Cuando mi Claudita me lo dijo, entendí que no me había sabido explicar. Siempre les contaba historias de la fábrica Backus y las más costeantes eran sobre Chaparro.
Mis hijas entendieron que Chaparro era un apodo relacionado con baja estatura y de allí que se refirieran a él como un enano, chato, pequeño.
Tuve que decirles que Chaparro era su apellido, que él tenía la misma estatura que yo. Pero era una persona muy tacaña y devoto de la “virgen del puño”, por lo cual todas las historias tenían que ver con cuestiones de dinero.
Pero, ojo, no gastaba porque todo guardaba y se mandó construir una casa en San Borja.
Aquí algunas historias:
LA MEDIA SUELA
Mi señora me ha pedido que le compre un par de zapatos.
¿Le vas a comprar?
Estoy pensando.
Luego de un rato se acerca y me cuenta su “decisión”:
Le voy a mandar a poner media suela a su zapato y le voy a dar quince soles para que gaste en lo que quiera.
¿Piensas que ella lo va a aceptar?
Peor para ella si no acepta, se queda sin zapato nuevo y sin los quince soles.
YA SE HA MUERTO MI TÍO AYAYAY
Suárez, se ha muerto mi tío en Huacho.
¿Vas a ir?
No. Si voy ahora me van a hacer pagar el entierro o la comida o el café. Mejor voy cuando ya haya pasado todo y así no tengo que pagar nada.
Nunca deja de sorprenderme sus ocurrencias, pero la de esta vez fue tremenda:
Suárez ¿Del tío también se hereda?
No me quedó más que sonreír aunque era típico de Chaparro, no gastar y sí sacar ganancia.
EL SUELDO
La esposa de Juan Chaparro, pese a que ya no era una chiquilla, se comportaba como una niña: Todo su sueldo le entregaba a su mamá, el sobre cerrado.
Cuando se casó le entregó todo su sueldo a su esposo y le dijo:
En algún momento de mi vida leí esta expresión y me acostumbré a usarla habida cuenta que todo en la casa lo hacía yo. Había estudiado en el Ejército el oficio de Instalaciones Sanitarias (gasfitería) en el Centro de Entrenamiento Industrial del Ejército, en Chorrillos.
Pero mi papá era muy aficionado a hacer las cosas en vez de mandarlas a hacer y por ello en casa siempre teníamos muchas herramientas y crecí familiarizado con ellas.
Además me gustaba el bricolaje y me leí todos los números de la revista Hobby en Español que había en la Biblioteca Municipal de Iquitos, que estaba ubicada en la Plaza de Armas y muchas de mis “creaciones” se originaron en ellas.
En mis vacaciones de verano (enero a marzo) leí un tratado de Química porque sabía que en ese año me tocaría estudiar en el colegio (Tercero de Secundaria) el curso de Química. El Capítulo que más me agradó fue Estequiometría que es el estudio de las reacciones químicas mediante una ecuación y el balanceo de sus componentes.
Cuando comenzó el curso en el colegio en la primera prueba saqué 20, ni el profesor lo podía creer. Me sacó a la pizarra y resolví las ecuaciones explicando las razones para ello. Quedó convencido.
Conté a mis hijas esta historia y mi hija Claudia dijo que yo era de otro mundo:
¿A quién se le ocurre pasar sus vacaciones leyendo un Tratado de Química? Solamente a ti.
Quizás ese gusto por conocer toda la Tabla Periódica de los Elementos Químicos de Mendeléyev y las ecuaciones químicas fue determinante para seguir la Carrera de Ingeniero Químico.
Pero mi hija menor, Charito, es de natural iconoclasta, al igual que su mamá hacen poco caso a la autoridad en cualquiera de sus formas.
En una oportunidad, cuando era pequeña, me preguntó qué eran los protozoarios. La miré fijamente tratando de desentrañar cuanto sabía ella de los animales (vertebrados, invertebrados y microscópicos) para poder darle una adecuada respuesta, pero ella lo tomó como que no lo sabía y soltó:
¿No pues papá lo sabe todo?
