86 MONTALVO

El 15 de mayo de este año mi hija Luisa publicó en su cuenta de Facebook:

“Disfrutamos mucho de nuestro tiempo mamá e hija así que hoy decidimos hacernos las uñas juntitas, Rafi feliz y yo aproveché también para cortarme el cabello. Todo perfecto en Marco Aldany 2 De Mayo”.

Esto me hizo recordar un mal momento ocurrido años atrás.

El día 09 de enero del año de 2018 mi hija Luisa escribió en su cuenta de Facebook que estaba disfrutando del “Corte para el verano mamá e hija” en el Spa Montalvo de Magdalena.

Le dije

  • Espero que les vaya bien, porque cuando Charito obsequió a tu mamá, por el Día de la Madre, un paquete de atención en el local de Montalvo de Jesús María, la atendieron tan mal y mezquinándole los servicios del paquete, que al regresar a la casa muy molesta, mamá le dijo a Charito que jamás le vuelva a dar un regalo así.

El hecho ocurrió el viernes 10 de mayo del año de 2013. Acompañé a mi esposa esa tarde y ya desde el inicio se produjo una muy mala atención: La recepcionista ni nos miró, ocupada como estaba conversando por celular. Bajamos al interior donde nos informaron que debíamos mostrar la “carta de atención” en la recepción de arriba. Cuando terminó su “importantísima” conversación telefónica la tal recepcionista nos dijo que ya podíamos bajar para que nos atiendan. Nunca hubo un “Buenas tardes”.

Al llegar abajo mi esposa, acostumbrada a ser atendida en Salones de belleza importantes, me dijo que podía retirarme, que ella se las iba a arreglar sola. Nunca lo hubiera hecho.

Regresó a la casa muy fastidiada por la pésima atención. No cumplieron casi ninguno de los ítems que contenía el paquete de oferta por el Día de la Madre. Lo peor fue que ninguna de las chicas le quiso cepillar el cabello. Un joven peinador lo hizo.

Una dama acostumbrada a ser atendida como una reina fue pésimamente tratada en este local. El Paquete por el Día de la Madre era por Ciento Ochenta Soles.

Mi hija Luisa contestó mi mensaje

  • Montalvo es una franquicia, cada local es diferente, Rafaela siempre va al de Escobedo, ahí le cortan el cabello muy bien y con mucho esmero. Yo aproveché que la tenía que llevar para cortarme también, todo bien, buena atención.
  • Quien da la franquicia es el responsable, en este caso todos los locales están en el mismo saco. Ten cuidado. En nuestra casa ese nombre es mala palabra y jamás la mencionamos. Cariños.

Mi hija Charito, quien había comprado el paquete para halagar a mamá dijo

  • Sí, es cierto. A veces es tema de suerte. Yo he ido a todos los Montalvos de Magdalena, Jesus Maria, San Miguel, San Isidro y Miraflores y en todos ha sido variable la atención, lo que no lo hace muy confiable. Igual es bonito ir a la pelu 🙂

Buscando en Internet encontré información pertinente a la franquicia:

¿QUÉ ES REALMENTE UNA FRANQUICIA?

La franquicia consiste en un modelo de negocio en el que una persona física o jurídica otorga el derecho a un tercero de utilizar su marca y trabajar bajo su mismo sistema comercial.

¿CÓMO FUNCIONA UNA FRANQUICIA?

Cuando se realiza un contrato de franquicia, existen dos partes que pueden distinguirse claramente: el franquiciante (la empresa que cede los derechos de comercializar su producto) y el franquiciado (el inversor que adquiere los derechos). Mediante este contrato, se establecen tanto obligaciones como derechos para ambas partes.

Al franquiciante le corresponde recibir pagos correspondientes al derecho de entrada y una regalía periódica pactada. Asimismo cuenta con la potestad de controlar el manejo de las marcas y otros signos distintivos, de exigir el cumplimiento de las instrucciones para la operación del negocio, y de acceder a la documentación necesaria para llevar un control adecuado sobre las ventas y el stock del franquiciado. A cambio deberá proporcionar el know-how, patentes, insumos y todos los elementos necesarios para la operación del negocio.

