Cuando era muy pequeño estábamos cultural, educativa y socialmente formados para respetar no solamente a las personas mayores sino también a lo que ellos tenían que decir.
Aceptábamos a rajatabla sus opiniones y nunca las discutíamos, antes bien las tomábamos como la verdad misma. Eran sus frases, lapidarias.
Si te olvidabas de llevar el lápiz o el cuaderno a la escuela, Transición, el profesor o cualquier otra persona que se enteraba, te miraba fijamente a los ojos y te preguntaba:
- ¿Qué diría usted de un soldado que va a la guerra sin su fusil?
Era una frase lapidaria, en ella llevaba tu sentencia: No tenía respuesta, solamente te quedaba agachar la cabeza y poner rostro compungido de vergüenza.
Pero en los años cincuenta se inventó una respuesta, en realidad la inventaron los hippies, y era una respuesta que llevaba en si misma tu liberación:
- ¿Qué diría usted de un soldado que va a la guerra sin su fusil?
- Diría que es un general.
Se correspondía con el lema por ellos inventado “Si quieren acabar con las guerras manden a los generales al Frente”.
Si de repente te compraron una camisa floreada o de algún color algo subido de tono no faltaban los “amigos” que te molestaban con la consabida frase:
- ¿Hay para hombre?
Bueno, te retirabas callado procurando no hacer olas hasta que también se inventó la respuesta:
- ¿Hay para hombre?
- ¿Por qué? ¿Lo quieres para tu marido?
No te imaginas lo bien que te sentías al ver la cara colorada de tu interlocutor. Y la felicidad por haberlo puesto en su sitio.
Soldado que va a la guerra sin su fusil.