Sí, es cierto, papá lo sabe todo, solamente trataba de encontrar las palabras más apropiadas para tu edad.
Los protozoarios son animales muy pequeños y constan de una sola célula. Tenemos que verlos con un microscopio y muchos de ellos ocasionan enfermedades.
Con esta respuesta quedó satisfecha su sed de conocimiento pero quedó mellado su amor propio: No había podido salir con su gusto.
Un par de años después me preguntó: “Papá ¿qué es inmersión?” para de inmediato, haciendo un gesto tajante con la mano, agregar, “en dos palabras”. Me limité a juntar las palmas de mis manos y haciendo un gesto de empujar hacia abajo las manos dije al mismo tiempo “buff”. Definitivamente esto es inmersión. Fueron menos de dos palabras pero, al parecer, no le agradó la salida porque me dijo “payaso”.
Varios años después el diario El Comercio sacó un nuevo crucigrama que no era de palabras cruzadas sino que las soluciones resultaban una debajo de la otra. Con la primera letra de cada solución en vertical se podía leer el nombre de un libro y su autor. Lleno de satisfacción y orgullo por haber entendido y solucionado el crucigrama comenté mi éxito con el nuevo juego. Si pensaba oír felicitaciones debo decir que fue todo lo contrario, Charito me dijo:
Te odio, todo sabes.
Cuando ingresé a trabajar en la Cervecería Backus y Johnston S.A. en 1973, me asignaron al Laboratorio de Embotellamiento. Se encargó de entrenarme el Ingeniero Max Prado, quién me enseñó toda nuestra área de trabajo, desde la Filtración de Cerveza, la Bodega de Gobierno y toda la Planta de embotellamiento.
Le pregunté:
¿Por qué se le llama Bodega de Gobierno?
Porque desde ahí se “gobierna” toda la producción de cerveza.
Poco después me enviaron al Laboratorio Central donde tenían un texto muy interesante en su biblioteca: El Cervecero en la Práctica.
En ese libro explicaban que en la “época de la ley seca” en Estados Unidos, se dispuso que las cervecerías solamente podían elaborar cerveza con 1% de alcohol en volumen. Situación por la cual los gringos le decían casi cerveza.
La ley disponía que agentes del gobierno debían verificar cada tanque de cerveza refinada. Una vez medida la cerveza el tanque era sellado. La cervecería para poder despachar la cerveza de un tanque aprobado debía pedir autorización al gobierno.
Es esta la razón por la que los cerveceros desde entonces, a la bodega donde está la cerveza refinada y lista para embotellar, dieron en llamarla “Government tanks” (Bodega de Gobierno).
Cuando le comenté a Max Prado esta explicación, me dijo que no había leído ese libro, que nunca leía ningún libro y siempre había creído que se llamaba así por la razón que me había dicho.
Muchos años después se comentó en la fábrica que iban a instalar una Planta de Tratamiento de Agua por Ósmosis Inversa.
El Técnico Castillo, egresado de la ESEP Middendorf, vino a buscarme en el Laboratorio Central donde yo estaba trabajando como Analista Químico Instrumental, para preguntarme qué era la ósmosis inversa. Le miré fijamente a la cara tratando de desentrañar cuánto sabía de físico-química. Pero le escuché decir bajito “Ah, al fin algo que no sabe”.
Sonreí, en esos tiempos donde el Internet no cabía ni en los sueños más calenturientos, yo era el “Wikipedia” para todos los efectos. Todos acudían a mí para buscar una explicación a algo que no conocían o no se acordaban de lo que habían estudiado en el colegio o el instituto o la universidad, porque sabían que me he pasado la vida leyendo y estudiando todo. Tenía en mi casa 5,000 títulos de todas las categorías.
Le dije que estaba buscando la manera más simple para darle la respuesta más apropiada y que le fuera útil:
“Por tus estudios en le ESEP Middendorf sabes que la ósmosis en un fenómeno físico-químico por el cual dos soluciones que están separadas por una membrana semipermeable, una de ellas puede pasar. Semipermeable quiere decir que puede pasar de aquí para allá pero no de allá para acá. Igual a cómo funciona una válvula check en una tubería.
