138 UNA INTERVENCIÓN QUIRÚRGICA

            “Una Intervención quirúrgica es una práctica médica específica, realizada por un cirujano, que permite actuar sobre un órgano interno o externo. El paciente ha recibido anestesia local o general para que el cirujano pueda realizar una incisión más o menos importante para hacer pasar los instrumentos de trabajo. Una intervención quirúrgica se realiza en un quirófano estéril, es decir, limpio de todo tipo de gérmenes que puedan infectar al paciente”.

Fuente: EcuRed, disponible en

https://www.ecured.cu/Intervenci%C3%B3n_quir%C3%BArgica

En el continuo devenir de nuestra historia ocurre muchas veces la necesidad de tener que someternos a una Intervención quirúrgica por ser de vital importancia.

A mi amada esposa le hicieron tres operaciones cesáreas: la primera para hacer nacer a nuestras mellicitas, la segunda para extraer un óbito fetal (nuestro varón, Jorge Noé, quien falleció en el útero 15 días antes de nacer) y la tercera para hacer nacer a nuestra última hija Charito. Las cesáreas fueron realizadas de manera tradicional, corte longitudinal. Definitivamente mi amada esposa ha sido siempre una mujer extraordinaria y valiente. Muy valiente.

Además se tuvo que someter a una Colecistectomía, donde en una operación tradicional le extrajeron la vesícula biliar. Tardó 15 días en recuperarse para salir del hospital. Finalmente le realizaron una Apendicectomía por el método laparoscópico en la Clínica Stella Maris. Una maravilla, al día siguiente estaba hablando por teléfono con todas sus amistades.

En cuanto a mí, tengo 5 intervenciones en la vista. La primera para extirparme un pterigion (carnosidad) en el ojo izquierdo. Lo realizó el doctor Marín, Gineco obstetra, catedrático de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP) y dueño de la Clínica Marín que tenía un convenio con la Universidad, por el cual los estudiantes éramos atendidos en dicha institución. Me dijo que es una operación simple y fácil de hacer y no había necesidad de llamar a un Oculista.

Le hice caso, me operó en el quirófano cosiéndome con sutura común y estuve tres días internado en la clínica. Antes de los tres meses apareció lo que llaman una recidiva. Volvió a salir la carnosidad. Esta vez fui al Oculista, el doctor Efren Percibal Escobedo Ruiz, y logré que la Universidad pague la operación. Ésta se realizó en su propio consultorio en una intervención ambulatoria y la sutura fue con catgut que se reabsorbe, es decir, que no se retiran los puntos. Nunca más apareció la carnosidad.

Luego tuve cataratas en el ojo izquierdo, fui operado en Lima por el doctor Luis Guzmán Ahumada, en un procedimiento ambulatorio en su mismo consultorio. En el mismo ojo tuve desprendimiento de retina, cuando me di cuenta ya había avanzado bastante. Me operó el doctor Guzmán en procedimiento ambulatorio. Pero mi ojo nunca quedó bien, la retina ya se había desprendido bastante y a pesar de la pericia del médico quedó pliegues que dificultan una visión correcta. Ambas operaciones los costeó mi Seguro Médico Familiar de la Cervecería Backus.

Ya mayor, tuve cataratas en el ojo derecho. Me atendían en el Ancije (Hospital geriátrico del Seguro Social para maestros jubilados). La Oculista me envió al Policlínico Grau y luego de todas las pruebas y análisis de riesgo quirúrgico me dijeron que mi cristalino es muy chico y ellos solo tienen lentes intraoculares grandes. Me enviaron al Hospital Guillermo Almenara, donde entre citas a los 30 días, exámenes, más pruebas de riesgo quirúrgico (solo duran tres meses), hasta potenciales evocados me realizaron, se pasaron dos años y en el ínterin quedé totalmente ciego del ojo derecho y con el ojo izquierdo que no ve bien, calculen mi zozobra y mi molestia. El médico Oftalmólogo responsable era el doctor Jaime Lu León. Médico muy capaz y famoso en el campo de la oftalmología, pero de comportamiento áspero, pedante y mal trato a los pacientes asegurados que originaron una carta de reclamo a Defensoría del Asegurado que fue atendido correctamente.

