334 LOS SHUCUYES

            En quechua significa mozo de los yayas (padres, personas mayores). En quechua de Huánuco significa sandalias de pellejo de animal, pero también indio, habitante de las partes altas.

            En loretano simplemente significa serrano sucio y asqueroso.

            En mi niñez en Iquitos, el cuartel BI 47 quedaba a la vuelta de mi casa y cuando atracaba la lancha en el Puerto Maldonado, todos los chicos del barrio corríamos a ver lo que “llegaban los shucuyes”.

            Eran los tiempos en que la División de Selva del Ejército Peruano cubría un territorio más extenso y traían jóvenes de la zona de Huancayo. Eran, también, tiempos del Servicio Militar Obligatorio (SMO). Decían que a los shucuyes los traían como ganado en la lancha.

            Lo cierto es que llegaban con la ropa rota, la cintura amarrada con soguilla y ojotas en los pies. Completamente sucios, hediondos y con la cara roja como una manzana de California y semejaban animalitos asustados. Al llegar toda su vestimenta era quemada.

            Era, pues, un espectáculo digno de ver porque era la única vez en que los veíamos de manera lamentable y desastrosa.

            Y es que al día siguiente cuando bajaban al río a lavar sus gamelas eran otras personas: pelo cortado al rape, bien bañados, uniforme militar limpio, botines militares lustrosos, cinturones militares y una actitud nítidamente militar. Eran los nuevos soldados de la patria que se iban a preparar para defender nuestro territorio con fiero valor, fuerza y destreza.

            Pero, mientras nosotros solamente nos limitábamos a observar y apreciar el cambio absoluto en su modo de ser, chicos que venían de otros barrios se dedicaban a hacer negocio: Muchos soldados no comían su pan. El pan de tropa era un prodigio por su tamaño, peso, forma y sabor, y era por lo tanto muy apreciado por la población.

            Estos  muchachos, sabedores que muchos jóvenes de todas partes gustan mucho fumar, traían cigarrillos Aviación y les cambiaban dos cigarrillos por su pan. Negocio redondo porque ese pan era luego vendido en su barrio a precios muy altos.

            Algo en verdad curioso era que, a pesar que venían de la sierra, nadie hablaba en quechua. Como si el Ejército les hiciera enterrar su idioma nativo. Entiendo que esto es muy importante para que las órdenes dadas sean entendidas cabalmente por todos y para todos los efectos, pues esto puede salvar sus vidas y las de todos los demás. Paulatinamente iban perdiendo el rojo manzana de sus rostros para tomar el tostado característico de la selva donde el sol todo lo quema.

            Cuando mi padre se reunía con sus hermanos en Lima, ellos hablaban en quechua. Mi padre me decía que les entiende pero no puede responderles porque ya no sabe hablar en quechua. Tantos años fuera de su tierra, en un ambiente donde no se permitía su uso, ocasionaron la pérdida de su capacidad de interactuar con sus hermanos. Mi padre fue el único militar de su familia. Y el único también con visión cultural y social con la cual formó a sus hijos.

            Quizás debo agregar que mi papá nunca fue shucuy. Él fue levado en Arequipa, su tierra natal, cuando tenía 15 años y no tenía documentos. A los policías irresponsables encargados de la leva les importa un pepino que tenga o no la edad requerida, solamente les interesa “cumplir” con la orden de su capitán.

            Historias que se narran en otro artículo lo llevaron a servir en Loreto.

            En los pueblos alejados de la sierra, la entidad más importante es la Asociación de Licenciados y es a sus miembros que se les designa para autoridades porque han sido formados en la disciplina, orden, trabajo y habilidad en sus días en el Ejército.

Aquí se forja a los defensores de la patria.