En la ósmosis, la solución más diluida pasa hacia la solución más concentrada con la finalidad de equilibrar las concentraciones.
En la ósmosis inversa es al revés: el agua pasa de la solución más concentrada hacia la de menor concentración. En el caso de la cervecería, la Planta de ósmosis inversa se utilizará para ablandar el agua dura de nuestros pozos: El agua dura contiene sales de calcio y de magnesio que en este caso quedan retenidas mientras solamente puede pasar el agua pura.
Como Backus es una planta industrial, la producción de agua blanda tiene que ser también en cantidades industriales y el resultado es más fácil y más rápido que en la planta de ablandamiento de agua por el método de las resinas, y más barato también.
Amigo, es el futuro el que estás viviendo y eres parte de ella pues tú vas a operar la planta. Felicitaciones”.
Era el año de 1964 y la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP) de Iquitos, recibió la invitación para participar en las Olimpiadas Universitarias que se realizarían en la ciudad del Cusco.
Nuestra universidad era joven, de reciente fundación y no teníamos ninguna visión en materia de deportes. Había muchos deportistas individuales, jugadores profesionales de fútbol, algunos que practicaban basquetbol, pero no teníamos ninguna organización.
El mismo Rector Emilio Gordillo Angulo sugirió:
Le mandamos a Panchito Carbone que nada como un pez.
Arturo Miyake Vela, de Agronomía, se propuso a sí mismo para esgrima, algo sorprendido le pregunté:
¿Sabes la esgrima?
He estado en Cuarto Año de Cadete en la Escuela Militar de Chorrillos. Sí, sé esgrima con espada y florete.
Carlos Mathews, de Agronomía, proponía a Quiñe para la Maratón. Quiñe jugaba de Arquero en un equipo de fútbol. No pude evitar preguntarle:
¿Estás seguro?
Claro que sí. Antes de cada partido se da 10 vueltas a la cancha. Qué rico tipo para correr. Nadie mejor que él para la Maratón.
Muchos propusieron a Luis Ríos Chiong, de Agronomía, para ajedrez habida cuenta que toda su familia y la familia de su tío “Pipi Vargas” lo juega, todos son muy aficionados y conocen todas las salidas y mates.
Armaron un equipo de Fútbol, teniendo en cuenta que algunos estudiantes eran jugadores de Primera División.
Así, ensamblando un equipo de deportistas a la de Dios, es decir de forma por demás improvisada y sin ningún entrenamiento, los mandamos al Cusco, el ombligo del mundo.
Iquitos es una ciudad moderna que está a 104 msnm y el Cusco está a 3,400 msnm, lo cual es una diferencia notable que tiene, de todas maneras, que influir en el rendimiento deportivo de nuestra Selección.
A Quiñe le tuvieron que poner oxígeno, Miyake perdió, el Fútbol perdió. Lucho ganó su primera partida de Ajedrez pero se “pegó una bomba” y no se presentó a la segunda competencia y fue eliminado. Solamente Pancho Carbone Mora trajo una Medalla de Bronce por su magnífico desempeño. Algo es algo.
La cosa es que, a pesar de no haber tomado en cuenta el tema de los deportes en nuestra joven universidad, hicimos frente al desafío que representaba participar en los Juegos Olímpicos Universitarios, y todavía en el Cusco.
Mi amada esposa siempre ha estado vestida “a la moda” como mujer profesional que era y tenía gustos muy especiales, que para eso ganaba sueldo.
Como era muy delgada pero con tetas grandes y potona la alentaba a vestirse de acuerdo a la moda que se imponía en cada época.
De hecho, usó pantalones jean, minifalda, falda tubo, maxifalda, maxivestido, pantalones palazzo, hotpants, etc.
La falda tubo me preocupaba porque en esa época solamente había microbuses en Iquitos (aún no llegaba la era de las motocicletas) y el primer escalón del micro estaba a 50 cm del suelo. Con la falda que mantenía juntas las rodillas, pensé que sería imposible que subiera al micro, pero ella me dio una lección de habilidad femenina: se paraba de costado frente a la subida del micro, cogiéndose del agarrador levantaba una pierna, asentaba el pie en el primer escalón y lo demás es acrobacia simple, en un dos por tres ya estaba arriba.