Estaba afuera de su consultorio esperando mi turno cuando vi pasar al médico de la Defensoría rumbo a la oficina del Director del Hospital. Al poco rato le hicieron llamar al doctor Lu. Cuando regresó, callado y mirando al suelo, comprendí que había recibido una buena reprimenda. Desde ese mismo momento se notó un cambio total en su modo de atender a los asegurados, hasta le vi cariñoso con una dama mayor, como debía ser siempre el comportamiento de todos los trabajadores de la seguridad social.

Cuando finalmente llegó la hora de la operación, considerada Cirugía Mayor ambulatoria, es decir, realizada en el quirófano con todo el bagaje que lo acompaña, pero solamente permaneces un par de horas en recuperación y luego puedes ir a tu casa.

Es política del Essalud que para cualquier procedimiento debes ir acompañado de un familiar. Estaba mi esposa y mi hija Luisa. Luisa puede entrar haciendo ver su carnet de

Cirujano Dentista Colegiado a las instalaciones del Seguro Social.

Finalmente tuve problemas con los meniscos de la rodilla izquierda. Mi rodilla se doblaba para atrás. Fui atendido en el Servicio de Atención Médica (SAM) de la cervecería por el Traumatólogo José Arias Calagua quien me indicó que debía operarme   de los meniscos en la Clínica San Felipe donde me hicieron una evaluación previa. Como evitaba usar la rodilla izquierda por el temor que se voltee hacia atrás, había perdido una importante masa muscular con respecto a la pierna derecha y la recuperación posoperatoria sería muy lenta. Calculaban que había perdido un kilo y medio de masa muscular. El doctor Arias me explicó que todas las articulaciones se deben usar todo el tiempo, de lo contrario se van a formar “cordilleras” en esas articulaciones y entonces su uso será doloroso.

Decidieron que debía someterme a un tratamiento por dos semanas que consistía en sentarme en una silla alta con dos kilos de pesas amarrados a mi pie izquierdo y hacer movimientos arriba abajo hasta recuperar la masa muscular perdida. Me  explicó  que  la traumatología está cambiando, si se inflama, ahora se aplica hielo, ya no bolsas de agua caliente. Llegado el momento de la operación me hicieron laparoscopía. Podía ver el interior de mi rodilla en un monitor. Recortaron algunos cabos sueltos y los otros fueron atados para reforzarlos.

El interior de la rodilla se ve como agua sucia en la pantalla.

Cuando tuve un infarto a las vías coronarias en el año 2013, me atendieron en el Hospital Santa Rosa de Pueblo Libre y luego de estabilizarme me derivaron al Hospital Rebagliati donde me sometieron a una delicada operación para colocarme un stent en la arteria que había colapsado. Fue una intervención “de película”: por una arteria en la muñeca derecha me introdujeron el stent que viajó hasta alojarse en el lugar correcto junto al corazón y todo el viaje fue monitoreado, observado en cuatro monitores sobre mi cabeza. Una vez en su sitio subieron el quirófano hasta que casi tocaba mi pecho al dispositivo y sentí como que estaban planchando la arteria porque era muy caliente. Salí muy bien.

En el año 2019 sufrí un accidente en el baño de mi casa. El personal médico del Cuerpo de Bomberos me atendió de emergencia, pararon la hemorragia y me vendaron la ceja, la pierna y la nariz. En el Hospital Rebagliati me suturaron la ceja izquierda y la pierna izquierda. La piel de la nariz se me había rebanado y prefirieron que me atendiera el Otorrino en su consultorio en «consulta de emergencia». El especialista no me suturó sino me puso un esparadrapo especial para mantener la piel en su sitio y pueda así cicatrizar.

Emergencia del Hospital Rebagliati presenta muchas trabas burocráticas que dificultan y demoran la atención de urgencias. Cada vez que acudía a la cita para revisión pasaba 6 horas en el Hospital. Para remate, no retiran los puntos de las suturas sino que te dicen que vayas a tu Centro Asistencial para que te saquen los puntos. A nosotros nos atienden en el Padomi, es decir, no tenemos centro asistencial. Felizmente mi hija Luisa es Cirujano Dentista y ella me quitó los puntos. Pero mes a mes nos descuentan de nuestras pensiones la cuota de Essalud. No es agradable ser atendido en Emergencia del Hospital Rebagliati.

Es una apretada síntesis de las intervenciones quirúrgicas que nos tocó vivir, sin mencionar las cesáreas que nuestras tres hijas tuvieron que sufrir para tener a sus bebitas que son un amor. Definitivamente las mujeres son las campeonas. Dios las bendiga siempre.

 

137 LA PRESIÓN ARTERIAL

            “La presión arterial es la fuerza de su sangre al empujar contra las paredes de sus arterias. Cada vez que su corazón late, bombea sangre hacia las arterias. Su presión arterial es más alta cuando su corazón late, bombeando la sangre. Esto se llama presión sistólica. Cuando su corazón está en reposo, entre latidos, su presión arterial baja. Esto se llama presión diastólica.

            La lectura de su presión arterial usa estos dos números. Por lo general, el número sistólico se coloca antes o por encima de la cifra diastólica. Por ejemplo, 120/80 significa una presión sistólica de 120 y una diastólica de 80.

            Usted tiene presión arterial alta si sus lecturas muestran que: Su presión sistólica es mayor de 140 y su presión diastólica es 90 o mayor”.

Fuente: MedlinePlus – Información de salud para usted, disponible en https://medlineplus.gov/spanish/highbloodpressure.html

Existen tres tipos de aparatos para medir la presión arterial:

  • Tensiómetro de mercurio, es el más exacto y menos expuesto a errores, para su uso se requiere un estetoscopio.
  • Tensiómetro de aire, es el más utilizado y es también un aparato preciso e igualmente necesita de un estetoscopio para su uso. El manómetro debe calibrarse.
  • El medidor electrónico, este tipo de aparato se utiliza mucho para realizar el autocontrol, no necesita estetoscopio porque lleva un detector del pulso incorporado y es de fácil manejo.

En los Hospitales del Estado y de Essalud usan el tensiómetro de mercurio. Es fuera de estas instalaciones que utilizan los tensiómetros aneroides, esos que tienen un dispositivo de metal con una aguja que indica la lectura en un disco con números. El fabricante recomienda calibrarlo cada dos años.

En la cervecería teníamos una Sección de Instrumentación y todas las semanas enviábamos todos los manómetros de nuestros instrumentos de medición de gas carbónico. Pues, tenemos una regla: si haces 100 mediciones a la semana, se debe calibrar cada semana.

Pero el personal de salud que usa estos aparatos no tiene ni la más mínima información de metrología y nunca hacen calibrar sus manómetros y van por la vida dando cada susto a quienes por desconocimiento se dejan medir su presión arterial. Y lo escriben en un papelito para dar mayor énfasis de formalidad.

Acompañé a mi esposa a “recoger” su Boleta de pago a la DEL (Dirección de Educación de Lima). En ese entonces se recogía en el patio posterior donde en la primera semana de cada mes sentaban sus reales algún instituto para realizar podología, a los maestros jubilados. Ponían un letrero grosero e indignante: Para hacerse la podología deben lavarse los pies. Decirle eso a un maestro que se ha pasado la vida enseñando higiene y salud a sus alumnos es de una torpeza mayúscula. Y que el Director lo permita es aún peor.

Un vez encontramos también una carpa de lona, del tipo que usa la Cruz Roja (no era de ellos), donde te invitaban a medirte la presión arterial. Siempre le he explicado a mi esposa y a mis hijas y nietas que nunca se deben medir la presión con esos manómetros metálicos porque quienes los usan nunca los calibran y su lectura es, por lo tanto, falsa.

Pero mi esposa, terca como ella sola, entró a la carpa aun cuando le dije que no debía hacerlo. Mi padre hubiera dicho que era “contra el tren”. Salió con el dichoso papelito donde estaba escrito el número 40.

Le expresé que esa presión no existe, pero, más terca todavía, me respondió:

  • Si yo siento que tengo la presión alta. ¿Vas a saber más que yo cómo me siento? Mi cabeza va a estallar.

Nunca he discutido con ella. El padre Ricardo Rebolleda me dijo una vez que a lo mejor ese es mi carisma. Puede ser.

El lunes siguiente la llevé al Hospital “Santa Rosa” de Pueblo Libre, entramos a Emergencia y le entregamos al médico de Guardia el tal papelito, que por su puesto lo arrugó y lo botó al tacho al tiempo que decía que eso no existe, no puede existir. Le midió la presión con el tensiómetro de mercurio y su presión estaba normal, causando decepción a la doña “cuya cabeza ya iba a reventar”.

Viendo el carácter de mi esposa el médico sugirió que durante 10 días se mida la presión en el mismo lugar y a la misma hora, al final de los cuales volviéramos con él. Así lo hicimos. Todos los días a las 8:00 am. Nuestra casa está a cuatro cuadras del Hospital, de manera que íbamos caminando. Al término de los diez días acudimos a la evaluación y el doctor le dijo mostrándole el registro: usted no tiene presión alta. Ni una sola vez ha marcado un valor diferente.

Si de algo hemos estado siempre orgullosos es que ninguno de los dos ha sufrido nunca de problemas de presión arterial y tampoco nuestras hijas o nietas.

Pero qué tal problema que ocasionan estas personas que pululan por todas partes ofreciéndose a medirte la presión con sus tensiómetros destartalados y sus manómetros oxidados.

Cuando vivía mi hermana Mónica, quien sufría de problemas renales y le hicieron un trasplante, tenía que medirse la presión cada día, le compré un medidor digital japonés. Todo estaba en japonés, pero como me dijo el vendedor en la Av. Emancipación, no tienes que saber japonés: con este botón se enciende y se autocalibra, se pone el manguito y con este botón se hace la lectura en números grandes en español. Un dispositivo muy bueno, mejor que el manómetro oxidado de la botica donde se iba a medir su presión. Y si por “quítame una paja” se angustiaba, corría a medirse ella misma la presión y se quedaba luego tranquila.

 

136 EL PROFITO

Llegamos, con la Gracia de Dios, al Quinto año de Secundaria, hito final que nos significaría  el inicio a la vida real.

Más de un profesor nos había hablado que la etapa más hermosa de la vida de las personas era la época del colegio, porque después viene la Universidad y la vida profesional, etapa de competencias y rivalidades. Que cuando somos colegiales somos hermanados y nos apoyamos unos a otros.

Para bien o para mal acabé en un programa de estudios diferente. Al entrar al Cuarto Año tuvimos que elegir si queríamos seguir la carrera de Ciencias o Letras. Antes se estudiaba todos los cursos sin este distingo. Pero ahora, quienes elegimos la carrera de Ciencias teníamos un apretado  programa de Revisión de Matemáticas. Muy útil para quienes nos dedicaríamos a las carreras de Ingeniería, pero para otros podía ser muy apabullante.

Teníamos 5 horas semanales de Revisión de Matemáticas, es decir todos los días, de lunes a viernes, a primera hora, pero nuestro profesor nos lo ponía muy fácil. El profesor Luciano López Sangama era un funcionario del Colegio, Jefe de Normas, pero en matemáticas era muy hábil y completamente creativo y muy trabajador.

Todos los días tomaba Paso (Examen ligero) rápido en sólo 10 minutos. Recogía las pruebas e iniciaba la clase. A la siguiente clase nos entregaba nuestras hojas con  la calificación. Podías sacar 20 o podías sacar 0, según si habías repasado el tema de la clase o no. Todas las notas las promediaba. Todas valían.

Por esta habilidad y el hecho de conversar con todos los alumnos en todo momento, dentro y fuera de clase y sobre cualquier tema, los compañeros lo apodaron “El Profito”: Un Profesor que vale oro, y lo apreciábamos sinceramente y su enseñanza nos fue enteramente útil en nuestra etapa universitaria y profesional, sobre todo en cuanto a la rapidez natural para enfocar y resolver los problemas de matemáticas. Profito vendría a ser el modismo loretano de Profesorcito, diminutivo castizo de Profesor.

Nuestra etapa de Colegio se refiere a la Gran Unidad Escolar “Mariscal Oscar. R. Benavides” de Iquitos.

Pasaron muchos años, pasamos a vivir en Lima y una tarde, al salir del trabajo en la cervecería Backus pasé por la Cooperativa Santa Teresita, en la cuadra 8 de la Av. Arequipa, para pagar la cuota del préstamo que saqué para comprar mi carro. Allí me encontré con El Profito. Seguía de Profesor en Iquitos y era dirigente de la Cooperativa de Profesores del Colegio y había venido en Comisión a Lima para establecer un Acuerdo entre Cooperativas.

Al instante nos reconocimos y conversamos. Los profesores suelen no cambiar de aspecto y los alumnos sí, pero me reconoció de inmediato y sabía mi nombre. Luego de hablar un poco nos despedimos.

Salí de la cochera donde había guardado mi carro y al pasar por delante de la Cooperativa estaba el Profesor esperando un taxi. Lo invité a subir ofreciéndome a llevarlo a donde necesitaba ir. Iba a Miraflores.

Conversamos ampliamente y le dije que era Ingeniero Químico graduado en la UNAP de Iquitos, que trabajaba en la Cervecería Backus, que tenía casa propia donde vivía con mi esposa y mis tres hijas y el carro nuevo en el que lo estaba llevando.

Muy emocionado me dijo, palabras que jamás olvidaré «Jorge, estoy gratamente complacido porque veo que eres un hombre de provecho, eres un hombre de familia, tienes casa propia, carro propio: Eres un triunfador. Nada satisface más a un profesor que ver a un alumno triunfar en la vida. Te felicito Jorge».

Un gran hombre, eso es el Profesor Luciano López Sangama. Honor a él.

Mi auto Station Wagon Modelo 1982

 

135 MI RECETA PROPIA

No es que haya inventado las recetas, aunque muchas de ellas son creaciones propias o de mi esposa o de mis hijas. O también de la casa de mis padres.

El tema es que las recetas dan la vuelta al mundo y muchas de ellas son características de un país, región o pueblo, y lo consideran una cuestión emblemática.

Como ejemplo podemos mencionar que la pizza es italiana, el pan de queso usualmente lo preparan los ecuatorianos y los brasileros, el pan de jamón viene a ser símbolo de la navidad venezolana. Aunque en muchas partes del mundo existe el plátano  y lo comen cuando está verde, nosotros consideramos el inguiri y el tacacho propios de nuestra Selva Amazónica.

Por ahí ofrecen “Aeropuerto” con cecina cuando todo el mundo sabe que la técnica ancestral de conservación de la carne con la técnica del “ahumado” es naturalmente de la Amazonía.

¿Por qué, entonces el tema de la receta propia? Porque todos los cocineros tienen su “propia” receta para los muchos potajes que circulan por el mundo y cada uno tiene sus propios ingredientes, sus propias cantidades de ingredientes, sus propios métodos de preparación, sus propias recomendaciones y hasta sus propias alertas: ¡Ojo! No hacer esto.

No hay una sola receta que consiga ponerlos de acuerdo y nosotros tenemos que lidiar con ello.

Si han comprado mi libro “La cocina de la Abue” habrán comprendido que, justamente, evita esto: Una sola temperatura de horno para todas las preparaciones = 170ºC, sea panes, tortas, pescado, res, cerdo, etc. Ya depende del horno que tenga en casa cada quien para controlar exactamente sus tiempos sobre la base recomendada. Quienes me han leído han comprendido ya que el libro es a propósito para aquellas personas que no quieren cocinar pero deben hacerlo y así se evitan tener que estar revisando docenas de recetas tan disímiles para hacer algo tan sencillo como un buen plato de comida, el postre y la bebida.

Mi comadre Clara Alván subió al Facebook una foto con pan jalá. Hacía días que estaba deseando probar mi receta y con esa ocasión lo preparé y subí la imagen al Facebook. La tía Clarita preguntó a mi hija Charito si lo había hecho con la receta que ella había colgado. Dije a mi hija que lo hice con mi receta propia. Charito respondió a la tía Clarita “Dice que lo hizo con otra receta”.

La verdad es que todas las recetas de pan jalá indican 1 kilo de harina y yo jamás he manejado tal cantidad. En casa somos solamente 5 personas de poco comer  y lo más que uso son 4 tazas de harina (500 gramos).

Por eso son mis “recetas propias”, tomadas de aquí y de allá, adaptadas a los ingredientes que tenemos acá y con las cantidades que necesitamos. Es trabajo de Ingeniería adecuar las cantidades de levadura, sal, azúcar, leche, aceite o mantequilla a la cantidad de masa que deseo obtener.

Acabamos de pasar el invierno más frío de los últimos 20 años y mi masa no leudaba. Charito me informó: Dice Sandra Plevisani en su programa de televisión que si la receta dice leudar 2 horas, hazlo en 4 horas, es decir el doble de lo que dice tu receta. Fue el “santo remedio” y mis panes siguieron estando buenos como el que más.

Mi hija Luisa me dijo que Sandra Plevisani recomienda que cuando hagas una torta ponle papel en el fondo del molde y enmantequíllalo debajo del papel y encima del papel y los costados. Fue una observación oportuna. Así todos nos pasamos la voz cuando nos enteramos de algo para que de esta manera todos lo realicemos del mismo modo, para esto son los almuerzos de los sábados que los venimos realizando desde que nuestra hija Claudia se casó y se fue a vivir a su casa.

En mi libro puse énfasis en el uso de 3 tazas de harina para mis panes pita y campesino. Charito y su esposo son fanáticos de estos panes, pero me dijeron que resultaba “fallo”. Es decir que les faltaban los panes, sobre todo que ahora también Ainhoa los come, de manera que ahora trabajo con 4 tazas de harina, con los ingredientes calculados convenientemente.

En el Segundo Tomo de «La Cocina de la Abue» mis recetas estarán basadas en estas cantidades y daré mayor énfasis a la cocina loretana que es, desde siempre, especial.

El autor preparando Torta de higos para mi nieta Ainhoa

Nuestra pizza y hamburguesas de garbanzos

 

134 UNA MASCOTA

            Mascota es un término que procede del francés mascotte y que se utiliza para nombrar al animal de compañía. Estos animales, por lo tanto, acompañan a los seres humanos en su vida cotidiana, por lo que no son destinados al trabajo ni tampoco son sacrificados para que se conviertan en alimento.

Fuente: Definición.DE disponible en https://definicion.de/mascota/

Jamás me ha interesado tener una mascota de ningún tipo. Siempre decía que los únicos animales que puedo aceptar son los que pongo en el plato para comer.

Pero “El hombre propone y Dios dispone…”.

Cuando vivíamos en la calle Pablo Rosell en Iquitos, venía siempre a mi casa un gato color naranja atigrado y lo hacíamos correr. Pero un día, estábamos toda la familia en la sala y mi hermana Mary Wilma estaba mirando una revista que estaba sobre la máquina de coser, de espaldas a la calle, cuando un enorme murciélago ingresó por la ventana y venía directamente hacia ella, iba a impactarla en la espalda y antes que yo pudiera golpear al murciélago para evitar el contacto apareció de la nada el gato y lo atrapó al vuelo y se lo llevó hacia la huerta.

Desde entonces el gato fue el héroe. Le pusieron de nombre “Michina”. Y aunque después nos dimos cuenta que era macho se quedó con ese nombre, producto de la emoción. Entonces le servíamos todos los días un plato de leche y dispusimos un plato exclusivamente para él. Murió de viejo.

Cuando formamos nuestra familia dije a mis hijas la misma cuestión: que no queríamos mascotas de ninguna clase, aunque muchas veces les relaté el caso Michina. Pero la Profesora Alicia del Callao, colega de mi esposa cuando le tocó trabajar en El Callao, criaba a una niña y el doctor le recomendó que le proporcionara un gato para su terapia. Adquirió en una Veterinaria un gato de Angora, hembra. Cuando le llegaba el tiempo llevaba el gato a la Veterinaria y la hacía cubrir. Cuando tuvo sus crías nos regaló  uno. Venía de la Veterinaria bien educado. Como yo había dicho nada de mascotas lo metieron a escondidas en la casa. Nuestras hijas mellizas se encariñaron con él.

Un día vino el Cartero y al ver al gatito nos dijo: “Son muy lindos, pero muy ingratos, apenas abres la puerta se largan”. Y así fue. Las empleadas no son a propósito para cuidar mascotas.

Una segunda vez Alicia nos regaló otro ejemplar y ocurrió lo mismo. El gato se fue. Y La Victoria no es un lugar donde alguien te venga a devolver tu mascota: un gato de Angora es dinero inmediato.

Nació Charito y entonces vivíamos en Pueblo Libre. Como yo no quería mascotas ella adoptó un caracol. Le tenía en un vaso con sus hojas de lechuga, pero el caracol trepaba las paredes del vaso y salía o se caía sobre la mesa. Una vez pusieron el vaso al filo de la mesa y la caída fue hasta el suelo y se reventó. Adiós caracol.

