La abuelita Natividad estaba, como siempre, mirando por la ventana y mi sobrino Pepo jugaba en la calle.
Pasó un caballero orate e indigente a quien todos los chicos le gritaban “camaleón”. Se ponía violento y los perseguía lanzándoles semillas de aguaje.
Pepo, al igual que todos los “mataperros” del barrio le gritaba también “camaleón, camaleón” y se escapaban a toda carrera.
La abuelita se dio cuenta y le llamó la atención por lo que estaba aconteciendo:
- Pepo, qué es eso de camaleón, se debe decir Señor Camaleón.