55 NOTAS DE HUMOR 9

LA VENGANZA

  • ¿Por qué los diabéticos no pueden vengarse?
  • Porque la venganza es dulce.

LE DICE UNA MADRE A SU HIJO:

  • Me ha dicho un pajarito que te drogas.
  • ¡La que se droga eres tú que hablas con pajaritos!

JAPONÉS

  • ¿Cómo se dice psicoanalista en japonés?
  • Sakudo Tukoko.

EL GOL

            Llega el niño de jugar al fútbol y le dice a su padre:

  • Hoy el entrenador me ha dicho que soy garantía de gol.
  • ¡Qué bien! Siempre quise tener un hijo delantero.
  • No, papá, soy arquero.

EL CHINO

            Saludo de un peruano a un chino:

  • Hola.
  • Las doce y tleinta.

LOS CHINOS

            Se encuentran dos chinos y uno dice:

  • Me complé un auto nuevo.
  • ¿Qué malca es?
  • Es un Alfa
  • ¿Lomeo?
  • Lo meas y te lompo la cala.

SE RÍE

  • ¿Quién es la persona que más se ríe?
  • El barrendero porque siempre barriendo.

SE MURIÓ EL JEFE

  • ¿Sabes que se murió el jefe?
  • Sí, pero quisiera saber quien falleció con él.
  • ¿Por qué lo dices?
  • ¿No leíste la nota de duelo de la empresa? ¡… Y con él se fue un gran trabajador…!

EN LA COMISARÍA

            Va un hombre a la comisaría:

  • Señor comisario, vengo a denunciar la desaparición de mi esposa.

            El comisario pide todos los datos de la mujer y le dice:

  • ¿Señor, tiene alguna foto?
  • Sí, señor comisario aquí traigo una – El comisario ve la foto y le dice:
  • ¿De verdad quiere que encontremos a su mujer?

EL INFIERNO

  • Mi mujer me hizo creyente.
  • ¿Y eso?
  • Yo no creía en el infierno hasta que me casé con ella.

EL ARROZ

  • ¿En qué se parecen las bodas a los divorcios?
  • En el arroz: cuando te casas todo es arroz y cuando te divorcias todo es pa’ella.

54 NOSOTROS COMEMOS DIFERENTE

            No se trata en este caso de nuestra preferencia por los potajes propios de nuestra Amazonía, sino que las personas que vienen a la casa y almuerzan o cenan con nosotros se sorprenden de nuestro modo de servir los manjares.

            Debo indicar que, en mi caso, yo fui el primer sorprendido cuando mi enamorada, la Profesora Maria Judith Alva Rivera, me invitó por primera vez a almorzar en su casa. Este episodio lo cuento en el libro En nuestra Selva.

            El hecho es que en mi casa, mi mamá o mi papá, nos servían en nuestro plato,  pero en la casa de mi amada, los potajes lo servían en fuentes y cada uno se servía según su propio deseo y cuánto fuera su gusto.

            Al casarnos seguimos con las costumbres de la casa de mis suegros, servimos las viandas en fuentes y cada quien se sirve a sí mismo. Así criamos a nuestras hijas y, por cierto, los cinco primeros años de su vida fueron con su mamá y su abuelita doña Natividad Rivera Pérez, en la casa de ellos porque yo trabajaba fuera de Iquitos y es el tiempo que nos tomó lograr el traslado de mi esposa para que siguiera trabajando en su profesión de Profesora.

            Hubiera significado un cambio tremendo para las mellicitas Lisa y Cisa, además es más fácil que cambie yo que hacer cambiar a mi esposa.

            A todas las personas que comen con nosotros les sorprende nuestra manera de comer. Charito nos dijo que sus compañeras le han dicho “ustedes comen diferente” y es verdad, nosotros comemos diferente – nos dijo.

            A todos en su casa les sirven en su plato a cada uno, en cambio en nuestra casa cada uno se sirve. Esto puede parecer intimidante a quien no está acostumbrado servirse a sí mismo  porque  puede pensar que se ha servido mucho o que se ha servido poco.

            Nuestros yernos se adaptaron rápidamente a nuestro modo de ser, al igual que yo en mi caso y posiblemente por las mismas razones. Solamente la sopa mi esposa nos sirve en nuestro plato debido a que nuestras hijas tienen el “síndrome Mafalda”, no toman sopa.

            Pedro que no toma sopa le cae a pelo que la mamá ya no presida nuestra mesa.

