Por los años 60’s iba caminando con mi enamorada por una calle de Iquitos y delante de nosotros iban 3 chicos. Uno de ellos les contaba una historia a sus amigos y su tono de voz llamó nuestra atención.
Debo antes indicar que en ese tiempo laboraba en el diario El Oriente un señor que tenía la mano derecha como un muñón, lo tenía siempre en el bolsillo del pantalón, pero eso no evitaba que la gente le llame “Manacho”.
El chico les decía:
- Manacho iba por la calle del cementerio cierta noche cuando de repente escuchó que le llamaban por la espalda, como un susurro: Manachito, Manachito, Manachito chiu chiu.
- De inmediato se volteó pero no vio a nadie. Intrigado siguió caminando y otra vez escuchó el llamado: Manachito, Manachito, Manachito chiu chiu.
- Ya preocupado apretó el paso y las voces a su espalda: Manachito, Manachito, Manachito chiu chiu.
- Amargo se volteó de repente y lo vio: tunchi aprista había sido.
Los chicos, seguramente, se sorprendieron cuando nosotros rompimos a reír escandalosamente.
