360 EL HOMBRE DE NEGOCIOS

            Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios atunes muy grandes.

            El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo. El mexicano replicó:

  • Oh! Sólo un ratito.

            Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para coger más peces. El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia. El norteamericano volvió a preguntar:

  • ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?
  • El mexicano contestó – Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.

            El norteamericano dijo con tono burlón:

  • Soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande. Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.
  • Pero señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?
  • De quince a veinte años.
  • Y luego ¿qué?

            El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:

  • Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en la Bolsa de Valores y hacerse muy rico. Ganaría millones.
  • ¿Millones, señor? ¿Y luego, qué?
  • Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.
  • Bueno, pero eso es lo que hago ahora señor ¿Por qué tengo que esperar veinte años?
El pescador

359 SEMBLANZAS 2

LUISA

            Mi hija Luisa siempre hizo gala de su fuerza y resistencia. Ella y yo tenemos buen nivel de hemoglobina gracias a mi herencia serrana. Cuando hicieron el trasplante a mi hermana Mónica ella y yo fuimos los únicos que pudimos donar sangre. Judith, Claudia y Charito siempre tienen la hemoglobina baja. Luisa donó sangre para las abuelitas de sus amigas. Muy solidaria.

            A raíz de esta pandemia que nos condena a vivir separados, una tarde llamó Luisa para avisarnos que venían a la casa para vernos. Los recibimos en la cochera: junto al carport, Luisa, Juan y Rafaelita. En el otro extremo nosotros, Charito, Pedro, Ainhoíta y yo, premunidos de nuestra mascarilla de reglamento de acuerdo al protocolo establecido.

            Les mostré mis plantas muertas por el clima inclemente y las enfermedades. Les dije que la menta las he recuperado luego que casi se diezmaron porque les había puesto borra de café. Recuperé las plantas y boté la tierra reemplazándola por tierra nueva. Pero Juan señaló a la parte alta del estante donde se lucía airosa una planta con sus largas hojas verdes apuntando enhiestas hacia el cielo:

  • ¿Y esa planta?
  • Esa es hierba Luisa. No le pasa nada, es muy fuerte.

            Juan y Rafaela sonrieron orgullosos y tocaron a Luisa. Ella muy oronda y feliz por el agasajo que le hacían su esposo y su hija. En tiempos de pandemia el toque equivale a un fuerte abrazo de felicitación.

CHARITO

            Cuando regresaron del Retiro Espiritual para preparación de la Primera Comunión, ingresaron a la capilla del Colegio. La monja les hablaba sobre la necesidad de mantenerse puras y todas las alumnas la escuchaban con atención y recogimiento, menos una.

            Mi esposa veía con desagrado y preocupación cómo esta chica se iba de un lado para otro. No prestaba atención a lo que la monja decía e importunaba a una y otra compañera, quienes dejaban de atender a la monja. Judith la aborreció. Comentó en la casa e hizo saber a Charito que no quería ver a esa chica en nuestra casa.

            Varios años después Charito estaba en nuestra casa con toda la “Pandilla Basura” en pleno cuando vino a aparecer la chica en cuestión.

            Esto molestó a mi esposa pero yo le dije que hablaría con Charito, debe haber una explicación.

            Cuando fuimos a comprar el pan comenté con Charito el problema que significó la venida de esa chica, su compañera de salón, a la casa. Mamá está molesta. Charito me dijo:

  • Papá, esa chica no es de mi grupo, nadie la invitó, vino a aparecer no sé cómo.
  • ¿Así le digo a tu mamá?
  • No, papá. Yo voy a hablar con ella.

            Esta es la característica más notable y sobresaliente en mi hija: enfrenta las cosas directamente.

LOS PECES EN EL RÍO

            Mi hija Charito siempre se ha caracterizado por tener control sobre la cantidad de alcohol que toma, pero en cierta oportunidad se estaba pasando de la raya. Sus hermanas mayores decidieron tomar cartas en el asunto.

            Como las tres saben que no se deben pelear entre hermanas y habida cuenta que la menor es, más bien, iconoclasta, usaron el sarcasmo.

            Estaba bien cerca la Navidad y todo el día sonaban villancicos en nuestra casa y justo cuando estábamos sentados a la mesa, Charito con su cara de “resaca”. Comenzó a escucharse en la radio Los peces en el río.

            Luisa y Claudia, llegado el verso, cantaban a voz en cuello

  • Beben y beben y vuelven a beber.

            Una y otra vez repetían el estribillo. Sin decirle una sola palabra, sin pelearse, le dieron una lección a su hermana menor. Ella entendió y no lo volvió a hacer.

