EN LA BANDA DE MÚSICOS 2

En un poblado de la selva, de cuyo nombre en verdad no quiero acordarme, ocurrió esta anécdota increíble.

El 24 de Julio el Maestro Beny Soto nos dijo a los músicos de la Banda de la GUEMORB:

  • Mañana vienen temprano porque vamos a viajar a un poblado por el Río Amazonas para hacer desfilar a los estudiantes de ese distrito.

Emocionados porque nos pareció que se reconocían nuestros méritos, comenzamos a hacer las preguntas de rigor. Le dije:

  • ¿Maestro Beny debo llevar mi almuerzo?

Su respuesta fue categórica:

  • ¡No lleven nada!, allí nos van a dar todo.

Otros insistían:

  • ¿Maestro Beny llevamos rancho?
  • ¡No! No lleven nada. Allá nos van a dar todo lo que necesitemos.
  • ¿Maestro…?
  • ¡No! No vamos a llevar nada.

Al día siguiente temprano nos embarcamos en una Cañonera y llegando al sitio comenzamos el Desfile por Fiestas Patrias, pues, ya estaban esperándonos bien formados.

Bonito desfile, lleno de entusiasmo, patriotismo y alegría.

Al terminar nos hicieron entrar a una casa, uno por  uno, haciéndonos pasar por un pasadizo, al final del cual nos entregaban un sanguchito (por lo diminuto) y un vaso de chicha morada en vaso descartable y abriendo una puerta pasábamos (pensamos que a un salón) y nos encontrábamos en la calle.

Pueden imaginarse nuestro estupor, el dichoso sanguchito se quedó entre los dientes y no por nada se dice un dicho muy antiguo “come como músico”.

Le miré al Maestro Beny Soto y el pobre, encogiéndose los hombros con tristeza, me dijo apenas en un susurro:

  • Cómo iba a saber, yo, qué me iba a imaginar.

Me dolió más su desesperanza que el maltrato local.

Afuera continuaba el jolgorio y comenzó el “concurso de glotones” y los chicos de la Banda “reclamaron” para sí el derecho a participar, lo cual se les concedió y se dio la largada.

Todo el público miraba como pronto comenzarían a tragar para tratar de ganar el premio, pero lo que vieron los dejó sorprendidos. Los músicos no competían, estaban almorzando con total parsimonia y tranquilidad, y una vez saciados llamaban a otros músicos para que participen del banquete de tallarines, bizcochos y plátanos de seda. Una verdadera fiesta.

Nunca más viajamos a ningún sitio a hacer desfilar a nadie.

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