La universidad en el Perú ha sido desde siempre la meta ansiada por nuestros jóvenes. Muchas veces solamente eran buenos deseos pero sin ninguna posibilidad de alcanzar en la mayoría de los casos.
Es por esa razón que el Estado pensó establecer otras oportunidades de superación profesional, algunas de ellas tuvieron vida muy efímera porque nunca fue una cuestión bien pensada sino algo hecho a la ligera sin pensar en las consecuencias.
Se pensó que la carrera más fácil era la de maestro y todos pensaban en ser profesores. Hubo tantos estudiantes que superaban largamente la demanda. El GRFA decidió un día suprimirlas. Se dice que solamente en la avenida Brasil eliminaron 20 escuelas normales.
La Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) tenía en su Campus el Instituto Tecnológico, bien equipado, que brindaba enseñanza de mando medio. Los estudiantes egresaban con el grado de Tecnólogos, algo más elevado que Técnicos, pero sin llegar al nivel de Ingenieros, que para eso debían ingresar a la universidad.
Pero el GRFA, sabios como en todo, lo transformaron en Universidad Nacional de Ingeniería Técnica (ENIT). Como institución de nivel medio tenía un examen muy fácil pero egresaban como Ingenieros Técnicos. Los muchachos pensaron que era muy fácil llegar a ser Ingenieros mediante esta modalidad, pero en todas partes eran recibidos solamente como Tecnólogos. Hizo crisis cuando quisieron colegiarse en el Colegio de Ingenieros pero estudiaban solamente dos años en el instituto y luego pasaban dos años en fábricas como practicantes. El CIP dijo no. No tenemos ningún problema para colegiarlos pero primero deben ingresar a una universidad y culminar sus estudios profesionales.
La UNMSM y la UNI aceptaron ingresarlos sin dar examen pero debían estudiar una carrera. En Backus teníamos 10 Tecnólogos y todos corrieron a matricularse pero ninguno terminó, que Ingeniería nunca fue fácil.
Luego el GRFA decidió crear las ESEP, al que ingresaban los alumnos al terminar el Tercero de Secundaria y la ESEP representaba el Cuarto y Quinto de Secundaria pero, se supone, altamente calificada. No duró mucho porque no significó nada.
Los institutos técnicos más afamados hoy en día son el Senati, Tecsup, Sencico y Simón Bolívar.
Aún en la universidad más afamada ocurren cosas impensables que dan que pensar y nos orientan a mirar con “mucho ojo”.
En los años 90 en la UPCH se exigía la mayor puntuación en el Examen de Ingreso para Medicina, en segundo lugar estaba Odontología y en el último nivel de exigencia estaba Ciencias. Ocurrió que un alumno buscaba su nombre en el listado de Ciencias y no figuraba ni como aprobado ni como desaprobado. No existía.
Un compañero le dijo que su nombre estaba en Odontología y estaba desaprobado, pero con el puntaje obtenido podía alcanzar una vacante en Ciencias. Presto el chico fue a buscar a su padre y se presentaron en la universidad con un abogado. El joven tenía su Carnet de Postulante a la Carrera de Ciencias, no tenía que estar en Odontología, carrera que jamás quiso postular. La universidad tuvo que reconocer que habían cometido un error y lo aceptaron como ingresante a Ciencias. Tan cuidadosos que son con el número de vacantes asignadas, tuvieron que sumar uno más a sus cálculos. Se hizo justicia.
La mejor universidad pero también mete la pata.