MI HERMANO PEDRO

            Sus hijos asistían a la Catequesis de su barrio en San Juan de Miraflores y le contaban a su padre lo que les recomendaba el catequista. Mi hermano les decía que no se debe decir catequista sino catequesista, según él era la derivación correcta de la palabra catequesis.

            Cuando fui a visitarlos Pedro me contó para confirmarle que lo que él decía era la manera correcta. Le expliqué que la palabra catecismo proviene del latín catechismus (catequismus), de ahí es que se deriva el término catequesis y catequista.

            Por tanto la manera correcta es catequista, persona que enseña el catecismo a los niños.

            Mi hermano Pedro lo entendió y aceptó, y él mismo les explicó a sus hijos sobre nuestra conversación.

Hierbaluisa

358 ROSA Y EDITH

            Doña Aurelia Castro era nuestra vecina en la calle Tacna primera cuadra en Iquitos. Tenía dos hijas: Edith, la mayor, y Rosa, la menor. Las tres lavaban ropa y su labor era tan cuidadosa que se hicieron las lavanderas “oficiales” del Hotel de Turistas, entonces el único hotel de importancia en la ciudad y todas las celebridades se hospedaban allí.

            Después nacería Leopoldo, un muchacho esmirriado, flaco y enteco, pero muy inteligente. Luego pasarían a vivir en la calle Nanay, a la vuelta de la calle Putumayo. Allí tenían un árbol de albaricoque y siempre que las visitábamos nos regalaban las frutas.

            Cuando llegamos de visita las chicas nos ponían “al día”, sabían todo de todas las chicas de los alrededores. Mi mamá se sorprendía: ¿cómo se enteran si no salen?

            En el Hotel de Turistas se alojaban principalmente los turistas que dejaban sus revistas en inglés. Esas revistas doña Aurelia se las pedía al Administrador para su hijo. Así Leopoldo aprendió inglés por su cuenta, de manera autodidacta.

            Rosa y Edith nos dijeron que le habían advertido a Leopoldo: “si te aplazas en el colegio, te compramos tu costal y tu pretina y te mandamos al Puerto de Belén a trabajar de chauchero”.

            Un chauchero es un cargador de bultos y Leopoldo, con ese “cuerpazo” no hubiera durado ni un día. Nunca se aplazó. Sus hermanas estaban seguras que era por esa “advertencia”. Nosotros pensamos que era porque era muy inteligente.

            Cuando alguna chica del barrio se embarazaba sin casarse, ellas nos lo contaban y agregaban: “es por la calor, doña María, por eso pasan estas cosas”. Mi mamá les decía: “¿por la calor? ¿Y ustedes que hacen cuando hace mucha calor?” Ellas respondían: “tenemos un bidón, doña María, le llenamos de agua y allí nos metemos para refrescarnos” Todos nos reíamos de esa gracia.

            Un día Rosa y Edith fueron al dentista, en el salón estaban algunas personas y entre ellas una dama ya entrada en años. Quisieron dárselas de “educadas” y saludaron, a la dama le dijeron: “buenas tardes, señora”, habida cuenta de que era mayor, pero la dama les aclaró: “señorita, por si acaso”. Rosa no se aguantó y le soltó: “entonces ponga su letrero” y se sentó sin más.

            Esto si nos hizo mucha gracia, el imaginarse el gesto educado, la respuesta tonta y el gesto brusco de la verdadera Rosa, tal cual era.

Rosa y Edith

357 ESTE PARTIDO NO ME LO PIERDO

            Un niño pregunta al enamorado de su hermana:

  • ¿Usted es un pescado?
  • ¿Lo dices por mi cara de bagre?
  • No, sino porque mi mamá y mi hermana dicen que usted ya mordió el anzuelo.

            Este chiste  solamente denota que las más de las veces es la mamá la artífice de la formación de la nueva pareja y pone en juego una serie de recursos para acabar de convencer al “futuro yerno”.

            Escuché a una señora decir emocionada porque su hija mayor estaba enamorando con un Cadete de la FAP (Fuerza Aérea del Perú), Este “partido” no me lo pierdo. En ese entonces un piloto militar ascendía de golpe a la más alta aristocracia de Iquitos.

            A ese nivel ascendía toda la familia cuya hija se casaba con un piloto y por ello el empeño que ponía la señora. Convenció a su hija para que celebraran en la casa de ellas el cumpleaños del cadete e invitaron a todas sus amistades para que se llenaran de envidia.

            Yo estuve en la orquesta que amenizó el evento y la señora prácticamente “botó la casa por la ventana”. Fue una fiesta muy brillante y llena de encanto.

            Lástima nomás que el cadete regresó a Lima a continuar sus estudios y el compromiso nunca se afirmó.

            Pero una cosa es cierta, los padres nos preocupamos hasta que nuestras hijas se comprometan y se casen. Entonces respiramos aliviados y satisfechos.

            También nosotros pasamos por esa etapa, casar a nuestras hijas, pero jamás dijimos y ni siquiera lo pensamos, la frase en cuestión. Cada una de nuestras hijas nos presentaron en su debido momento al elegido de su corazón. Eso sí vale.

            En el Primer Volumen de Cuentos de mi Blog incluí el post ESA DOCTORA ES UNA BURRA. Allí narro lo siguiente:

            “En un examen de rutina para detectar osteoporosis, la Traumatóloga cometió una terrible equivocación: metió la pata.

            El resultado de la Prueba decía «Aumento de la densidad ósea en la base del cráneo». La doctora envió a mi esposa a Oncología. La cita era en 30 días.

            Mi esposa se asustó mucho y se pasó los 30 días llorando. ¡Cáncer! La pobre repetía con temor:

  • Mis hijitas aún están pequeñas. Ninguna se ha casado todavía. No las puedo dejar así. No me puedo enfermar de esta manera”.

            Es, pues, una cuestión de estado para los padres casar a sus hijas, dando de ese modo por finalizada nuestra labor en este mundo

            El ciclo vital de los seres humanos: nacer, crecer, reproducirse y morir, ha debido siempre incluir una fase más; Nacer, crecer, reproducirse, casar a sus hijas y morir. Y con esto cumplido quedaremos más que satisfechos.

            Y que mayor felicidad podemos sentir los padres que ver a nuestras hijas conformar una nueva familia feliz con su esposo e hija que nos llena de orgullo legítimo.

356 PEDRO

            Mi hermano Pedro Ángel Suárez Sandoval, nació en Iquitos, el 01 de abril de 1953, en la calle Ricardo Palma primera cuadra.

            Desde pequeño mostró su carácter reacio a cualquier autoridad y siempre hacía las cosas según las veía él mismo. No era estudioso pero tenía habilidades que lo hacían sobresalir.

            Era delgado pero fuerte y resistente, le gustaba cargar pesos y hacer trabajos físicos y andaba siempre en busca de oportunidades de realizar trabajos.

            Vendía periódicos. En aquel entonces los periódicos locales salían a las 6 de la tarde y los canillitas recorrían las calles voceando su periódico. Así conoció la casa de su Maestro, quien se volvió su principal cliente.

            En el colegio le gustaba marchar y recitar poesías. Allí sí era disciplinado. No se hacía la vaca y siempre estaba estudiando la lección, pero de una manera muy sui generis, propia de él.

            Convertía la lección en un partido de fútbol, con toda la emoción, Alto Amazonas le pasa a Marañón, Marañón le pasa Loreto, Loreto le pasa a Ramón Casilla, Ramón Castilla le pasa a Maynas, Maynas le pasa a Putumayo, Putumayo le pasa a Requena, Requena le pasa a Ucayali y gooool. Las provincias del departamento de Loreto  ya no se le olvidaban.

            Cada Fiestas Patrias llegaba de Lima una feria que se instalaba en la Plaza 28 de Julio. Había tómbolas, quina, tiro al blanco, rifas, etc. pero lo más llamativo era la ruleta que al girar encendía alternadamente sus luces de colores.

            Quien manejaba la ruleta era un maestro en el arte de atraer al público y si caía en una figura siempre tenía una frase para ella: La culebra tal y verde, póngale que nunca pierde; Celín Celín Celidonio primo hermano del demonio, y si salía la bruja el tipo gritaba mi suegra.

            A estas frases Pedro le puso música y lo cantaba al compás de valses criollos y en la casa todos disfrutábamos de su ingenio.

            Era aún muy joven, 12 años, cuando alguien le dio una guitarra. Yo soy músico pero ninguno de mis hermanos quiso estudiar música. Pedro con su guitarra vieja se sentó en una silla en la calle y se amaneció tocando la guitarra. Al día siguiente ya sabía tocarla a la perfección. Así era su carácter.

            A los 15 se escapó de la casa con su guitarra y regresó después de tres meses. Contó que había visitado muchos pueblos y se lo había pasado bien.

            En el barrio había un muchacho de su edad que formó una orquesta con mi hermano como guitarrista. Le decían El Oso. Le animó a realizar una gira.

