En casa tenemos desde hace muchos años, dos jarras “térmicas” de plástico, cuyas tapas pueden sellar y mantener la temperatura del líquido más tiempo.
Con el paso de los años, la tapa parece haberse percudido pero no lo podíamos desmontar para hacer una limpieza exhaustiva, razón por lo cual lo dejamos así y seguimos usándolo al diario para guardar la infusión del día: manzanilla, menta y hierbaluisa.
En una oportunidad Valentina, la joven que viene a cuidar a Ainhoa cuando no va al colegio, levantó la tapa y esta se desarmó. Sorprendido la tomé para ver qué pudo pasar pero mi yerno Pedro Pablo me dijo:
- Charito lo desarmó.
- Igualito que su madre – dije yo.
No creo que mi yerno haya entendido lo que dije: igualito que su madre, porque esta es una historia muy antigua.
Teníamos hace muchos años una cafetera Phillips, grande, bonita y muy eficiente, pero tenía un problema: la pieza porta filtro no se podía desarmar y en consecuencia mi amada esposa no podía hacerle la limpieza que ella deseaba: desarmarlo todo para limpiar pieza por pieza, al igual que un buen soldado desarma su fusil de reglamento pieza por pieza, porque ella es muy amante de la limpieza total.
Huelga decir que mi amada esposa Maria Judith Alva Rivera, no era muy afecta a la tecnología emergente, salvo que se tratara de su preciado café. Desde que tuvimos la primera cafetera eléctrica se volvió en el útil indispensable en nuestro hogar.
En casa de ella, desde que nacen toman café y lo mismo ocurre con nuestras tres hijas quienes también son amantes del café.
Pues bien, dijimos que la cafetera Phillips no se podía desarmar el porta filtro, pero está visto que los fabricantes de esta tecnología no conocían a doña Maria Judith. Un buen día encontré que el porta filtro había sido desarmado: lo rompió.
Cuando la doña se empecinaba nada ni nadie podía darle la contra, de manera que la cafetera podía limpiarse hasta el último rincón.
Así que, Charito limpió pormenorizadamente la tapa de la jarra térmica ¿Se imaginan, acaso cómo fue que lo logró?:
Igualito que su madre.
Que por algo dicen las viejas consejas: genio y figura hasta la sepultura.
También mi cuñada Lolita, Dolores Alva Rivera, decía:
- Hijo de pez, peciño es.
Igualmente nos soltaba:
- Lo que se hereda, no se hurta.
Es decir que lo que viene de herencia sale siempre a relucir sin que te des cuenta.
La cafetera de la historia.
La jarra de plástico cuya tapa no se podía limpiar, hasta ahora.