Por otro lado, el franquiciado tiene el derecho de recibir la preparación y capacitación técnica requerida para manejar las operaciones de la empresa. Sus obligaciones son efectuar el pago del derecho y las regalías, mantener una coordinación constante con el franquiciante y respetar las políticas establecidas respecto a la calidad, precio, atención al cliente, entre otras.

Fuente

Conexiônesan – Apuntes empresariales

Pienso que el señor Montalvo debe prestar más atención a quién le vende la franquicia so pena de echar por los suelos su “buen” nombre. Nunca debe olvidar que “El ojo del amo engorda al caballo”

 

 

85 LAS ANDANZAS DE MI AMADA ESPOSA 3

Mi esposa. Maria Judith, era muy amiguera, en loretano “yanacera”. Conversaba con todo el mundo, como yo le decía “tú eres capaz de hablar hasta con el borrachito de la esquina”.

Pero esta cualidad le permitía enterarse de muchas cosas, algunas falsas pero otras verdaderas y muy útiles.

Supo, por ejemplo que la traumatóloga del Hospital que me estaba atendiendo era la misma que le había enviado a ella a Oncología por un “aumento de la densidad ósea” y el Oncólogo había dicho de ella que era una burra. “Ésta es la burra” me dijo en esa ocasión. Pero también se enteró que el señor que la estaba visitando y que fue quien me diagnosticó y recomendó mi tratamiento, era el mejor Traumatólogo del Seguro Social. Ver Entradas 37 “Esa doctora es una burra” y 38 “Apoyo sicológico” de este mismo blog.

Tenía sus informantes muy útiles, Ana, paisana y vecina, para los chismes y Meche, también paisana y vivía a la vuelta, quien, en cuanto se enteraba, en el primer gobierno de Alan García, que estaban vendiendo aceite, leche o azúcar, en tal o cual parque, venía corriendo a avisarle. De esta manera estábamos todos contentos, teníamos información y alimentos, cosas muy necesarias cuando crías niñas pequeñas.

Una de sus clientes le dijo que su tía es monja y trabaja en el Colegio Canonesas de La Cruz, de esa manera, con su recomendación, pudimos trasladar a Charito a este Colegio, el más prestigiado de Pueblo Libre, donde concluyó su educación escolar. Antes vivíamos en la Plaza Manco Cápac y nuestras hijas estudiaban en el CEGECOOP San Norberto de Santa Catalina.

A Judith le desagradaba la tecnología, habida cuenta que solamente aceptaba el Microondas, la olla arrocera y la cafetera, porque “completaban” su modo de ser. Pero ir al centro comercial Plaza San Miguel era para ella un calvario. Necesariamente teníamos que subir por las escaleras mecánicas y le daba miedo. Creo yo que era lo único que le infundía temor. Ni el tunchi ni la policía le hacían sentir temor y marchaba gritando arengas en las marchas de los Maestros. A un policía que se creyó gracioso y  les dijo a las Maestras que si quieren plata por qué no se dedican a la profesión más antigua, mi esposa le enrostró, le miró a la cara al tal tipo y le dijo “¿Por qué no le dices eso a tu madre?”

Cuando teníamos que subir por las escaleras mecánicas del centro comercial, hablaba con ella y le decía con suavidad “Si te coges del pasamanos verás que tu mano y tu pie van a viajar juntos”. “Solamente tienes que levantar un pie, dar un paso y poner el pie en la faja y cogerte del pasamanos”.

“Para salir – le decía durante el viaje – levantas el pie y das un paso fuera de la faja y te sueltas del pasamanos”. Lo hacíamos todas las veces, pero ella sabía que yo estaba en todo momento a su lado, en cuerpo y alma.

La escalera mecánica

84 LA IMPULSADORA

Una impulsadora es una vendedora que promociona y muestra las ventajas de un producto en un punto de venta (generalmente un supermercado), con el fin de influir en la compra de dicho producto. Un sinónimo de impulsadora es  promotora de ventas.

Fuente: Diccionario Abierto de Español

De hecho, nos facilitan la vida, ayudándonos en la elección de tal o cual producto. Mi esposa me mandaba a Metro del barrio para comprar cosas propias de mujer, champú y acondicionador, tintes  y crema para peinar, etc, y acudía a las señoritas del área de cosméticos quienes me informaban acerca de sus bondades para elegir mejor.

Cabe anotar que jamás he usado champú ni acondicionador y la cabeza me lavo con el mismo jabón de baño con el que lavo mi cuerpo.

Mis favoritas eran la impulsadoras de Monterrey y Todos, cercanas a nuestra casa en Pueblo libre. La impulsadora de Pepsi me veía llegar, saliendo del trabajo, me señalaba con el dedo y decía “helada”. Encantadoras las impulsadoras de queso y jamón, nos atiborrábamos con ellos. Una tarde vino a visitarnos mi sobrina Nena con todos sus hijos, gustosamente los llevamos con mis hijas a “pasear” por estas dos tiendas y también ellos salieron encantados con la atención y ahítos.

En cierta oportunidad se nos acercó una señorita, iba yo con mi hija Charito, y la chica nos ofreció el champú Head and Shoulder. Charito le dijo

  • Me da caspa
  • A mí también – contestó la joven

Lo dijo mientras nos sonreía. Me pareció la joven impulsadora más encantadora de todas las que he visto, por su sinceridad, pero trabajo es trabajo.

Otra joven me hablaba y no le di importancia, mientras miraba lo que había ido a buscar, y ya me estaba retirando hasta que le escuche decir, “no le tiene que poner sal ni ajo”. Me llamó fuertemente la atención. Todo el mundo sabe que cuando uno cocina el tema más escalofriante es la cantidad de sal a poner, y ajo no le ponía nunca.

Regresé donde la joven y le pedí que repitiera todo lo que había dicho, ahora sí le prestaba toda la atención del mundo. Desde entonces en casa es obligada la presencia de Deli Arroz en la cocina y es el favorito de mi yerno Pedro, quien es el “arrocero mayor del reino”. Todos cocinamos el arroz en todas sus formas con Deli Arroz.

En otra oportunidad, un joven impulsadora me ofreció queso fresco Bonlé en un pequeño y endeble táper. Le dije

  • El problema con el queso fresco es que no dura, el frío de la refrigeradora lo quema y luego tengo que botarlo
  • Yo vivo sola – me dijo – y un táper de esto me dura 15 días y se conserva muy bien
  • ¿En serio?
  • Sí, además tiene muy buen sabor

Gracias a la impulsadora conocemos uno de los mejores quesos frescos de la ciudad de Lima y estamos satisfechos con este producto así como también con los quesos curados.

Dios ha puesto a las impulsadoras en  nuestro camino para hacernos la vida más fácil y más satisfactoria. Gracias Señor.

La impulsadora

83 LAS ANDANZAS DE MI AMADA ESPOSA 2

Maria Judith Alva Rivera de Suárez, como reza en su DNI, es mi esposa, afectada por el Mal de Alzheimer y ha perdido el conocimiento, la memoria y la razón.

Pero lo que no perdió ni perderá jamás es el amor de su esposo, hijas, yernos y nietas. Recordamos con cariño todo lo que a ella se refiere porque ella se hizo grande en nuestro corazón, porque ella nos amó primero.

No era muy afecta a la tecnología, excepto en lo que se refiere al café, el arroz y el microondas.

Me fastidió mucho su tenaz oposición a la compra de una cámara filmadora  Super 8 en Sears Roebuck, ahora es Saga, donde podía pagarla hasta en 24 meses. Realmente casi todas nuestras cosas las compramos en Sears pagándolas en 24 cuotas, refrigeradora, lavadora, cocina, cama camarote, muebles de sala, cámara fotográfica Zorki, copia exacta de la cámara alemana Leica, entonces la mejor cámara fotográfica del mundo. Me fastidió mucho, sí, y por eso  nunca tuvimos cámara filmadora. La lavadora la compramos a insistencia de Claudia nuestra segunda hija melliza porque en la televisión se mostraba con una canción pegajosa: “solita lava, solita enjuaga, y en Sears, solita se paga”. Es la lavasola de Sears que nos duró muchísimos años.

