Era el partido más esperado del año. Llegaba a su fin el Campeonato de Fútbol de Tercera División. Todo el año haciendo méritos para poder llegar a este punto donde se define su pase a Segunda División y de allí el salto a Primera División.
Todos ponían ardor y entusiasmo y al final se vería no sólo qué equipo se alzaba con el triunfo sino quien es el Equipo Papá, el men del fútbol loretano.
Les tocaba a dos de los equipos más aguerridos, fuertes y bestiales, literalmente hablando, como podrán darse cuenta, una final de campeonato donde se enfrentan Matanceros del Camal y Carniceros de Belén sería, pues, algo apoteósico y con mucha adrenalina.
Para comenzar, ningún Árbitro FIFA quiso hacerse cargo del arbitraje; tampoco ningún árbitro sin cartón. Nadie quería conducir un partido que de por sí sacaba roncha, donde podían botar al referee al río Amazonas, en el mejor de los casos, previa apanada o previa pateadura.
Peligraba la final del campeonato si no encontraban alguien que quisiera arbitrar este partido. Por fin encontraron un angelito, que inocente.
El Árbitro era Julito, una persona discapacitada que apenas podía caminar y caminaba de un modo muy singular: Un pie delante del otro, como si estuviera caminando en la cuerda floja. Pero no había otro, así que ambos contendores aceptaron a Julito para Árbitro.
Comenzó el partido, corren unos y corren otros, detrás de la pelota, patadas por aquí, patadas por acá, empujones, codazos y fin del Primer Tiempo.
En el Segundo Tiempo las acciones se pusieron más violentas haciendo más activa la labor del Árbitro, cuando de pronto, casi para terminar el Partido, un Carnicero le puso el pie a un matancero en el área y el Juez sopló su pito con fuerza: Penal.
No hay problema dijo el Arquero Carnicero, cogió la bola y comenzó a contar los once pasos de rigor:
- ¡No!
Dijeron los Matanceros:
- ¡No! Que cuente el Árbitro los once pasos.
El Juez Julito, que apenas podía caminar, contó los once pasos y puso la pelota a metro y medio del Arco, ante el estupor y el temor de los Carniceros que incrédulos asistían a esta situación. El taponazo lanzado con alma y vida entró la pelota con Arquero y todo:
- ¡Goooool!
