153 VOCES DEL ALMA

Todos los sábados, desde hace 60 años, compramos el diario el Comercio, porque nos encanta resolver el Geniograma, creado magistralmente por el Dr. Mario Lara. En los últimos años, junto con el diario viene también la revista Somos, que lo leemos de cabo a rabo.

Generalmente es simple lectura que no alcanza a hacerme sentir emocionado, exceptuando, tal vez, un artículo de Nora Sugobono que dio pie para escribir el post “Arroz con Huevo frito”. Mis entradas los publico en mi página web Historias para contarlas.

El post que menciono ya fue incluido en mi libro digital “Cuentos de mi Blog.

Esta vez, sin embargo, encontré dos artículos que me han llegado al alma, en el Nº 1741 de la revista Somos:

Uno es “Maratón de emociones” de Luciana Olivares en su Sección Con la Luz Prendida. Me ha enternecido su franqueza que la comparto y que a la letra dice:

Nunca fui buena con los deportes, pero sí  una deportista entusiasta. Era de las que se inscribía a entrenar salto largo en el colegio, a pesar de mis piernas cortas. La que se apuntaba para integrar el equipo de vóley pero le recomendaban que mejor tocara flauta en la banda. Cuando había que armar equipos para alguna competencia, siempre me escogían entre las últimas”.

Ya he declarado antes que nunca fui bueno con el dribbling en el fútbol y siempre era el último en ser “llamado” para armar un equipo, pero descubrí que nadie quería jugar de back izquierdo, de manera que esa era la solución: jugaba de defensor izquierdo y me obligaba yo mismo a patear con el pie izquierdo siendo diestro y así participaba en todos los partidos de los días sábado a la salida del colegio. No necesité ser entusiasta sino observador.

Quizás Luciana debía leer un poco más a Mafalda, donde Miguelito dice “¿Desde cuándo los entusiastas tenemos que dar soluciones?”.

El segundo artículo es de Elsa Estremadoyro sobre el Dr. Jaime del Castillo. En ese artículo ella cita al doctor:

Dar afecto al paciente y transmitirle seguridad es indispensable para que pueda confiar en que se va a curar. El enfermo me está dando su vida y con ella su alma; mi respuesta es tratarlo como si fuera un miembro de mi familia. Es fundamental mirarlo a los ojos y darle la palabra adecuada con cariño”.

Hermosas palabras que rinden de inmediato efecto en el paciente, pero muchas veces no es necesario decirlo pero es importante que el paciente lo vea actuar. Cuando llevaba a mi pequeña Luisa de 5 años con ataque de asma a las tres de la mañana, con toque de queda, al Hospital del Niño, ella estaba inquieta sin poder respirar, atenta a lo que ocurría, los internos la estaban atendiendo en cuanto llegábamos, pero aparecía en su radio de visión el Dr. Estacio, Jefe de Emergencia, e inmediatamente se abandonaba, sabía que se iba a sanar con total seguridad. Fueron muchas las veces que llegamos al Hospital del Niño durante los tres años que duró su asma. Tenía plena confianza en el doctor.

A mi hermana Mónica le hicieron trasplante de riñón en el Hospital Rebagliati y muchas veces tuve que llevarla a Emergencia en la madrugada por que se sentía mal. En una de esas un médico se acercó a revisarla, en una cama de emergencia improvisada con cubículos separados con sábanas, con una sonrisa en los labios mientras le mostraba la campana de su estetoscopio “Vamos a ver cuánto ha amado este corazón. Sí, es verdad, este aparatito me va a decir cuánto ha amado tu corazón”. Era notoria la empatía médico-paciente y se notó que una tranquilidad embargaba a mi hermanita. Pronto fue dada de alta.

Pero en cuanto al dichoso hospital de emergencias del doctor Del Castillo jamás lo recomendaría por la brutal experiencia que me tocó vivir y que lo describí en un post de mi blog.

Como dije, esta vez fue muy provechosa para mí la revista Somos y lo agradezco de corazón.

La revista Somos               y              Los entusiastas

 

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