ADIÓS MAMÁ

            Un hombre joven estaba de compras en el supermercado, cuando notó que una viejecita lo seguía por todos lados.

            Si él paraba, ella paraba, además de quedársele viendo.

            Al fin, camino a la Caja, ella se atrevió a hablarle y volteándose le dijo:

  • Espero que no lo haya hecho sentirse incómodo. Es solo que usted se parece mucho a mi hijo que recién falleció.

            El joven con un nudo en la garganta,  replicó que estaba bien, que no había problema.

  • Sé que lo que le voy a pedir es algo poco común, pero si usted me dijera “Adiós mamá» cuando me vaya del supermercado, me haría muy feliz.

            El joven sabiendo que sería un gesto que llenaría el corazón y espíritu de la viejecita, accedió.               

            Entonces, mientras la viejita pasaba por la caja registradora se volteó y sonriendo, agitando la mano le dijo:

  • ¡ADIÓS HIJO!

Y el joven lleno de amor y ternura le respondió efusivamente:     

  • ¡ADIOS MAMÁ!

            El hombre, contento y satisfecho porque seguramente había traído un poco de alegría a la viejecita, continuó a pagar sus abarrotes. Entonces la cajera le dijo:

  • Son 450 soles
  • ¿Por qué tanto si solo llevo cinco cosas?
  • Sí, pero su MAMA dijo que usted pagaría por sus cosas también.

            Moraleja: No confíes en ninguna viejecita.


¡LLEGA A LO MÁS PROFUNDO PERO DEL HIGADO! JAJAJA

VÁSQUEZ TANANTA

            Eleodoro Vásquez Tananta fue el héroe de mi niñez en Iquitos. Era el campeón de natación por antonomasia, superando largamente a otros nadadores muy buenos que había en la ciudad.

            Aunque no queda testimonio de sus hazañas y nunca fueron homologados, eso no es óbice para que la ciudad no lo considere el más grande nadador de todos los tiempos, estatua incluida. Tarzán ni Jim de la Selva se podrían comparar con este héroe de carne y hueso que vimos de niños.

            Realizó la travesía, nadando, desde Pucallpa hasta Iquitos. Se decía entonces que untaba su cuerpo con manteca de boa y de lagarto para eludir a estos animales durante su periplo.

            Batió el record de permanencia en el agua. En la piscina de Punchana se cumplió este reto durante 7 días. Dicen que por recomendación de los médicos se tuvo que salir del agua. Para este evento cercaron con madera la piscina con la finalidad de cobrar la entrada para verlo nadar de día o de noche, nunca permanecía detenido.

            Claro, la piscina de Punchana solamente queda en el recuerdo de quienes fuimos niños en esa época. Quedaba cerca al caserío de Punchana, ahora es un distrito pujante que alberga instituciones importantes.

            Solamente lo conocíamos como Vásquez Tananta, nunca mencionamos su nombre y siempre creímos, por su afición a nadar en el río mar, que era loretano, pero, al parecer nació en el distrito de Pilluana, Provincia de Picota, Departamento de San Martín.

            Pero todas sus hazañas las hizo en Iquitos, ciudad de sus amores.

            En sus días de gloria todos lo saludaban a su paso y era la sensación del momento pero de esos días ni una sola foto lo recuerda. Ya nadie se acuerda de él.

            Fue Profesor de Natación en la Escuela de Policía de Iquitos y como nota anecdótica puedo mencionar que mi compañero de clases en la Gran Unidad Escolar “Mariscal Óscar R. Benavides”, Gilberto Trauco, me dijo que Vásquez Tananta le enseñó a nadar y por eso era un experto en natación, como lo demostró cuando fuimos a nadar en el río Itaya.

Cruzando a nado el Amazonas

AGRADECIMIENTO

            En un momento difícil se hace necesario escuchar voces amigas que te ayudan a soportarlo con frases bonitas cargadas de cariño y amor.

            Muchos se tomaron el tiempo para dedicarnos unas palabras que nos llenaron de alivio cuando el Señor quiso que mi amada esposa se fuera a su lado:

MARIA JUDITH ALVA RIVERA DE SUÁREZ

            El 22 de setiembre será recordado siempre porque ese día ella abrió sus alas y en silencio se fue al Cielo. Su vida, sus esfuerzos han dado frutos maravillosos que van a perdurar por toda la vida porque donde ella ponía su mano ponía amor.