            En la casa de mi hermano mayor Raúl siguen el modo general de comer, a cada uno le sirven en su plato. Sin embargo esta manera alguna vez fue causa de tensión en su casa. Me contó Raúl, que como Cristina había salido, él sirvió su almuerzo a sus cuatro hijos (María Luisa, Raúl, Mónica y Judith Kristina). Las chicas almorzaron tranquilas, pero Raúl hijo se opuso pues le pareció muy poca la comida que le sirvió su papá y le dijo:

  • Voy a esperar a que regrese mi mamá. Ella me va a servir mi almuerzo.
  • Bueno, cómo quieras. Nosotros almorzamos ahora.

            Juan Chaparro Camacho, mi Asistente en el Laboratorio de la Cervecería, me contó que estaba construyendo su casa y el domingo harían el vaciado del techo. Que los albañiles le han dicho que es tradición hacer fiesta y servir comida y trago para los trabajadores.

            Mencionó que hará preparar una olla de arroz, una olla de frejol y seco de cabrito. Que va a poner platos para que cada uno se sirva lo que va a comer y así no se desperdicia nada. Si les sirves en platos a cada uno, a alguno no le gusta alguna cosa o le has servido demás, y lo que queda tienes que botarlo; y la comida cuesta.

            Como pueden darse cuenta, no es que comemos diferente sino que comemos de manera inteligente y cada uno es responsable de lo que se ha servido y de esta manera aprovechamos mejor nuestros alimentos: no se desperdicia nada y lo queda en las fuentes regresa a la olla correspondiente.

53 LAS TRAMPAS DE LA VIDA

            La vida algunas veces nos juega malas pasadas o nos pone trampas que nos afectan y alteran nuestro tranquilo devenir.

            Un compañero del colegio en Iquitos, me contó que un vecino de su barrio debía viajar en avión Faucett a la ciudad de Lima. Aunque llegó al aeropuerto, en la Carretera Circular, le dijeron que ya habían cerrado la puerta del avión y que ya no se abre por ningún motivo. El alumno Carranza pone énfasis al contar esta historia. El avión se estrelló y el vecino andaba por la ciudad borracho y llorando de alegría. A todo el que encontraba le decía:

  • Hermanito estoy vivo.

            El 2 de mayo de 1977 el grupo musical Juaneco y su combo debía regresar a Pucallpa, su ciudad de origen, desde la ciudad de San Ramón, Chanchamayo, donde habían amenizado una fiesta por el Día del Trabajo.

            Dijeron que Juaneco regresó por tierra con los instrumentos musicales que cuestan una fortuna, mientras que cinco integrantes viajaron en una avioneta que se estrelló y murieron todos sus ocupantes. Habían preferido la comodidad.

            La fatalidad intervino llevándose también a Noé Fachín, arreglista y primera guitarra, es decir el “cerebro” de la banda.

            El vecino Humud que en su día libre salió a jugar en un patio cercano con su hijita y al hacer el “avión con la niña de 9 años, un auto pasó a toda velocidad y le arrebató a su pequeña. Muerte instantánea. Esta historia la he narrado en mi libro Cuentos de mi Blog Volumen II. Ocurrió en Balconcillo, un barrio tranquilo donde nunca pasa nada y ocasionalmente pasan carros solamente a baja velocidad porque es una calle de vecindad. Pero la fatalidad se cernió en esta familia y nos afectó a todos. Mi hija Luisa quien entonces tenía 5 años de edad aun lo recuerda.

            Varios escritores cuentan  este relato:

            Cuentan los que saben (pero Alá es más sabio) que cierto día, en Bagdad, un criado acudió al Califa de los creyentes. «Señor, acabo de encontrarme con la Muerte en la plaza del mercado y me ha hecho un gesto amenazador. Creo que viene a buscarme. Permíteme huir a Samarra, donde tengo familia, para esconderme y que no me encuentre.

            El Califa concedió el permiso y su criado partió de inmediato hacia Samarra. Poco más tarde, paseando por su jardín, el Califa se encontró con la Muerte y le preguntó: «¿Por qué has amenazado a mi criado?».

             La Muerte repuso: «Mi gesto no fue de amenaza, sino de sorpresa. Me extrañó encontrar por la mañana a tu criado en Bagdad porque tengo cita con él esta noche en Samarra».