Cuando teníamos que comprar algo, mirábamos en El Comercio el anuncio sobre qué producto castigaba esa semana Sears. La rebaja era de hasta la mitad del precio. Entonces estábamos a la caza de la oportunidad. Acostumbramos ir toda la familia a la tienda, pues era inmensa y había siempre muchas novedades que daba gusto verlas, además que era una manera de enseñar a nuestras hijas a observar, indagar y decidir la mejor compra. La experiencia podía serles muy útil en su vida futura.

Habíamos comprado nuestro primer televisor a colores, Tatung, pero en esa época teníamos que instalar una antena en la azotea de nuestro edificio de 4 pisos y conectar al televisor en nuestro departamento con cable para antena. Pero aun así la imagen no salía muy bien y teníamos que reorientar la dirección de la antena continuamente.

Cuando pasamos a vivir en Pueblo Libre la cuestión no mejoró mucho. Vimos en esa oportunidad un anuncio de una antena especial que se ponía junto al televisor y se veía una imagen nítida. Se vendía en un local de Carsa en la avenida Larco en Miraflores. Fuimos todos, y mientras veíamos extasiados el funcionamiento de la dichosa antena especial, vino mi esposa a decirme que había negociado un “paquete de aparatos”: un enorme horno microondas, una olla arrocera grande y una máquina cafetera, y solamente teníamos que pagar una única cuota al mes, y nos lo entregaban en ese mismo instante.

Las compras de mi amada esposa

Siempre me ha llamado la atención la capacidad de mi esposa para negociar, a nivel experto, pero esta vez la sorpresa fue mayor, se salió de todos los límites: Mi esposa adquiriendo aparatos de alta tecnología, era simple y llanamente increíble.

Cargamos todas las cosas en nuestro SW Datsun y volamos a nuestra casa. Nadie se acordó de la antena. Un VHS adquirido en la Feria del Hogar, el mismo lugar de la Feria Internacional del Pacífico, vino a solucionar el problema. ¿Para qué queríamos buena imagen en el televisor si podíamos ver una película completa sin cortes de publicidad y bien nítida?

Una semana después de nuestra mágica adquisición, se produjo inundaciones en el norte, en la Refinería de Talara que originó desabastecimiento de gas propano. Nuestra cocina a gas estaba inútil, pero doña Maria Judith nos tenía el almuerzo a la hora. ¿Cómo fue posible? Se las arregló para cocinar todo el almuerzo en su gran horno de microondas.

¿Cómo se animó a cocinar en un aparato que jamás había ni siquiera escuchado su nombre? “La necesidad”, me dijo.

La he visto dorar el ajo y la cebolla en su olla arrocera para presentarnos un inmejorable arroz, como dice mi hija Claudia “arrocito recién hecho, qué rico”. Pienso que su arrocera fue muy de su agrado porque, inquieta como era, la olla arrocera eléctrica cocina sola. No le tienes que estar cuidando, bajando el fuego, poniendo la plancha de metal para que no se queme, etc.

Y la cafetera eléctrica definitivamente era su favorita De pequeños, solamente hacíamos café en olla, pero en la cafetera eléctrica la ves pasar gota a gota deleitándonos con el aroma de café que se está haciendo, para degustarlo con fruición una vez que termina de pasar.

Una vez asentó la jarra de vidrio de la cafetera sobre la mayólica de la mesa de la cocina, quizás con más fuerza que la requerida, y se rajó. No dijo nada, nunca decía nada cuando algo no andaba bien, pero cuando bajé a la cocina a ver en que podía ayudar encontré a la cafetera pasando café en un táper de plástico. ¿Y la jarra? “se rompió” me dijo.

En los supermercados de nuestro barrio, Monterrey y Todos, vendían milanesas en táper de plástico redondo con tapa. Venían 10 milanesas. Era de plástico grueso y resistía el calor de la plancha de la cafetera, así que doña Judith no se quedaba sin su café de cafetera eléctrica, de ninguna manera.

Cuando me operaron de desprendimiento de retina me cuidaba con dedicación. Durante 6 meses no me dejaba cargar una caja de cerveza, prefería cargarlas ella. Una mujer de 1.65 m y 45 kilos de peso cargaba la cerveza sin ningún empacho. Cuando ella decía no, más valía no contradecirla. “A cocachos aprendí”.

Mi hija Claudia estudiaba Diseño Gráfico en la Facultad de Artes Plásticas de la Pontificia Universidad Católica y allí les enseñaban en computadoras Macintosh, de manera que no se opuso a la adquisición de un Centro de Cómputo PowerMacintosh de Apple, computadora, escáner e impresora, por la irrisoria suma de diez mil dólares. Así aprendió a no oponerse a la tecnología, convertida ya en una necesidad, al igual que su microondas, su arrocera o su cafetera.

La Power Macintosh y la PC de mi casa

 

 

81 EL HIJO AUSENTE

Cuando era niño, en la ciudad de Iquitos, mi mamá me contaba siempre sobre las historias que había leído o las películas que había visto. La mayoría de las películas que veía eran del cine Argentino y del cine Mexicano.

Conocía a Carlos Gardel, Hugo del carril, Libertad Lamarque, Pedro Infante, Arturo de Córdova, Jorge Negrete, Luis Aguilar.

Una curiosidad que mencionaba era que cuando vivía Jorge Negrete era el Número 1 y Pedro Infante era el Número 2, Luis Aguilar era entonces el número 3.

Al morir Jorge Negrete, Pedro Infante pasó a ser el Número 1 y Luis Aguilar el Número 2. Y cuando murió Pedro Infante, nadie más fue considerado el Número 1, en México.

Un tema que me narró varias veces era el de una película argentina en la que un joven tiene que viajar lejos de su tierra y su madre siempre lo esperaba.

Cuando enfermó la madre, internada en el Hospital, miraba todo el tiempo hacia la puerta. Nadie sabía por qué miraba la puerta, nadie sabía qué era lo que esperaba, ni a quien esperaba.

Y toda la función era que la madre miraba hacia la puerta, hasta que un buen día el hijo ausente se enteró y regresó después de muchos años a su pueblo y fue al Hospital. Su madre al verlo se alegró tanto que rápidamente se recuperó.

Era un tema recurrente en las historias de mi madre.

El único hijo ausente en mi casa era mi hermano mayor Raúl (QEPD), militar destacado en la zona de las guerrillas.

Cuando mi madre enfermó fue internada en el Hospital Iquitos y me di cuenta que ella siempre miraba hacia la puerta. Pienso que ella imaginaba que su hijito Raúl llegaría al fin y se sanaría, como en la película.

Pero la vida real no siempre tiene finales felices.

Mi hermano nunca llegó y mi madre falleció sin llegar a verlo.

Tampoco llegó al velorio ni al entierro. Cuando pude verlo en Lima, me dijo que había jurado no volver jamás a Iquitos. ¿Qué habría pasado para tamaño juramento?

Su secreto se lo llevó a la tumba.

Pero nosotros siempre recordamos a nuestra madre con mucha alegría y nos sentimos felices y contentos de haberla acompañado hasta el final. Recuerdo con cariño las historias que me contaba, muchas de las cuales forman parte de los libros que he publicado.

Cuando recuerdo este pasaje de mi vida en mi mente resuena la última estrofa del canto a María “Hoy he vuelto”

Aunque el hijo se alejara del hogar,

una madre siempre espera su regreso.

Que el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor

es su madre y el milagro de su amor.

 

Hoy he vuelto, Madre, a recordar,

cuántas cosas dije ante tu altar,

y al rezarte puedo comprender

que una Madre no se cansa de esperar.

El Señor la tenga en su Gloria. Bendita seas Madre Querida.

Mi hermano Raúl