333 LA REINA DE QUÍMICA

            Cuando estudiábamos Ingeniería Química, éramos 10 estudiantes, entre los cuales había dos damas. Una de ellas no calificaba para reina porque, además de no ser agraciada, hacía lo imposible para no mejorar su apariencia y resaltar lo femenino y bello que debe tener una mujer. De manera que solamente nos quedaba una opción para tener a la Reina de Ingeniería Química que cada año elegíamos todas las Facultades para el Día de la Primavera.

            La Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP) de Iquitos como una manera de integrarse con la comunidad decidió revivir una antigua tradición como es la elección de la Reina de la Primavera. Por ello cada Facultad seleccionaba su Reina y diseñaba su carro alegórico para recorrer las principales calles de la ciudad.

            Nuestra compañera Enith era indiscutiblemente la próxima Reina de nuestra Facultad, hasta que su hermana mayor que estudiaba Educación dijo a un grupo de nosotros “quiéranlo o no, mi hermanita va a ser la Reina de Química.

            Tal parece que a los Químicos no nos gusta la soberbia ni las actitudes inadecuadas y tal expresión nos supo a “chicharrón de sebo”, es decir, que nos cayó mal. Igual sucedió con un candidato a Catedrático quien tuvo una actitud inapropiada con un estudiante: ver el Post 141, “QUE MAL PROFESOR”. Desde ese momento Enith quedó descartada como nuestra reina y pensamos en pedir prestada una chica de otra Facultad

            Pero justo entonces apareció una chica guapa que había ingresado como “alumna libre”. Nunca entendí por qué alguien desea pasar situaciones tremendas sin estar legalmente obligado. Una alumna libre asiste a todas las clases y rinde todas las pruebas y prácticas pero no sé si le darían un certificado por ello.

            Pero nos cayó “a pelo”, es decir, que ocurrió de manera oportuna y apropiada. Caminaba como el Pato Donald por lo que le puse el alias de La Pata, en todo caso sería que caminaba como la pata Daisy.

            Naturalmente que la elegimos como la Reina de Química, total la Reina va sentada y no tiene que caminar. Fue una Reina muy Linda que sobrepasó a las de las otras Facultades, pero lo más lindo fue que no se cumplió lo que predijo la hermana de Enith.

            Quizás aprendió con ello a no ser tan agorera y ser más bien discreta porque no siempre se produce lo que parece inapelable e inobjetable.

332 EXTRAÑAS RELACIONES DE PAREJA

            Cuando era niño, en Iquitos vi que era de lo más común que un hombre tuviera una esposa y una querida, con una casa y una familia con cada una. No dejaba de sorprenderme, pero lo veía a cada paso.

            Alguna vez escuché a un hombre justificar su situación: con tal que no falte nada en mi casa (con su esposa), mi mujer no tiene nada que decirme. Me pareció el colmo del cinismo, sobre todo porque en mi casa no ocurría esto, ni casi en ninguno de mis familiares.

            Le comenté a mi mamá y ella me dijo que algunos hombres hacen eso porque no tienen valores morales y apenas tienen algo de plata se ponen una querida. En resumidas cuentas: el poder económico le da al hombre la capacidad de tener otro hogar, como si fuera un símbolo de estatus económico.

            Algo de eso leí en El Libro de las Mil y una noches. Era asiduo visitante de la Biblioteca Municipal de Iquitos, ubicada en la Plaza de Armas, y allí lo leí. Un libro  en “papel biblia” en dos tomos. Entonces me enteré que en el mundo árabe, apenas un comerciante se hacía rico se compraba un adolescente, lo vestía como si fuera una muchacha con costosos vestidos y todo enjoyado lo ponía en la entrada de su bazar. La idea era que los clientes al ver a “esa chiquilla” ricamente vestida en la puerta de la tienda pensarían que es un comerciante muy rico y que no trataría de aprovecharse de ellos. Esa personita en la entrada le daba al comerciante un estatus de poder.

            A un político en campaña, apenas terminó el mitin en la Plaza 28 de Julio, le vinieron a avisar que su mujer estaba con otro hombre. Escuché al político decir: es por eso que siempre digo que un político no se debe casar jamás.

            Me llamaba la atención que cuando acudíamos cada mes a la Proveeduría del Ejército para sacar los víveres, don Lucho Jarama llamaba a una persona y luego decía “Músico, no le toca, está sobregirado”. Alguien me explicó que los músicos del Ejército tienen dos o tres casas (familias) y la plata no les alcanza, por eso no les dan los víveres. Está claro que sacábamos los víveres, pero a fin de mes le descontaban a mi papá. También sacábamos cada día un kilo de pan y medio kilo de carne de vaca.

            Cuando estábamos cenando con mi enamorada Maria Judith en un chifa de moda, en la Plaza 28 de Julio, se suscitó un escándalo: un empresario conocido estaba cenando con una joven en una mesa cercana cuando de improviso ingresó la esposa y atacó a la joven a golpes a la vez que le gritaba: “puta”. La joven se defendió como pudo y le respondió: “¿puta? Por si acaso rogada y buscada en mi casa, para que lo sepa”.

            Tuve que intervenir sujetando a la esposa y la llevé a su carro, mientras el empresario se desentendió de ambas y se retiró tranquilamente del chifa. Al ponerla en su carro le hablé a la señora tratando de calmarla diciéndole que era ella quien perdía porque se exponía públicamente provocando la burla de la gente. Le pedí que se calmara y volviera a su casa. Que los problemas de pareja deben arreglarse en la casa.

            Yo no sabía nada de estar casado pero creo que actué bien, con sentido de que lo correcto debe normar nuestra vida.

            Dije antes que en mi familia “casi” no veía esto, pero el tío José apenas se hizo millonario tuvo una querida y la tía Manuela tuvo que lidiar con la otra para que no le quitara todas las cosas: casas, barcos, carros, etc.

            Cuando fui a Iquitos para sustentar mi Tesis para obtener mi título profesional de Ingeniero Químico en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP), me habían asignado un Ingeniero Químico como mi Asesor de Tesis. Pero mi Asesor no era habido, de manera que un conserje de la Universidad se acomidió para ayudarme a encontrarlo. De entrada me explicó que el catedrático tiene cuatro casas y una familia en cada una de ellas. Fuimos en su motocicleta de una en una y al final lo encontramos en la cuarta casa visitada. Todas las “esposas” sabían de las otras familias pero, al parecer, eso no las incomodaba porque nada les faltaba, el profesional se las rebuscaba porque la profesión da mucho campo para el ingenio y la creatividad.

            La joven del chifa tuvo después un novio que era capitán del Ejército y en el Malecón le escuché a él soliloqueando: “Yo soy capitán del Ejército, gano ocho mil soles, más otros ingresos obtengo dieciséis mil soles al mes. Yo valgo dieciséis mil soles, ella tiene que poner una cantidad igual”. Jamás había escuchado algo semejante ni se me hubiera ocurrido sopesar de manera tan tonta una relación. De hecho, no sé si se casaron o no.

            Cuando nos casamos, mi esposa ganaba el doble que yo. No cabía un análisis como el del capitán.

La pelea

331 SI ESTABAN AQUÍ EN MI SITIO

            El desarrollo de la enfermedad de mi amada esposa fue gradual aunque muy rápido. De hecho, se produjo de manera precoz: normalmente ocurre en personas de ochenta años y ella recién los va a cumplir este año. Supongo que haremos fiesta.

             Siempre he cuidado la medicación de toda la familia y en el caso de ella no fue la excepción. Pero al mediodía, hora de almuerzo, ella no tenía medicación. No le tocaba ninguna medicina. Generalmente es en el desayuno y en la cena, aunque en estos dos últimos años su medicación se le da solamente en la cena, para dormir durante toda la noche.

            Eran tiempos en que Maria Judith solía actuar con bastante normalidad, pero bajo constante supervisión.

            Yo, en cambio, desde que tuve el infarto en noviembre de 2013, debo tomar medicinas en el desayuno, almuerzo y cena, durante toda mi vida.

            De esta manera, en el almuerzo debo tomar 1 tableta de Aspirina y 1 tableta de Clopidogrel.

            La aspirina (ácido acetilsalicílico de 100 mg) y el Clopidogrel de 75 mg son para evitar la formación de coágulos en los vasos sanguíneos, que podrían ocasionar un infarto. Soy, por lo tanto, muy cuidadoso en el cumplimiento de las indicaciones médicas.

            En una oportunidad bajé al comedor con mis dos pastillas. Mi amada esposa estaba sentada a mi derecha, ella debía ponerse cerca de la cabecera de la mesa para atender a nuestra  nieta Andrea, quien desde bebita ocupaba la cabecera (mi antiguo lugar) en la mesa para poder ver la televisión mientras almorzaba.

            La medicina debía tomarla al terminar mi almuerzo. Justo al terminar sonó el teléfono que está en el segundo piso, subí a atender la llamada no sin antes poner las pastillas lo más lejos posible a mi izquierda y hacia adelante, escondiéndolas de mi esposa, por si acaso.

            Cuando bajé, María Judith me informó muy oronda y satisfecha, con una sonrisa de oreja a oreja:

  • Ya tomé mis pastillas” – La miré sorprendido de su total seguridad.
  • No tienes pastillas a estas horas” – le dije, y ella muy suelta de huesos retrucó:
  • Si estaban aquí en mi sitio”.

            Ya dije en un artículo que la mujer nunca tiene la culpa de nada, ahora debo añadir que tienen una respuesta para todo.

            La miraba sorprendido de su total seguridad y ella me sonreía, sabiendo que su sonrisa me desarma todo. Después de todo, Dios la puso en mi lado para  llevar  mi vida.

            Dios bendiga a las mujeres.

330 UNA ESPOSA DE VERDAD

            El hombre que se despierta en casa con una resaca monumental después de la fiesta de Navidad de su empresa.

            Se esfuerza en abrir los ojos y lo primero que ve es un par de aspirinas y un vaso de agua en la mesita de noche.

            Se sienta en la cama y su ropa toda bien limpia y doblada frente a él.

            El hombre mira alrededor de la habitación extrañado y ve que todo está en perfecto orden y limpio. El resto de la casa está igual.

            Toma las aspirinas y ve una nota sobre la mesa:

  • Cariño, el desayuno está en la cocina, salí temprano para hacer unas compras. Te quiero.

            Así que, con precaución, va a la cocina y ahí estaba el desayuno y el periódico del día esperándole.

            Su hija también está en la mesa desayunando.

            El hombre le pregunta:

  • Hija… ¿Qué…? ¿Qué pasó ayer por la noche?

            Su hija le informa:

  • Emm… bien, pues volviste después de las 3 de la madrugada, borracho. Te tropezaste y rompiste algunos muebles, dejaste caer un par de cuadros al apoyarte en la pared antes de vomitar en el pasillo y te pusiste un ojo morado cuando te diste contra la puerta.

            Confundido y blanco como la tiza, le pregunta:

  • ¿Y tu madr…? Quiero decir… ¿cómo es que todo está tan limpio y ordenado, y el desayuno esperándome en la mesa?

            Su hija contesta:

  • ¡Ah, eso!… mamá salió del dormitorio farfullando y maldiciendo, te arrastró hacia el dormitorio y cuando intentó sacarte los pantalones, te pusiste a gritar como loco:
  • ¡SUÉLTAME MALDITA MUJER… SUÉLTAME… ESTOY CASADO!

329 UNA CARLOTA

            Había en Iquitos un empresario que era todo un ejemplo de creatividad e ingenio, aunque, me parece, no lo valoraban de ese modo.