            Una historia similar nos cuenta el escritor estadounidense John O’Hara, el inglés Waldo Somerset Maugham y el francés Jean Cocteau. Pero también aparece en el Libro de las Mil y una noches contado por Sheherezada.

            En todos los casos se hace referencia a la inevitabilidad de la muerte, haga lo que se haga. Por eso en mi tierra, Iquitos, dicen sabiamente: “Cuando te toca, te toca”. Es decir que cuando te llega la hora no hay manera de evitarlo y vale más estar en paz y con la conciencia limpia para no tener que arrepentirse después, cuando ya nada puedes hacer porque estás muerto.

La muerte

52 LA REMONTA

            Cuando llegamos al Cuartel de Artillería GAC 2 “Coronel Bolognesi” en Pueblo Libre, pudimos ver que salían camiones que llevaban acémilas.

            El Sargento a cargo nos dijo que era el último de los animales que se los estaban llevando. A partir de ahora nuestra unidad pasaba a ser motorizada.

            Veníamos del Centro de reclutas (II CIR) en Chorrillos donde fuimos entrenados como combatientes de primera clase. Ahora nos tocaba prepararnos en una unidad de combate, de esta manera llegamos al cuartel de artillería (La gente siempre le ha llamado el Cuartel Bolívar) en Pueblo Libre.

            Nunca imaginé que pasado el tiempo llegaría a residir en este distrito, cercano al cuartel, donde terminaré mi existencia.

            De la antigua unidad de artillería quedaban los recuerdos de cuando los cañones eran jalados por acémilas y el personal se transportaba a lomo de caballos. A muchos les llamaban con el nombre de su mula, recuerdo de tiempos idos.

            Lo curioso de esta unidad era que tenía una pileta, cual piscina, y contaban los antiguos que los familiares de los oficiales en el verano venían a disfrutar de un buen baño refrescante. La pileta estaba rodeada de una pérgola de flores muy vistosas por esta razón. Para esto había un jardinero civil.

            El Comandante Carlos Leiva Arguedas le mandaba al jardinero a sembrar zanahorias. Al cosecharlas nos servían zanahorias en el desayuno (mermelada), almuerzo (ensalada) y cena (guiso). Otra vez le ordenaba sembrar camotes y nosotros teníamos que comer camotes en el desayuno, almuerzo y cena. Hasta en la lista de retreta, junto con el “agua de pichana” (infusión) nos alcanzaban un pan con mermelada de zanahoria o camote, como un extra para que se termine la producción.

            También teníamos una cocina moderna con pailas a presión en vez de las acostumbradas pailas de cuartel. Igualmente el cocinero era un civil quien preparaba potajes extraordinarios.

            Al fondo del cuartel existía un lugar al que denominaban “La Remonta”, al cual siempre he considerado una granja militar, pero es en realidad un servicio de Veterinaria, obligatorio en ese entonces en toda unidad de artillería.

            Estaba a cargo de un oficial a quien todos los soldados llamaban el “Capitán patero”. Este oficial nunca prestaba servicios en el cuartel, únicamente atendía la Remonta. Allí criaban los pollos y patos con los que se atendía nuestro sustento y los pavos para la cena navideña del comandante. Abundante provisión de huevos.

            Muchas veces, sobre nuestro rancho normal, el cocinero ponía un huevo frito. Un huevo frito en ese mismo instante: el cocinero civil ponía un azafate de acero sobre la hornilla y reventaba con maestría hasta 12 huevos, con ayuda de una espumadera plana de metal lo levantaba y ponía con delicadeza y rapidez en nuestra gamela.

            En este cuartel se comía mejor que en los restaurantes y la Remonta ayudaba mucho en el aprovisionamiento para nuestro sustento. Esto de hecho significaba un tremendo ahorro de los gastos del cuartel pero el Comandante nunca se aprovechó de esta circunstancia porque era de esos funcionarios raros en el país: honrado. Nos retribuía el ahorro con botellas de gaseosa, cenas navideñas con pavo asado, panetones y chocolate, chocolates, galletas y regalos. Nos dieron regalos cuando hicimos la Confirmación. Mi padrino fue el Teniente Rodríguez.

            A la vuelta de mi casa hay una bodega cuyo nombre es, curiosamente, “La Remonta”. Me imagino que en su juventud el dueño quizás prestó servicio en este cuartel y por ese recuerdo le puso ese nombre a su tienda: La Remonta.

La Remonta

51 AHORA TE VAN A DECIR CHARITO

            Cuando nació mi pequeña  hija Rocío del Pilar ocurrió que las mayores (9 años) protestaron.