A mi esposa le regalaron un pollito y Charito lo tomó como mascota. Le pusieron de nombre Gervasio pero también le llamaban “Pollo Gordo”. Creció y se hizo tremendo, todo un gallo. Charito quería ponerle collar y correa para sacarlo a pasear pero la empleada se negaba rotundamente a salir con él. Gervasio era muy celoso.

Mi sobrino Pepe Barreyro tenía un amigo que criaba un perro Pekinés. Cuando tuvo su cría le regaló uno y él le trajo a Charito. Ella contenta. También lo metieron a escondidas a la casa. Le pusieron de nombre “Sting” y fue la mascota de toda la familia. Yo decía que era mi hijo varón, pero la única que le bañaba, despulgaba y atendía su alimentación era la mamá, a la vez que limpiaba sus heces. Era Sting muy educado, lo entrenan en la Veterinaria.

Cuando Gervasio vio a Sting se abalanzó sobre él y casi lo mata. En casa no lo podíamos comer porque era mascota. Mandamos a Gervasio a Chosica y Alicia Amaya se lo comió y nosotros nos quedamos con Sting.

El doctor Maxi era su Veterinario y lo atendía regularmente. Él nos dijo que no le lleváramos caminando a la consulta, son como diez cuadras, sino cargando, de lo contrario va a subir su temperatura y va a aparentar que está con fiebre. Que no le diéramos comida con huesos largos porque se astillan y se incrustan y atraviesan las paredes de sus intestinos. Preferible que le diéramos la parte inferior de las patas de pollo, tienen huesos pequeños y también el hígado del pollo.

Desde que llegó Sting cambiamos nuestra manera de ver las cosas: jamás se quiso quedar en la cocina en su “camita”. Lloraba toda la noche. Lo llevamos a nuestra cama, sólo hasta que crezca un poco. Toda su vida la pasó en nuestra cama.

Era tan pequeño que Luisa lo ponía en el bolsillo de su chompa para llevarlo a pasear al parque. Cuando creció un poco lo sacaban en la canastilla de sus bicicletas Spider y al Sting le encantaba sentir el aire en la cara. Se veía muy contento. Lo cargaban como a un bebé y eso le gustaba. Cuando salíamos en nuestro carro teníamos que abrir una ventana porque Sting solo aceptaba ir con nosotros si él podía sacar la cabeza por la ventana y recibir el fuerte viento en la cara.

Vivió trece años y falleció de viejo. Dicen que eso equivale a 80 años de un humano.

Ésta es pues nuestra historia sobre las mascotas que “nunca quise tener” y que acabé teniendo de una u otra manera, que cambiaron nuestra vida y la manera de llevar nuestra vida. Lo más terrible fue el Año Nuevo y los cohetones que parecían bombas, Claudia se pasaba la noche abrazando a Sting, tapándole las orejas porque le desquiciaba el inmenso ruido inacabable. Cuando se enfermó Sting, Claudia se pasaba la noche cuidándole y dándole su medicina y cuando Claudia se enfermó, Sting no se despegó de la cama de Claudia hasta que se sanó. Con Charito le llevábamos al doctor Maxi y ella sabía cómo darle la medicina en jarabe con una jeringa sin aguja. Todos tuvimos que hacer con él.

Sting

 

133 MUCHACHOS ¿QUIEREN IR A LIMA?

Cada cierto tiempo los empleados de Control de Calidad de la Cervecería Backus y Johnston nos turnábamos para ir a trabajar por seis meses en la Cervecería San Juan de Pucallpa, se trataba de Biólogos y de Ingenieros Químicos. Nos enviaban con pasaje de ida y vuelta.

Esta vez teníamos que pasar la Navidad en Pucallpa. Así lo había decidido nuestro Gerente de Producción de Backus pues a mediados de mes viajamos a Lima para asistir al matrimonio de nuestro colega y compañero de trabajo Edgar Valdivia. Expliqué a mi esposa y a mis hijas que no podríamos estar juntos en esta Navidad, pero que sí las iba a llamar a la media noche para saludarlas y desearnos ¡Feliz Navidad!

El día 24 de diciembre al caer la tarde estábamos sentados en la sala de estar, Lucho Vizcarra (Biólogo), yo y otra persona, un Ingeniero Industrial de Aficomosa, una empresa diversificada de Backus, quien estaba realizando un proyecto en Pucallpa. Estábamos en la misma condición, esperando resignados la medianoche para abrazarnos y servirnos la Cena Navideña preparada por la cervecería con puro productos importados, porque nada había en el país.

De repente vino el “Lobo” a decirnos a bocajarro: “Muchachos ¿quieren ir a Lima?”. El Lobo era el Director de Economía de la Cervecería San Juan. Decir Director es decir el Gerente. Decían que le llamaban así porque salía a “aullar” en las noches, no necesariamente de luna llena.

Todos a una dijimos: “”.

No nos lo esperábamos, habida cuenta que se nos había dicho que tendríamos que pasar la Navidad en Pucallpa y todas nuestras familias así lo sabían. Fue un hecho inesperado y sin precedentes.

No necesitamos equipaje, solamente el maletín que siempre nos acompaña y  está siempre a la mano. El de Aficomosa si llevaba una tremenda maleta, parecía que no pensaba volver.

Poco antes de salir para el aeropuerto el Director (Gerente) de Producción Walter Rojas se acercó para decirme “Chito, dile al Lobo que se lleve vales de cerveza”. Me senté adelante y le dije al Lobo quien manejaba el Land Rover, el mensaje de Walter, y él me contestó mientras me hacía ver un sobre blanco de Oficio, bien abultado: “Mira ve, mientras Walter está de ida, yo ya estoy de vuelta”. El sobre estaba lleno de vales de cerveza, y un vale de cerveza, “ración” o “gratis”, es dinero en efectivo. Una fortuna.

Atrás quedaban los accidentes del avión Lansa que determinaron su desaparición. Solamente operaba la Compañía Faucett. Y, como suele suceder en la temporada navideña, la gente estaba amontonada en el mostrador de la compañía, esperando que alguien cancele su vuelo para que a alguno de ellos les sea concedida la oportunidad de viajar, el mismo Gerente de Faucett estaba atendiendo junto con sus empleados. Vi al Lobo entrar saludando estentóreamente al Gerente de Faucett, desearle Feliz Navidad, al tiempo que le ponía en la mano el sobre blanco. Cogido de sorpresa, el Gerente solamente atinó a decir “desgraciado, cuántos me estarás metiendo”.

Mientras esperábamos  en un rincón el desenlace de los acontecimientos, Lucho Vizcarra se acercó para decirme:

  • ¿Tú no tienes nervios?
  • No.
  • ¿Nunca te pones nervioso por nada?
  • No.
  • Yo estoy que me deshago de nervios.
  • Es que tú no has sido formado como militar. Tomo las cosas como vienen y actúo en consecuencia. Si viajamos, bien, si no viajamos, igualmente bien. Nada gano llenándome de ansiedad – parece que esta conversación le dio algo de calma a su espíritu.

Vino el Lobo a decirnos, señalando a Lucho y a mí “ustedes dos están seguros, ya pueden abordar el avión”. “ – le dijo al de Aficomosa – tendrás que esperar todavía”. Sentados en el avión y estando a punto de cerrarse la puerta (una vez cerrada ya no se abre), vimos al tercero venir corriendo por la pista con su enorme maleta en la mano. Subió y cerraron la puerta. No había asientos disponibles, de manera que hizo el viaje de pie.

Llegamos al Aeropuerto Internacional “Jorge Chávez” del Callao y corrí a buscar un teléfono público. Tenía solamente un rin en mi monedero Alda, regalo de mi amada esposa. Las fichas rin era monedas con ranuras de uso exclusivo para teléfonos públicos de la compañía de teléfonos. Siempre había escasez de fichas rin por eso era muy importante tener uno escondido por si acaso. Tenía miedo de producir un patatús si me aparecía de repente en la casa. Era mejor avisar.

Contestó Luisa y cuando le dije que estaba en Lima pegó un grito que se escuchó en todo el aeropuerto. Todos sabíamos que una vez iniciada la conversación únicamente disponíamos de tres minutos, luego se cortaba. Ahora sí podía ir con tranquilidad a nuestra casa en la Plaza Manco Cápac y gozar de la felicidad de la familia.

Una inesperada aventura de película.

El avión