Este es una anécdota que le gustaba contar a Jorge Barreyro.
Su amigo Mañuco se paseaba por la ciudad en un Jeep todo destartalado, feliz de la vida, hasta que le paró un policía.
Luego de mirar el carro hecho ruinas le dijo:
- Oiga usted, este carro no tiene faros delanteros, no tiene luces traseras, no tiene parabrisas, no tiene nada.
El amigo le miraba sonriendo y se encogió de hombros, lo que molestó al guardia que le dijo en tono severo:
- Tarjeta de Propiedad.
Manuel se rebuscó en los bolsillos de la camisa y luego del pantalón y finalmente le dijo con una mueca:
- No hay.
Ya irritado el tombo le dijo:
- Su brevete.
Nuevamente se buscó en los bolsillos de la camisa y luego del pantalón y también le dijo:
- No hay.
Francamente molesto la autoridad le increpó:
- ¿Y entonces cómo maneja usted?
Lo cual mereció una respuesta simple acompañada de un gesto como mostrando las manos, en el más puro dejo loretano:
- Ahishtá pues.
Legítimo loretano, sentenciaba Barreyro.
«Ahishtá pues» en modismo loretano simplemente quiere decir «Ahí está pues».