La minifalda la usaban todas las damas jóvenes, pero cuando llegó la prenda más atrevida la cuestión se puso muy caliente: el hotpants o pantaloncitos calientes, marcó un hito en la liberación de la mujer.
Como ella siempre decía “mis piernas flacas, chuecas, torcidas”, le indiqué que ya que tenía unos muslos soberbios, era la ocasión propicia para mostrarlos sin detrimento de su personalidad, solamente no se recomendaba ir al trabajo con esta prenda. Encargamos a Celestina Amaya, hermana de Alicia Amaya, costurera profesional, que le confeccionara sus hotpants en color beis (beige).
Le quedaba de maravillas pero su hermana mayor Lolita le llamó la atención:
Hermana, una señora no debe usar esas prendas.
Pero su mamá, doña Natividad Rivera Pérez le respondió:
Si su marido no le dice nada, tú qué te tienes que meter.
Esta historia la cuento para que entiendan que aprecio mucho el buen vestir de las damas y su buen gusto para hacerlo; por algo dicen que “la moda no incomoda”.
Cuando nuestras hijas crecieron también vistieron minifalda, excepto Luisa. Decía que no le quedaban bien.
Cuando fuimos a Sears a comprar ropa, vi una minifalda jean que le quedaría magnífica, pero ella se negó a probarse:
Papá, no me queda.
Mira hijita, ve al vestidor, te pones la minifalda, te miras en el espejo de cuerpo entero que está allí, luego te lo sacas, vienes y me dices: papá no me queda. Y yo nunca más volveré a importunarte. ¿De acuerdo?
A Dios gracias mis hijas son educadas y obedientes. Luisa se probó la ropa y regresó contenta para decirme:
Me lo llevo, papá.
Desde entonces nunca dejó de usar minifaldas y zapatos sandalias, con el pie desnudo y bien arreglado. Tal parece que a su esposo le agrada, lo cual me llena de satisfacción.
No vayan a pensar que me estoy refiriendo a los más extraordinarios agentes secretos que son capaces de salvar al mundo, tipo James Bond o Derek Flint, ni siquiera a Maxewll Smart, el Superagente 86 o a James Tont. No, esta historia tiene que ver más con mi propia vida que no tiene mucho de novela.
La Escuela de Trasmisiones del Ejército tenía en 1965 dos áreas: Mecánico de Radio y Transmisiones a quienes en Iquitos la gente les llamaba “Radiochispas” porque realizaban las transmisiones mediante el telégrafo usando el Código Morse: Un sistema de representación de letras y números mediante puntos y rayas emitidos de forma intermitente.
Mi hermano Raúl estaba estudiando para Mecánico de Radio y como siempre me había parecido fantástico el poder comunicarse por Código Morse puesto que lo imaginaba muy difícil y que requería mucha habilidad, le pregunté qué pasa si alguno no puede utilizar el telégrafo porque no llegó a aprender el Código Morse. Su respuesta me sorprendió:
Lo mandan al Servicio de Inteligencia.
Y yo que siempre había creído que sus miembros son los más hábiles, me pareció increíble saber que por inútiles llegan a este cuadro.
A Quique Hoffmann lo sacaron de la Escuela de Cadetes de la FAP porque “no pudo levantar vuelo” en el Simulador de Vuelo, que en esa época el simulador era mecánico.
Pero en Transmisiones del Ejército los mandan al Servicio de Inteligencia.
No es entonces de extrañar que Esaú estuviera en el Servicio de Inteligencia del Ejército.
Cuando me tocó vivir en la calle Ricardo Palma primera cuadra en Iquitos, uno de los compañeros de aventuras era, precisamente, Esaú. Él vivía en una casa balsa en la bajada del Puerto Bellavista, en el río Amazonas.
