LA CASA ROJA

            Mi hija Claudia siempre fue muy discreta y poco amigable, con tan pocos amigos que sus dos hermanas solían fastidiarla mencionando a sus amigos: tiene a Jorge y a Pepe, también tiene a Pepe y a Jorge, y no nos olvidemos de Jorge y Pepe.

            La verdad es que tenía muchos más amigos pero siempre fue muy discreta y hacía caso omiso a la burla de sus hermanas.

            Estudiaba en la Facultad de Artes Plásticas, especialidad Diseño Gráfico, de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

            Ocurrió que comenzó a asistir de manera permanente una alumna antigua que se había retirado. Era la mayor del grupo y todos la apreciaban porque era muy amiguera y sociable, aparte de autosuficiente.

            Tan es así que para el Aniversario de la Facultad, en octubre, ofreció su casa para realizar la fiesta.

            Su casa es todo un tema. Se le llama la “Casa Roja”. De hecho, está pintada de rojo y llena de personalidad. Está ubicada en General Silva, en Miraflores.

            Supongo que su nombre es Graciela pero todos la conocen como Chela Ulloa, la más más y estaban contentos de poder conocer su emblemática casa La casa Roja.

            Llevaba a mi hija Claudia a su fiesta   en Miraflores cuando al pasar por la avenida Benavides, se interrumpió el tráfico.

            Bajé para ver que estaba ocurriendo; se trataba de un accidente terrible: un hombre solo, se pasó de banda a banda y terminó estrellándose en la pared del frente. El conductor salió volando por la ventana del frente.

            Un conductor, adulto joven, al parecer con experiencia, se acercó. La víctima estaba a un costado de su carro y el joven lo levantó medio cuerpo y le habló. Vi que él decía que sí con la cabeza.

            Cuando llegó el patrullero, eran días en que no existía el celular y posiblemente si encontrabas un teléfono público sería con ring de triste recordación. El joven levantó la mano para hacer notar que allí estaba la víctima del accidente. Además hizo la señal fatídica de que ya todo se acabó, pasó el dedo por su propio cuello.

            Volví a mi carro y cuando mi hija me preguntó ¿que fue? le dije simplemente un accidente. La estaba llevando a una fiesta y no quería incomodarla, era el Aniversario de su Facultad que se iba a realizar en una de las casas más emblemáticas de Miraflores.

            Simplemente un accidente.

            Y Chela Ulloa una anfitriona excelente.

            Hoy en día se oferta la Casa Roja como una posada excelente, pero para nosotros  siempre será la propiedad de la amiga de mi hija Claudia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *