La GUEMORB tenía una Banda de músicos que en un principio todos eran músicos, es decir, sabían leer las partituras de música, pero luego esto cambió de manera radical.
Para ingresar al Primero de Media teníamos que dar el Examen de Madurez Mental en el mes de diciembre, el cual determinaba si eras Gratuito o Pagante. Al final del examen nos dijeron que habría clases gratuitas de Matemáticas a partir del 2 de enero y clases gratuitas de Música a partir del 1º de febrero.
Asistí a los dos cursos y al final de las clases de música era yo el único músico (asistieron cerca de 60). Muchos de los otros participantes se integraron a la banda sin saber leer las partituras, así que teníamos que tocarles la melodía para que ellos pudieran ejecutar la marcha.
Pero, no faltaba quien quisiera dárselas de consumado músico, sobre todo porque practicábamos de 2 a 3 y media todos los días y las chicas de la Comercial venían a mirar el ensayo.
Una tarde, particularmente calurosa, Amansio Molina tocaba su enorme contrabajo mirando su partitura como si estuviera leyendo: po, po, po, po, po, po, po, po, po po po po po, y vuelta a repetir, toda la marcha, y las chicas de la Comercial mirando por las ventanas del Gabinete de música. Para lucir su musculatura y debido a la calor se quitó la camisa y fue a colocarla en una silla cercana a la pared, visiblemente orgulloso de lo que tenía que mostrar: su arte y su físico.
Waldo Guzmán, irremediable gracioso, aprovechando que no lo veía, se dirigió de manera ostensible al atril de Amansio y de manera dramática puso la partitura al revés, de lo cual todos se dieron cuenta menos él. Regresó Amansio a su contrabajo y mirando la partitura siguió su ensayo sin notar que la partitura estaba cabeza abajo: po, po, po, po, po, po, po, po, po po po po po y mostrando más bien que no sabía leer música y todas las chicas de la Comercial se desternillaban de risa y él no sabía por qué.