Pero cuando yo ingresé a la Universidad integramos el FER (Frente Estudiantil Revolucionario) una agrupación de universitarios opuestos al grupo aprista. Allí había comunistas, acciopopulistas, demócratas cristianos, etc. Pero el mundo sabe que yo jamás he sido comunista.
Pero Esaú dio en considerarme comunista y toda su acción como infiltrado en la UNAP consistía en seguirme los pasos como si se tratara de la “misión” más importante de su vida.
Y, justo, ocurrió la gran agitación en Iquitos originada por la necedad de las autoridades, desde el Prefecto y las Fuerzas Policiales hasta las Fuerzas Armadas, con el saldo trágico de un muerto por bala de fusil, el hermano de un compañero de estudios.
Y precisamente ese día a mi enamorada Maria Judith Alva Rivera se le ocurrió ir a Belén a comprar almohadillas para borrar la pizarra en la Escuela donde era Profesora. A Belén donde la policía había empujado a la población que comenzó a ofrecer resistencia desde la calle Palcazu.
Pese a que le dije que la situación estaba muy movida y lo más prudente sería no ir ese día, pero ella insistió. Ya se sabe, donde manda Capitán no manda marinero.
Era una verdadera batalla campal, llovían los ladrillazos y las bombas lacrimógenas y todo esto constituía una situación caótica. Con la gente corriendo para uno y otro lado, opté por agarrar de la mano a mi enamorada y salimos volando del lugar.
El asunto no quedó allí. Al día siguiente policías de investigaciones (PIP) me sacaron de mi casa y me llevaron a su CG en el jirón Lima segunda cuadra. Allí me interrogaron sobre mi “participación” en los desórdenes del día anterior.
Les expliqué que no tuve ninguna participación en ningún desorden y solamente fui a Belén por insistencia de mi enamorada quien quería comprar motas para borrar la pizarra de la escuela donde trabaja. El diálogo continuó al estilo de las series de televisión:
¿Está seguro?
Claro que estoy seguro.
¿Por qué fue a Belén?
Porque mi enamorada quería comprar motas para su colegio.
¿Cómo se llama su enamorada?
Maria Judith Alva Rivera.
¿Dónde trabaja su enamorada?
En el C.E. Nº 172 en la primera cuadra de la calle Napo.
Fueron a confirmar con ella a quien le dijeron que yo estaba detenido por alteración del orden. Vi cuando ella metía su carita por la puerta, había venido a ver si necesitaba abogado. Cómo la policía le echaba la culpa a los comunistas, les expliqué que yo más bien era del partido del gobierno. Un investigador joven, a quien había visto varias veces en el partido, dijo:
Es cierto, yo lo he visto muchas veces en Acción Popular.
Entonces estaba libre. Allí trabajaba también un oficial de Investigaciones, hermano de un chico de mi Facultad y muchas veces había estado con nosotros. Éramos amigos.
Fue él quien me dijo que habían recibido una denuncia del SI del Ejército, directo contra mí, por eso la detención. Me hizo ver una foto de 18 x 24 en la que estoy en actitud de lanzar una granada. He lanzado muchas granadas cuando estuve en el Ejército y reconozco esa pose. Pero la verdad era que estaba estirando la mano para agarrar firmemente a mi enamorada porque todo era un zafarrancho. Era una foto editada: se agranda la foto para poder recortar la imagen de mi enamorada y así poder darle otro cariz poniéndome en primer plano en actitud innoble, un verdadero trabajo de maldad.
En ese momento señaló la puerta con la cabeza y me dijo “él fue”. Quien estaba en la puerta era Esaú. Qué tal odio.
Jamás he podido comprender de donde parte ese odio si de niños jugamos juntos y nunca peleamos puesto que él era más grande incluso que mi hermano mayor y siempre fue cuerpón. A los 8 años de edad nos fuimos a vivir en otro barrio
Como infiltrado en la universidad y como la Facultad de Ingeniería Química estaba señalada como la más “revolucionaria” puesto que el único aprista era Rony Valera, Esaú entró a Química, se graduó y fue jefe del agua potable. Algunos tienen una suerte…