ULISES

Ulises García Meléndez era nuestro vecino cuando vivíamos en la Primera cuadra de la calle Ricardo Palma en Iquitos y ellos a la vuelta, en el Malecón Tarapacá. Vivía él en la casa de los Hernández, dueños de la única Florería de gramalotes.

La Casa de los Hernández era visitada por todos los turistas, ávidos de conseguir souvenirs tan especiales y únicos. Los artistas del cine mexicano que venían a actuar en el Cine Teatro Alhambra necesariamente llegaban a esta tienda.

La mamá de Ulises era la ama de llaves de esta casa, era una persona amable y buena cristiana y experta en la cocina y repostería que eran una delicia para los viejos y por eso ella era muy importante para ellos.

Ulises era un joven de 16 años y siempre andaba muy bien vestido y al salir de paseo siempre se despedía de su madre con un beso. Según ella al despedirse le decía – Mamá voy a ver a mi chola – pues en opinión de ella ya era un hombre.

Pues un día fue a un velorio del familiar de un compañero de colegio que quedaba bajando por el arenal de la Plaza 28 de Julio, por la Bermúdez, creo.

Cuentan que cuando el muerto ha sido malo en vida su espíritu no quiere que abandones su velorio. Pero Ulises se retiró temprano porque tenía que estudiar.

En aquel entonces el alumbrado público era muy tenue y parecía que había sombras por todos lados. Cruzó la Plaza 28 de Julio y subió por la San Martín, volteó por el jirón Lima pero ya la sensación de que lo estaban siguiendo se hizo más tangible. Estaba francamente asustado; al llegar a la esquina del Polo Norte, donde siempre había un policía de plantón porque en los altos quedaba la Comandancia Policial, tenía ganas de decirle al policía que lo acompañe hasta su casa pero le dio vergüenza, “ya era un hombre”.

Dobló por la Ricardo Palma donde a mitad de cuadra había un callejón que siempre nos parecía tétrico porque estaba todo el tiempo oscuro y daba miedo. Al pasar por el callejón ya sintió que lo querían agarrar y emprendió una veloz carrera y al llegar a su casa golpeó violentamente la sólida puerta y cuando su mamá le abrió la puerta cayó en sus brazos desmayado, botando espuma por la boca y, por encima de ella la mamá sintió que pasaba un viento frío y desagradable que se perdió por la parra de uvas del patio central por donde se escuchó el silbido del maligno.

Su mamá lo arrastro hasta su cama donde lo frotó con Agua Florida y se puso a rezarle a la Virgen María, siempre tenía sobre la cabecera de la cama una imagen bendita de Ella.

Esa noche Ulises soñó que el demonio le decía que agradezca que su madre es devota firme de la Virgen, sino, lo hubiera llevado con él.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *