En noviembre de 2013 sufrí un infarto a las vías coronarias y fui atendido en el Hospital Santa Rosa de Pueblo Libre, donde me salvaron la vida. Una vez que me estabilizaron me derivaron al Hospital Rebagliati pues soy asegurado.
En el Hospital Rebagliati me pusieron un Stent en la arteria coronaria afectada en una operación novedosa y estuve en observación en Cuidados Intensivos en el Piso 10 de Cardiología, conectado a una serie de aparatos, con atención permanente de médicos y estudiantes.
Luego me desconectaron y enviaron a una sala en el mismo piso para una observación más rutinaria por dos días.
Con lo maravilloso que es el Hospital Rebagliati puede observar y sufrir una impertinencia, una incompetencia y tres incapacidades.
El mismo día en que sufrí el infarto, atendido en el Hospital Santa Rosa, trasladado al Hospital Rebagliati y operado allí, una barchilona mal encarada y con cara de pocos amigos se puso a despotricar mientras me aseaba:
- Qué clase de familiares que no traen jabón, no traen colonia, no traen talco, etc.
Como sea le dije que mi esposa y mis hijas están conmigo desde las 8 de la mañana en el Hospital Santa Rosa y volaron para llegar al Rebagliati y seguir paso a paso mi tratamiento, son las 4:30 de la tarde y ellas no han almorzado ¿y reclamas porque no han traído nada? Eres realmente impertinente.
La incompetencia se dio en la sala común. Estaba yo sólo. Vino una “japonesa”, justo cuando habían traído mi desayuno, y dijo que era la sicóloga. Supongo que su trabajo es hacer que el paciente comprenda que ha sufrido un proceso muy difícil y que es necesario aceptarlo con buena cara y hacer que se sienta bien consigo mismo.
Pero solamente alcanzó a decirme que era la sicóloga y acto seguido sonó su celular y se puso a hablar durante media hora sus asuntos personales, dando instrucciones sobre menaje para una fiesta. Y yo tenía hambre.
Terminó de hablar y me preguntó cuántos hijos tengo, le dije que tengo tres hijas y en ese instante vino una enfermera a pasarle la voz – doctora le llaman por teléfono. Salió rauda.
Me puse a tomar desayuno y cuando volvió de atender su llamada solamente dijo – ah, está tomando desayuno – y se fue para no volver. Definitivamente una profesional incompetente.
Las incapacidades son:
- Incapaces de retirar una silla que chorrea agua. En mi sala solamente había una silla, un sillón y una mesita de hospital para comer. Pues, la silla de fierro acolchada estaba en el baño y chorreaba agua. Como recibía la visita de muchos familiares y amigos les pedí que me cambiaran la dichosa silla pero fue imposible. Una vez una chica se lo llevó pero al rato regresó con la misma silla diciendo que le habían dicho que lo ponga nomás en el baño.
- Incapaces de reventar mis ampollas. Tengo la piel muy sensible y en todos los sitios de mis brazos donde me pusieron vías, las fijaron con esparadrapo y allí se formaron unas ampollas enormes. Los médicos dijeron que era alérgico al esparadrapo y por esa razón se formaron las ampollas, que las enfermeras los van a reventar y curar. Nunca lo hicieron. Los reventé yo al llegar a mi casa.
- Incapaces de aplicarme pañitos calientes. En el resto de mis brazos, afectados por las picadas, se veían moretones. Los médicos decían que era necesario aplicarme pañitos calientes, que las enfermeras lo van a hacer. Nunca nadie lo hizo.
Pero con todo, es un hospital maravilloso.
Y para asuntos de emergencia el Hospital Santa Rosa es el más indicado.