APRECIADOS LECTORES
Con el deseo inmenso de que todos tus sueños se hagan realidad, te saludamos con alegría en este día tan especial en que damos inicio a un nuevo amanecer.
¡FELIZ AÑO NUEVO 2022!
APRECIADOS LECTORES
Con el deseo inmenso de que todos tus sueños se hagan realidad, te saludamos con alegría en este día tan especial en que damos inicio a un nuevo amanecer.
¡FELIZ AÑO NUEVO 2022!
Tatiana tenía solamente 15 años cuando le tocó enfrentar la prueba más dura que una persona puede soportar.
Le diagnosticaron un tumor en el cerebro y para extirparlo debían sacarle ambos ojos, pues la operación se haría por esos medios.
Amaba mucho la vida, tanto que prefirió perder los dos ojos y seguir viviendo pues en su modo de ver, aún no había vivido nada.
El día de la operación se casaba su hermana mayor y no quiso que lo postergara, que por una situación de ella “sin importancia” su hermana no debía sufrir con ella.
Fue lo más noble que vi en mi vida, su padre estuvo con ella en la operación y una vez que pasó a Recuperación, Tatiana no quiso que se quedara más y que fuera a entregar a su otra hija en la Iglesia, que le estarían esperando.
Se casó su hermana en una bonita ceremonia en la Parroquia Santa María de Jesús en Comas, mi nieta Andrea fue la Damita de Honor quien llevó los aros presidiendo el desfile ceremonial.
La recuperación de Tatiana fue rápida, dada su juventud y su fuerza invencible para superar las dificultades, hechos que me motivaron a llamarla “Muchachita Valiente”. Sobrenombre que fue muy de su agrado, desde entonces es mi muchachita valiente.
Pronto aprendió el lenguaje Braille y la Terapia física conjuntamente con el uso de la computadora.
Tiene su propia cuenta en Facebook y pertenece a una institución de fisioterapia ubicada en Miraflores (Terapeutas invidentes) y su propia página web. Ella misma maneja sus cuentas.
Está casada y tiene su hijito, es decir, nada la detiene y está lista para afrontar lo que sea que se presente.
Dios te bendiga muchachita valiente.
Mi encantadora amiga Salvith Karen Meléndez Ruiz publicó en su muro, hace algún tiempo, una imagen que contiene un meme:
9 meses en mi vientre,
12 horas de parto,
100 noches sin dormir…
y se parece a su papá.
Es en realidad el meme preferido de las mujeres, no por el tiempo o el esfuerzo que el asunto conlleva sino porque, al final, sale el niño parecido al papá.
Como es bastante simplón el asunto no pude resistirme a responder en su muro:
Me parece que no comprendió del todo mi comentario porque respondió algo azorada:
Es por eso que el Chavo del Ocho siempre dice “Tómalo por el lado amable”.
De todas maneras Salvith es una buena amiga y toda una dama incapaz de contestar con una grosería. Por eso continué mi comentario:
Mi amiga se serenó y agregó:
Mi amiga también debió asumir que soy un caballero incapaz de ofender a nadie, menos a una dama.
Pero el tema es cierto, si la dama tiene suerte, el hijo se va a parecer a su papá, sin que esto entrañe una falta por ningún lado, menos de parte mía. Pero me sirvió de lección para ser más cuidadoso con mis comentarios porque soy incapaz de escribir ja, ja. Si entendieron el chiste bien, sino a otro tema.
Pero recuerden amigas, si tienen suerte su hijo se va a parecer al papá no importando que les tome 270 días llegar a ser mamás.
De todo corazón, un saludo especial para todas aquellas personas que vienen acompañándome desde que creé esta Página Web para expresar mis recuerdos, mi estado de ánimo y mi cariño.
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Se iban a realizar las Olimpiadas Militares y a último momento se pusieron a buscar atletas durante la formación en el cuartel ¿quién puede correr? ¿Quién puede saltar salto largo? ¿Quién puede saltar salto alto?, y así.
Se me ocurrió murmurar que yo había saltado en el colegio un metro treintaicinco, no habré hablado tan bajito que el sargento dijo a voz en cuello:
De inmediato nos hicieron subir al camión y partimos rumbo al cuartel BI 19 (Batallón de Infantería nº 19), donde estaba la Escuela de Comandos y tenía entonces todas las instalaciones para desarrollar la Olimpiada. Dentro de mí decía ¿Por qué se me ocurriría hablar? Ya hacía dos años que había dejado el colegio y mi mejor marca era ampliamente superada por algunos compañeros que sí se dedicaban al salto alto.
Estábamos un cabo en salto largo, yo en salto alto, el alférez Rivas en 100 metros planos y otro alférez en mil seiscientos metros.
Escuché al mayor conversar con el Alférez Rivas:
El Alférez Rivas llegó último. Pero el otro alférez ganó lejos la competencia de Mil seiscientos metros, pese a su corta estatura y a que era oficial de Intendencia (No hacía servicio en el cuartel, es decir, no practicaba deportes). El cabo de salto largo batió record con seis metros, único en la competencia.
El problema fue conmigo. Es cierto que en el colegio practicábamos todos los deportes y teníamos calificaciones en todos ellos, pero yo destaque nítidamente en el Equipo de Gimnasia en aparatos. Salto alto lo hice muy a mi estilo, palomita. Y 1.35 era un salto meritorio aunque modesto, pero ahora querían que compita con saltadores profesionales, sobre todo que vienen preparándose intensamente durante meses, no como nosotros, simplemente nos señalaron y nos subieron al camión y aquí estamos.
Nunca me preocupé en desarrollar un estilo de salto pues solamente cumplía tratando de aprobar. Nunca jugué fútbol ni basquetbol, ni tampoco sobresalí en bala, disco o jabalina. Solamente me dedicaba a la gimnasia en Aparatos (taburete, barra y barras paralelas) y en ello si era muy bueno, el mejor.
Llegado mi turno pasé el metro cincuenta pero no fue aceptado. Decían que las normas internacionales no permiten que primero pase la parte superior del cuerpo y yo solamente sabía saltar de “palomita”, al pasar el listón me daba una volantinada en la arena.
Los oficiales de todas las unidades vinieron a explicarme “cómo saltar”, pero no puedes adoptar una modalidad que nunca has usado, no sabía hacer el salto de tijera, o el fosbury únicamente sabía lanzarme de palomita: las tres veces pasé el metro cincuenta, un record para mí, pero las tres veces fui rechazado y al final, eliminado.
Hoy en día, si ven los Juegos Olímpicos podrán observar que los mejores saltadores del mundo pasan primero la cabeza, tal y como yo lo hacía pero no valió en nuestra olimpiada. Veo con pena que las cosas han cambiado en la actualidad, pero en 1962 fue un verdadero desafío.