folklore al más alto nivel, en cuanto a la música, vestimenta y bailes a todo lujo.

            Pero mis hijas no son precisamente amantes del huayno, pese a que en todas las fiestas en nuestra casa lo hacía bailar a todo el mundo, como les decía a mis hijas, por lo menos un huayno. La mitad de mi raza es serrana y he compartido mucho tiempo con mis familiares de Apurímac  y Arequipa y con mis amigos de Huancayo y Ancash y Cajamarca.

            Cuando les expliqué el espectáculo que iríamos a ver el día de su cumpleaños, no desperté mucho entusiasmo, tal vez ni siquiera un poquito.

            Yo estaba emocionado y Judith prefería no decir nada, pese a que su padre es de Cajamarca y su abuelo era lamisto, pero me secundaba en silencio. En Requena no se baila huaynos pero en las fiestas de mi familia serrana en Lima la hacían bailar huaynos que ella bailaba moviendo negativamente la cabeza como diciendo no sé bailar esto.

            Un buen día, Luisa, la mayor, tal vez por designación, me preguntó:

  • Papá ¿qué fecha es hoy?
  • Lunes 26 de abril, ¿por qué?
  • (Un profundo suspiro) Falta 5 días para ir a ver y oír lo que quejan (los serranos).

            Era una protesta en toda la regla. No les atraía la idea de celebrar su cumpleaños viendo y escuchando huaynos, cuando podían estar viendo La más más del verano.

            Es que no tenían idea de lo maravilloso del espectáculo que quería mostrarles y no encontraba palabras para describirlo mejor.

            El día viernes 30, su cumpleaños, nos vestimos nuestras mejores galas, habida cuenta de que estábamos asistiendo al Teatro más importante y bello de nuestro país, después del Cine teatro Alhambra de Iquitos.

            La platea con butacas acolchadas de terciopelo. Cuando comenzó el programa, no cesamos ninguno de admirarnos y maravillarnos de la hermosa presentación elegante de nuestro arte de todo el país: El vals y la marinera limeña con elegancia sin par, la marinera norteña y su escobilleo característico, la danza Los Caporales y los Arrieros, el Q’ara ch’unchu, el Huaylas, etc. Nadie quería que se terminara el programa, queríamos que continuara por siempre.

            Nuestras hijas y mi amada esposa sonreían de alegría por haber visto, lo que habían creído un espectáculo vulgar, convertido en la más grandiosa sinfonía de arte que nos hizo vibrar  al sentimiento nacional por nuestra tierra. Qué linda es nuestra tierra.

            El organizador se esmeró en afinar cada detalle, el cielo serrano con las nubes que parecían flotar y desplazarse en la escenografía, la música en vivo, la elegancia del vestuario. Es decir, nada quedó al azar.

            Mis hijas, de hecho cambiaron su modo de ver y sentir  nuestro folklore y lo expresaban a viva voz.

            Luego del teatro a su restaurante favorito, pollo a la brasa de El Super Gordo de la Plaza Manco Cápac, frente a nuestra casa. Una nota aparte, las mellizas comían medio pollo cada una y nosotros cada uno un cuarto.

            En resumidas cuentas, una celebración inolvidable que nos dejó una extraordinaria sensación en nuestra vida, y qué hermosa es la vida, con la familia, más.

El vals
Los caporales
El arpa