La herencia genética determina mucho de los rasgos que se heredan del padre y de la madre y que se transmiten a los hijos.
Muchas veces se cumplen pero no en todas las veces: mi padre medía 1.50 m y mi madre 1.45 m, pero yo llegué a medir 1.75 m. La verdad es que desde muy pequeño me dediqué al atletismo, con énfasis en saltos en taburete, barra y barras paralelas, además que seguí el Método de Cultura Física de Heine Wenzel, un librito que me prestó mi buen amigo Mesía Grau.
Los ejercicios en las barras paralelas son la razón por la cual, a pesar de ser un joven delgado, tenía los músculos deltoides de mis brazos bien desarrollados.
Generalmente hay caracteres notorios que parecen haber pasado de los padres a los hijos, la inteligencia y habilidades de lenguaje y artísticas son algunos de ellos.
Mi amada esposa cocinaba “al ojo”, nunca medía y probaba la sazón de sus comidas metiendo el dedo en la sartén y lo llevaba a la boca. De esta manera decidía si le faltaba o no sal o cualquiera otra sazón. Nuestra hija Rocío hace lo mismo, al igual que nuestra nieta Andrea, hija de Claudia.
Mi amada esposa, Maria Judith Alva Rivera de Suárez, es Normalista (Profesora de Educación Primaria) y Profesora de Artes Plásticas, yo fui Profesor en la Escuela Regional de Bellas Artes de Iquitos. Nuestras tres hijas tienen habilidades artísticas pero solamente Claudia es Diseñadora Gráfica. La hija de Claudia es también artista pero estudia Relaciones Internacionales en la Universidad Católica, Alma Máter de su mamá.
La “marca Alva” es un lunar que más bien parece una mancha ligeramente pigmentada que se trasmite desde la abuelita Natividad Rivera Pérez, casada con Noé Alva Vargas. Claudia lo tiene bien notorio en un brazo y su hija Andrea Canaval Suárez lo lleva en la rodilla.
Mi amada esposa nunca reconocía a los artistas del cine, con excepción hecha cuando se trataba de Arturo de Córdova, Pedro Infante, Jorge Negrete o Enrique Guzmán (le recordaba a su hermano Noé), pero un día me dio una sorpresa mayúscula cuando vimos un comercial en la televisión donde anunciaban una película y ella soltó:
- Pero si ese es Gustavo Rojo.
La miré con curiosidad y le dije que sí, que es Gustavo Rojo. Fue la única vez que soltó una frase de este tipo.
Más la cosa no quedó allí.
Nuestra nieta Andrea había visto una película con Jack Black “Nacho Libre”, y cuando comenzamos a ver por primera vez “School of Rock” también con Jack Black, Andreíta dijo en voz alta:
- Pero si ese es Nacho Libre.
La misma expresión de su abuelita, el mismo énfasis y, sobre todo, por idéntica razón. Lo cual me lleva a pensar que a nuestros descendientes no solamente les heredamos caracteres físicos sino también cuestiones más profundas que están en el mismo intelecto.