            Siguiendo tradiciones ancestrales que dicen que cuando alguien fallece en una casa, siempre se necesita algo de dinero para una u otra cosa, los vecinos de la Quinta y los amigos de la Parroquia de mi hija Charito, nos han hecho llegar sendos sobres con ayuda económica.

            Nuestro Grupo de Oración EPCA de la Parroquia Santa María Magdalena de Pueblo Libre, liderado por nuestro querido hermano Manuel Almestar León, nos ha obsequiado una Patente de Hermandad de Tierra Santa por la que se oficiarán Misas Perpetuas por el alma de mi amada esposa, también hermana del EPCA.

            Otros enviaron flores para el velorio y llenaron de fragancia, de luz y color la Sala 11 del Velatorio CAFAE-SE.

            El Cementerio Parque del Recuerdo – Lurín nos ha hecho llegar una carta en la que no dice que se oficiarán 5 Misas (domingos) donde será mencionado su nombre. También algunos amigos han mandado celebrar Misas Comunitarias por el eterno descanso de su alma. Estas Misas se escuchan vía online en Facebook o Youtube.

            Con todos ustedes queridos familiares y amigos, estaremos por siempre en deuda porque su cariño ha calado muy hondo en nuestro corazón.

            El esposo, las hijas, los yernos y las nietas manifiestan su amor a todos ustedes.

¡QUE DIOS, NUESTRO SEÑOR, LOS GUARDE CON BIEN!

Pueblo Libre, 30 de setiembre de 2021

A MANUEL ALMESTAR LEÓN

            Mis hijas Luisa Iliana, Claudia Inés y Rocío del Pilar me encargan, encarecidamente, que te dé las gracias en su nombre por el hermoso gesto que has tenido con su adorada mamá con la Misa a Perpetuidad. Gracias querido hermano.

Pueblo Libre, 25 de setiembre de 2021

LA PARTIDA

            Pedro, mi yerno, trajo el jugo de frutas especial que él mismo prepara para toda la familia. Dejé mi trabajo en la computadora y fui a nuestra habitación para darle de tomar su jugo de frutas y su miel de abejas, excelente reconstituyente, pero encontré a mi amada esposa fallecida.

            Su frente estaba tibia, su rostro estaba tibio, pero no respiraba. Tomé un espejito que guardo en mi velador y lo uso para ponerme gotas en los ojos, para observar si había vaho en su boca.

            Maria Judith Alva Rivera de Suárez había fallecido. Besé su frente y sus labios aún tibios y fui a avisar a nuestra hija.

            Charito ha convertido su habitación en su oficina donde realiza todas sus operaciones de asesoría, entrenamiento, evaluación y entrevistas empresariales, y, por ello ha colocado un aviso en la puerta:

VIDEOCONFERENCIA DE TRABAJO

NO ENTRAR

Urgencias enviar mensajes

            De modo que ingresé, me hizo la señal de no interrumpir por lo que escuetamente le dije:

  • Mamá falleció.

            Fui a nuestra habitación para acompañar al amor de mi vida. Charito vino de inmediato y se dio cuenta que la mamá nos había dejado solos. Charito me dijo:

  • Papá, ¿cómo estás?
  • Estoy bien, es mi mujer. Estoy bien. Ella nunca dejó de ser mi mujer. Avisa a tus hermanas.

            Quizás estuve brusco con mi hijita, pero estaba molesto. Molesto conmigo mismo porque no había sido capaz de cuidar mejor a su mamá. Tal vez algún día me perdone mi pequeña.     

            Mi esposa estaba bien arropada, yo trataba de cerrarle los ojos y la boca. Le dije a mi hija:

  • Hay que avisar al Padomi, tiene que venir un médico para certificar el fallecimiento y nos entregue el Certificado de Defunción. Sin ese documento no nos van a atender en el Cafae-Se.

            Toda la familia estamos inscritos en el Seguro de Sepelio del Cafae-Se. A nuestro modo de ver, es la institución que tiene el mejor edificio de velatorios de todo Lima.

            Del Padomi informaron que el médico vendría recién en la tarde y si teníamos computadora conectada a Internet e impresora.

            Llegaron nuestras hijas a despedirse de su adorada mamá en cuerpo presente. El médico y su asistenta llegaron al final de la tarde. Le manifesté al doctor:

  • A las ocho de la mañana, como todos los días, la desperté, cambié pañal, le hice su aseo personal y le di su desayuno. Todo estuvo normal. A las once mi yerno trajo el jugo de frutas. Cuando vine a servirla ya estaba fallecida. De manera que podemos establecer que fue a las once la hora del fallecimiento.

            Los profesionales estuvieron de acuerdo. Luego el médico se sentó en la computadora e ingresó en una página que ellos conocen y llenó el Certificado de Defunción. Se imprimió el documento.

            Con el Certificado de Defunción fuimos al Velatorio del Cafae-Se en la Av. Petit Thouars. Pero el vigilante nos dijo que solamente una persona podía ingresar para realizar los trámites: La hija mayor, Luisa, ingresó. Nosotros esperamos afuera.

            El trámite duró bastante tiempo. Una hora después Luisa salió para informarnos:

  • Todo el tiempo estoy firmando y firmando, pero ya todo está listo. Para enterrarla en el Cementerio de Mapfre no tendríamos que pagar nada, pero si la vamos a enterrar donde hemos acordado, El Parque del Recuerdo de Lurín, tenemos que pagar como tres mil soles. Tú Charito vas a firmar el aval, así les dije. Ahora me van a llevar para escoger el ataúd.

            Charito le dijo:

  • Lo que tú escojas estará bien para nosotros.

            Cuando salió Luisa nos dijo que tenemos que ir a la casa, en un momento irá una unidad del Velatorio a recoger a mamá. Desde que empezó la pandemia ellos ya no visten al difunto. Tenemos que vestirla nosotros.

            De inmediato fuimos a la casa y le dije a Charito que yo subo para vestir a mamá. Todo el día había preparado su atuendo para este momento y estaba sobre mi cama. Charito me explicó:

  • Papá, mamá ya está vestida. Las chicas la vistieron mientras estábamos haciendo las gestiones.

            Recién al día siguiente pudimos comenzar a velarla. En mi mente retumbaban los versos de don Gustavo Adolfo Becquer, Rima LXXIII:

¡Dios mío, qué solos

se quedan los muertos

            El Velatorio es un lugar amplio y muy sobrio. Es un ambiente muy lindo que pronto comenzó a llenarse de flores y de familiares y amigos. Yo estaba sorprendido.

            Solamente 10 personas pueden ingresar dejando en la vigilancia su DNI para controlar el aforo. Charito tuvo que salir con sus amigos para dejar que las demás personas pudieran entrar. Hasta pasadas las ocho de la noche seguían llegando los amigos.

            Al día siguiente, viernes 24 a las nueve de la mañana partimos al camposanto Parque del Recuerdo de Lurín.

            Sentados bajo un bonito toldo asistimos al oficio que realizó un sacerdote. En un momento dado, cuando comenzaban a descender el ataúd, interrumpí al sacerdote para cantarle a mi amada una canción que siempre nos gustó: Hoy he vuelto Madre a recordar.

            Me salía del alma y era el homenaje que yo quería hacer a esa gran mujer que fue la compañera de mi vida:

Hoy he vuelto, Madre, a recordar
cuántas cosas dije ante tu altar.
Y al rezarte puedo comprender
que una Madre no se cansa de esperar.

            Mi amada esposa se ha ido pero su recuerdo permanecerá en nuestros hijos y nietas y en mi corazón por siempre.

            Los que nos aman nunca nos dejan y siempre los podemos encontrar allí donde están guardados en nuestro corazón.

Cementerio El Parque del Recuerdo de Lurín

SEÑOR QUÉ HAGO CON LAS HORAS

            Desde que mi amada esposa Maria Judith Alva Rivera de Suárez, perdió sus recuerdos y su propia identidad, víctima del terrible Mal de Alzheimer, toda nuestra vida ha girado en torno a ella.

            Es mi esposa y yo soy el principal responsable de su cuidado y he tratado de hacerlo de la mejor manera, no como quién cuida a una paciente sino como el esposo que vive con ella.

            Luego de algunas circunstancias que nos ha pasado, con mi hija menor Charito llegamos a la conclusión de que las horas de las descargas “más feroces” ocurrían a golpe de once de la mañana y a las cuatro de la tarde. Entonces organizamos los horarios para el cambio de pañal.

            Cambiamos pañal premunido de tres practipañales que proporcionaban al pañal la capacidad de resistir estas descargas, a las ocho de la mañana, dos de la tarde, cinco de la tarde y a las nueve de la noche. A las dos de la tarde y a las nueve de la noche le colocábamos cuatro practipañales. Los practipañales son más económicos que los pañales y su uso nos ahorraba mucho dinero. Los pañales son de lo más caro.