            Fabricaba los barquillos para helados y los vendía por cajas a todos los heladeros de la ciudad y otros lugares, exceptuando, claro está, a los heladeros artesanales de aguaje que los vendían en tres puntos de la ciudad: La esquina de Napo con Raimondi, esquina de Brasil con Lima y en la esquina del Cementerio, estos eran barquillos artesanales hechos a mano, dulces y con sabor agradable. Los barquillos que fabricaba el empresario eran barquillos comunes sin dulce ni sabor y solo servían para poner el helado y comerlos así.

            El empresario que mencionamos tenía su casa en la calle Napo, primera cuadra y en una oportunidad puso una heladería moderna en la cuadra 3 del jirón Lima (ahora se empeñan en llamarla Próspero, denominación que le puso el gobierno militar). La tienda se llamaba Heladería Tipila, derivado del nombre del empresario Tito Pinedo Lazo. La novedad era que además de los helados ya conocidos tenía una moderna máquina automática de hacer helados de crema.

            Este negocio no tuvo tiempo de envejecer, al poco tiempo un voraz incendio arrasó con toda esa parte de las tiendas. Dijeron que el incendio se originó en una tintorería de unos italianos que tenían su negocio a la vuelta, en la calle sargento Lores.

            Los negocios nuevos no suponen que puede ocurrir un accidente en el momento menos pensado o, quizás, luego de instalar la nueva tienda no les queda más dinero para comprar un seguro. Los negocios que ya tienen muchos años, generalmente tienen un seguro contra incendios, como el “chino” de la bodega de al lado que les decía a las personas que trataban de sacar las cosas a la calle:

  • No sacal nada. El segulo pagal todo.

            Los demás negocios al poco tiempo, ya reconstruidos, continuaron atendiendo, pero la heladería había invertido todo y lo único que el señor Pinedo logró sacar a la calle fue la máquina de helados de crema que estaba junto a la entrada.

            La siguiente vez que lo vi, había puesto un quiosco de madera en la calle en la esquina del Mercado Belén, esquina de Lima con 9 de diciembre. Se llamaba Jugos Tipila, y allí podías encontrar jugo de frutas helado (en la Selva toda bebida debe ser helada), helado de crema o el gran invento: Jugo Carlota, jugo de frutas con una buena porción de helado de crema y batido en una licuadora. Muy rico.

            Nunca supe quién era Carlota, si su mamá, su esposa o su hija. Jamás escuché a nadie mencionar a su familia, de manera que no sé más.

            Pero al poco tiempo la Heladería La Favorita del jirón Lima cuadra cuatro, nos ofreció una Carlota: En un vaso alto, tres bolas de helado Imperial (vainilla) y gaseosa Inca Kola, con cucharilla larga y cañita. Era verdaderamente deliciosa.

            Todos en la familia nos aficionamos a la Carlota y toda vez que podíamos, donde quiera que nos encontráramos pedíamos en la heladería vasos altos con tres bolas de helado de vainilla y un litro de Inca Kola, con cucharillas largas y cañitas. Nadie entendía nuestro gusto pero nos atendían y nos miraban sorprendidos disfrutarlo. Solamente en Iquitos saben lo que es una Carlota, por eso en Lima jamás lo pedimos con ese nombre en las heladerías porque no saben de qué estamos hablando.

            Solamente en Chosica, el dueño de la heladería, moviendo la cabeza en sentido negativo, nos dijo mientras nos atendía:

  • El cliente siempre tiene la razón. En fin.

            En nuestra casa lo preparamos todo el tiempo. La ventaja es que con la cucharilla larga puedes ir comiendo el helado mientras sorbes el jugo con la cañita. Es una verdadera delicia que puede volverse una adicción. Pero qué rico es disfrutar de la vida en familia.

            Lo puedes probar, te aseguro que lo vas a disfrutar intensamente.