            Realizaron varias giras. Una fue a Yurimaguas donde fueron contratados para amenizar el Gran Baile Social por el Aniversario de la Fundación de la ciudad. Ocurrió que para el Gran Desfile  Cívico, Escolar y Militar, se presentó la Banda de Músicos de la Fuerza Fluvial del Amazonas. Mi hermano Enrique era miembro de la Banda. Él nos contó el desastre: la corriente eléctrica era muy fluctuante por lo que los equipos electrónicos de la Orquesta estaban regulados por un equipo especial, que sin embargo, debía ser operado manualmente. Para ello había un encargado de la Municipalidad. Cuando subía la corriente lo regulaba, cuando bajaba mucho lo regulaba, de manera que todos los equipos pudieran funcionar normalmente. Pero el encargado estaba enamorado o, quizás, la música era muy contagiosa, lo cierto que el encargado se puso a “tonear”. Se produjo un pico muy alto y se quemaron todos los equipos electrónicos de propiedad de la Orquesta de mi hermano Pedro. Se acabó la fiesta.

            Enrique encontró a Pedro sentado en la vereda rumiando su pena.

            Pedro nunca nos contaba lo que ocurría en sus giras pero en una reunión por su cumpleaños en Lima, en casa de la tía Marta Moreano, los otros jóvenes integrantes de la orquesta contaban  todas las penalidades que sufrieron y se mataban de risa. Solo Pedro no se reía.

            Contaban  lindezas como:

  • ¿Te acuerdas Pedrito? Cuando llegamos a Tarapoto, primer día Hotel, segundo día bancazo en la Plaza de Armas.
  • Cuando fuimos a cobrar encontramos en el camino un tronco de papaya, las frutas estaban pintonas, volvimos a la casa para tajar la cáscara para que suelte la leche y madure más rápido. Cuando llegamos resulta que el contratista había viajado a Iquitos. No importa – dijimos – vamos a la casa a comer papaya verde. Volvimos a la casa y no había ni una sola papaya. La mujer del Oso se los había comido toditas.

            Una de sus orquestas se llamaba Los Silver’s y grabaron dos discos de 45 rpm: Por una varita de caña y Muchachita.

            Pedro se afincó en Lima con su esposa Nancy y sus hijos, Antonio, Jessica y Ricardo.

            Se dedicó a la Imprenta. Tuvo su propia empresa de impresiones y siempre tenía encargos, sobre todo para tarjetas personalizadas de Navidad y polladas.

            Varias veces fueron contratados para trabajar en Uchiza. Parece que festejaban mucho allí que se daban el lujo de llevar orquestas tropicales de Lima.

            Una vez, cuando regresó de su gira, me convidó choclo cocido que había traído de allí. Choclos enormes y dulces.

            Luego de lo cual regresaron todos a Iquitos, el origen de toda la historia y se quedarán allí para siempre.

            Cuando recuerdo a Pedro me pongo a pensar, quizás él hizo lo que todos hubiéramos querido hacer, pero nunca nos atrevimos.

355 LOS PIRATAS DE LOS SIETE MARES

            Este era un barco pirata, de pronto, aparece una fragata inglesa. El segundo de abordo grita:

  • ¡Capitán, capitán una fragata inglesa a babor!


            Entonces el capitán grita las instrucciones:

  • ¡Bajen las velas, coloquen la bandera pirata, todos a los cañones, sables en mano y tráiganme mi chaqueta roja!


            Gana la batalla el barco pirata. Al otro día, nuevamente grita el segundo de abordo:

  • ¡Capitán, capitán una carabela española a estribor!


            El capitán grita de nuevo las instrucciones:

  • ¡Bajen las velas, coloquen la bandera pirata, todos a los cañones, sables en mano y tráiganme mi chaqueta roja!


            Gana otra vez la batalla el barco pirata. Dos días después, el segundo de abordo vuelve a gritar:

  • ¡Capitán, capitán una goleta portuguesa por la proa!


            El capitán grita de nuevo las instrucciones:

  • ¡Bajen las velas, coloquen la bandera pirata, todos a los cañones, sables en mano y tráiganme mi chaqueta roja!

            Gana de nuevo la batalla el barco pirata. Al día siguiente, el segundo de abordo le dice al Capitán:

  • Capitán todos estamos impresionados por sus dotes al dirigirnos en la batalla y lo bien que nos ha ido en la mar. Sin embargo, aunque todos entendemos por qué hay que colocar la bandera pirata, bajar las velas y lo demás, pero discúlpeme, ¿Para qué pide que le traigamos su chaqueta roja?
  • Elemental señor Smith; si por infortunio soy herido en batalla, la tripulación no se desmoralizará porque no se darán cuenta que estoy herido; de este modo siempre ganaremos la batalla.
  • Ah, que interesante y bien pensado mi capitán.

            Tres días después el segundo de abordo grita:

  • ¡Capitán, capitán, dos goletas portuguesas a babor, tres fragatas inglesas hacia la popa y cuatro carabelas españolas hacia proa!

            Entonces el capitán, se rasca la cabeza y grita las instrucciones:

  • ¡Bajen las velas, coloquen la bandera pirata, todos a los cañones, sables en mano y tráiganme mi pantalón marrón!