ERA UNA MALA PERSONA

El alumno Dueñas era un compañero que a todas luces sufría mucho en su casa.

Cuando nos poníamos uniforme de Educación Física, polo y pantalón corto blancos, se le notaban los moretones. Algunas veces también en la cara los lucía.

Nos daba pena y tratábamos de hacer para que esto se evite:

  • Dile a tu padre.

El pobre movía la cabeza negativamente y nos decía con tristeza:

  • A mi papá también le pega.

El papá era Suboficial de la FAP, de especialidad Mecánico de Avión, tenía buen porte pero la mujer era, según parece una fiera de temer.

El alumno Dueñas sólo estuvo con nosotros en el Primero de Media en la GUE Mariscal “Oscar R. Benavides” de Iquitos. No lo volvimos a ver, pero al papá lo vimos toda la vida. Dejó la Fuerza Aérea y se dedicó a manejar ómnibus de servicio público en Iquitos.

Pasaron muchos años y en el año de 1964, en plena era moderna y de gran desarrollo en la ciudad de Iquitos, una noticia sacudió nuestra tranquilidad. Un hidroavión de la Fap sufrió un accidente en el río Putumayo, estaba corriendo en el río para levantar vuelo cuando chocó con un tronco y se fue al fondo, todos sus ocupantes perecieron ahogados, entre ellos se encontraba la tal señora de Dueñas.

Apenas no enteramos de la noticie cuando en su casa comenzaron a ocurrir cosas espeluznantes a plena luz del día. La casa ubicada en la calle Palcazu, en la otra cuadra del cine Iquitos, de repente se volvió la casa del diablo. El señor Dueñas no podía entrar a su casa porque de adentro le tiraban con todos los objetos allí existentes.

Una mañana, desesperado el señor Dueñas dijo solemnemente que de todas maneras iba a entrar para enfrentar a su mujer que desde el más allá venía para seguir atormentándole. Afuera estaba la prensa, y todo el mundo. Nosotros saliendo de la universidad estábamos también allí.

Las manifestaciones de espíritus se habían dado siempre en lugares apartados y por la noche, nunca a plena luz del día y en un lugar tan céntrico como era en este caso.

No pudimos quedarnos a ver cuándo se atrevía a entrar el Señor Dueñas a su casa pero el asunto terminó, dicen que Monseñor había entrado a exorcizar la casa y hacer regresar al espíritu a donde vino, y que no fue fácil porque a él también lo recibió con una andanada de proyectiles, pero al final la fuerza del Espíritu Santo prevaleció y todo volvió a la normalidad.

Ella era, pues, una mala persona en vida e igual en la muerte.

Cosas de mi tierra.

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