  • ¿Por qué? ¿Cómo la vamos a llamar?
  • Charito.

            Este episodio de nuestra vida lo cuento en mi libro Nuestro amor.

            Todos saben que a las personas que se llaman Rocío no les dicen Charito sino Rocío o Chío. Pero en la casa todos la llamamos Charito, al igual que todas nuestras amistades.

            Pero Charito dejó bien claro que en todas partes le dicen Rocío o Chío y solamente en nuestro medio le decimos de esta manera.

            Cuando fue a un Retiro Espiritual de la Parroquia Santa María Magdalena, en su etapa de Catequista, la costumbre es que los familiares le enviemos cartas que resalten el amor y ayuden a avivar su fe.

            Pero en esta oportunidad quisieron aprovechar la tecnología y decidieron enviarles mensajes en video que sería visto por todas las asistentes.

            Para este fin nos convocaron a los padres para decirles en vivo y en directo nuestro mensaje de amor.

            Antes del Retiro Charito nos había machacado que Charito es solamente en nuestra casa y para todos los demás es Rocío. Nunca me gustó decirle Chío ni lo diré jamás. De esta manera, mientras acudíamos a la Parroquia, conversamos los esposos e hicimos hincapié en que no le diríamos Charito sino solamente Rocío, aunque en la casa jamás le dijimos Rocío.

            Como todas las asistentes al Retiro sabían que les llegarían los mensajes en video grabados, le resaltaban a nuestra hija:

  • Ahora tus padres te van a decir Charito.

            Tal y como habíamos acordado, al comenzar nuestro mensaje personal ambos dijimos como se lo habíamos prometido:

  • Amada hijita Rocío…

            Al regreso nos reclamó: todas me decían que ustedes me dirían Charito y ustedes dijeron Rocío. Me hicieron quedar mal.

            Tú nos dijiste que no te dijéramos Charito sino Rocío, cómo todos te lo dicen. Lo único que hicimos fue darte gusto y cumplir tus deseos. No nos reclames por haberte hecho caso aún en contra de nuestra manera de ser.

50 NOTAS DE HUMOR 8

LA MONA

            Un borracho está en una jaula del zoo cantándole una nana a la gorila y el guarda le pregunta:

  • ¿Qué demonios hace usted ahí?
  • Pues ya lo ve, durmiendo la mona.

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

  • Estoy a FAVOR de la libertad de expresión.
  • Y yo.
  • Tú te callas.

JEROGLIFOS

  • Soy experto en jeroglíficos.
  • Pues échale un vistazo al mío, que no enfría bien.

LA ÚLTIMA CENA

  • Jesús, ¿qué tal la última cena? ¿Salió cara?
  • Qué va, salió cruz.

DIÁLOGO DE MUERTOS

            Un muerto le dice a otro:

  • Déjame dinero, tío.
  • No puedo, estoy tieso.

DE DÓNDE ERES

  • Hola guapa, ¿cómo te llamas?
  • Maria de Los Angeles, ¿y tú?
  • Pedro, de Nueva York.

EL HÉROE

Estaban en un yate disfrutando de un lindo paseo por el río, pasaban en ese momento por una zona que era peligrosa, pirañas, lagartos, etc. Cuando el yate hizo un movimiento brusco la hija del dueño del yate cayó a las aguas turbias, y el padre desesperado gritaba

  • Salven a mi hija, salven a mi hija, que un valiente salve a mi hija

De repente todos los asistentes vieron que un joven se lanzó al rescate y con mucho esfuerzo logró sacar a la joven. El padre emocionado lo felicitó y le agradeció el gesto

  • Es usted un hombre valiente, ha salvado a mi hija, es usted un héroe
  • ¡Qué héroe ni qué ocho cuartos! Yo sólo quiero saber quién fue el desgraciado que me empujó

CUENTOS DE GALLEGOS

  • ¿Sabes por qué los gallegos no toman leche fría?
  • Pues, no ¿Por qué?
  • Porque la vaca no entra en la refrigeradora

LA NOVIA

            Le comenta un tipo a alguien en una boda:

  • Oiga ¿Ya se fijó que la novia es bastante horrible, la pobre?
  • Óigame ¿Qué le pasa?, no se exprese así de mi hija.
  • ¡Ay! Usted perdone no pensé que usted fuera el papá.
  • No soy el papá… soy la mamá.
La última cena no salió cara