            Nuestra vida, entonces empezó a forjarse de nuevo: a las ocho de la mañana recogía agua caliente en un balde para su aseo íntimo y una jarra con agua caliente para la limpieza de los ojos (legañas) y el rostro con sendas almohadillas que me daba Charito. Seguía el cepillado de dientes con pasta dental para bebé pues no “sabía” ya botarlo para afuera.

            Luego de su aseo le servía su desayuno preparado por Pedro y Charito y Pedro lo traía en un azafate, en un desfile que presidía Ainhoa, hijita de ellos. Era para ella una rutina que le agradaba realizarlo. Al terminar yo bajaba a desayunar.

            Antes de dejarla me acercaba y le decía con suavidad:

  • Te quiero.

            Cuando tienen este mal, lo que le digas tiene que ser simple, sencillo y claro. Es posible que lo comprenda o, por lo menos, se acostumbra a oírlo. Le daba un beso en la frente, en señal de respeto, y un beso en los labios, en señal de amor.

            Me paso las horas sentado en la computadora mirando a cada rato la hora: a las once de la mañana toca darle su leche y su miel de abeja, a manera de refrigerio. A las doce y treinta suben el almuerzo con Ainhoa a la cabeza. Luego de ello bajo a almorzar, pero, primero la frase de amor y los besos.

            A las dos de la tarde el cambio de pañal. A las cinco de la tarde cambio de pañal y una bebida, su refrigerio. Es muy necesario mantenerla bien hidratada para que no se vaya a estreñir.

            A las nueve de la noche el último cambio de pañal y curación de escaras con ayuda de Charito.

            Todo el tiempo mirando las horas para poder cumplir con mi tarea de esposo. En cierta oportunidad mi hija Luisa con su esposo Juan y su hija Rafaelita me llevaron a un centro Comercial en la Av. Salaverry. Al medio día me dijeron que íbamos a almorzar en el centro comercial, pero le dije a mi Luisita que debo ir a la casa para darle su almuerzo a la mamá. Juan llamó un taxi y me dijo que ya está pagado. Pude llegar a tiempo para darle su almuerzo a mi amada.

            Cuando Charito me llevó al Polideportivo de Pueblo Libre para la segunda dosis de la vacuna, hubo una demora increíble, pero, felizmente, Pedro llamó a las once para decir que ya le había dado su bebida a la mamá; y a la una llamó para decir que ya le había dado de almorzar. Me sentí tranquilo, en realidad me sentí acompañado, que no estaba solo en el cuidado y la atención de doña Judith sino que todos estábamos involucrados, incluyendo, por supuesto, a Ainhoa. Toda la familia estaba unida para atenderla a quien toda su vida dio todo por todos nosotros. Ahora nada más la estábamos compensando.

            Pero Señor, ¿qué hago con las horas, ahora que ya no está?

            Doña Maria Judith Alva Rivera de Suárez partió al Cielo el 22 de setiembre, pero yo sigo viviendo en función de ella.

            A las ocho de la mañana quiero recoger el balde y la jarra de agua caliente a pesar de que su cama está vacía. Tengo sus dulces favoritos. Mientras trabajo en la computadora miro y veo que se acerca las once de la mañana: hora del refrigerio.

            A las dos y a las cinco quiero preparar el pañal, si ella ya no está, pero todo el tiempo mis actos se relacionan necesariamente con mi amada ¿Qué puedo hacer?

¡DIOS MÍO QUÉ HAGO CON LAS HORAS!

La alegría que llenó mi vida

LA SEPARACIÓN

            Se entiende, en términos generales, al acto y consecuencia de separar o de ser separado.

            Se conoce desde los primeros años de nuestra vida cuando la mamá trabaja y siendo aún pequeños quizás no llegamos a comprender del todo por qué nuestra mamá no está siempre con nosotros. Pero, luego, al regresar lo primero que hace nuestra madre es correr a nuestro encuentro para ver cómo está su tesorito.

            El niño se acostumbra a esta separación por un tiempo más bien breve pero que puede parecernos interminable.

            La segunda separación es cuando nos toca ir al colegio. Esta separación puede ser traumática y es por eso que el primer día de clases la entrada del colegio es un llorerío (neologismo por lloriqueo) que luego es transformado en un nuevo aprendizaje porque es lo que va a ocurrir durante el resto de su vida, así como el conocimiento de compañeros de clase y, sobre todo, de la todopoderosa maestra a quien en los tiempos actuales se denomina la Miss.

            Pero son separaciones que se dan por un breve tiempo cada día y resulta después hasta agradable.

            Pero nadie nos prepara para cuando nuestra hija se casa y se va a vivir con su flamante esposo a otra casa. Cuando nuestra hija se casa es todo alegría y satisfacción y festejamos de lo lindo porque, al fin y al cabo es lo que todo padre desea, que sus hijos se casen y formen un nuevo hogar. Toda la enseñanza de vida que les proporcionamos tenía esa finalidad.

            Pero en la soledad de nuestra casa ya la cosa no es tan bonita. No nos damos cuenta y parecemos satisfechos con lo ocurrido. Reanudamos nuestra vida, según nosotros, sin novedad.

            Cuando se casó nuestra hija Claudia con Jorge, festejamos muy alegres sus padres y contentos la dejamos en su nuevo hogar. Estamos felices.

            Pero al día siguiente, como todos los días, comencé a poner la mesa para almorzar, los platos cubiertos y vasos, a cada uno en su sitio: Papá, mamá, Rocío, Luisa y…

            Me quedé con el plato en el aire sin saber qué hacer, el corazón se me encogió. Mi esposa, quien todo sabía sobre mí, se dio cuenta, me abrazó, me dio un beso y me dijo suavemente:

  • Poco a poco, papito.

            Si estaba feliz con su matrimonio ¿por qué me dio pena cuando ya no estaba en nuestra mesa? Solo el contar con mi amable esposa me hizo calmar, ella sabía cómo.

            Quizás por esta razón es que nuestras hijas dieron en venir todos los sábados para almorzar en familia y así todos juntos pasarla bien. Una alegría y tranquilidad.

            Mi amada esposa cayó víctima del terrible Mal de Alzheimer. Una enfermedad que destruye el cerebro y todos los recuerdos y va ocurriendo pasito a paso.

            La llevaba al Neurólogo en el Hospital Ancije y durante todo el viaje le decía su nombre y el día en que estábamos. Al médico le respondía con toda exactitud, pero, médico al fin, me preguntaba:

  • ¿Usted le dijo, verdad?
  • Durante todo el camino he venido diciéndole eso.

            Durante cinco años la sacaba a pasear en silla de ruedas, íbamos al Mercado o al Supermercado o simplemente a pasear por los parques a comer algunas golosinas o a tomar helados, se los daba en la boca.

            Cuando vino el Psiquiatra de Padomi a evaluarla en la casa le contestó de corrido:

  • Señora ¿Cómo se llama usted?
  • ¿Yo? Yo me llamo Maria Judith Alva Rivera de Suárez.

            El doctor, sospechando que yo le había enseñado, siguió con el interrogatorio:

  • ¿Quién es ese señor que está a su lado?

            Judith me miró de arriba abajo y muy suelta de huesos respondió:

  • Él es el que siempre está ahí.

            Y es que las mujeres siempre tienen una respuesta para todo, de manera que no me extrañó lo que contestó.

            Como dije, durante cinco años tuvimos esa vida, pero luego empeoró, ya no podía levantarse de la cama. Quedó postrada totalmente, y entonces toda la atención fue en la cama. Nuestras hijas le compraron una cama clínica para hacerla sentar para su aseo y brindarle sus alimentos.

            Nuestra nieta Ainhoa la conoció en la cama y pugnaba por subirse a la cama y estar junto a su abuelita y después de ducharse venía para mostrarme el juguete con el que se había bañado. Al instante mi amada esposa abría los ojos y paraba la oreja: sabía que la pequeña había entrado a la habitación y se sentía feliz.

            Pero el 22 de setiembre su luz se apagó para siempre. ¿Cómo hago Dios mío con esta separación? Ella era quien me consolaba ¿Cómo puedo consolarme ahora?

            Creo en Dios y creo en la Vida Eterna, pero ¿Cómo puedo vivir sin ella? Ella era quién me daba fuerzas y me llevaba por la vida como la Maestra que era

            Están nuestras hijas con su familia y siempre hemos sabido que nos aman, pero ella era mi esposa. Dios dame fuerza para cuidar su memoria que está viva en nuestras hijas y nietas.

¡Adiós amada esposa, te recordaré toda mi vida!

Siempre juntos y de la mano