El automovilismo es uno de los espectáculos más populares del mundo y algunas competiciones, como por ejemplo la Fórmula 1, cuentan con más seguidores que muchos otros deportes.
Así mismo, es el que mueve más dinero, involucrando a un gran número de empresas, fabricantes, deportistas, Ingenieros y patrocinadores.
Los Ingenieros desarrollan las últimas tecnologías en motores, aerodinámica, suspensión y neumáticos para lograr el máximo rendimiento; estos avances han beneficiado a la industria automotriz, con los neumáticos radiales y el turbocompresor, así como otros adelantos.
En el Perú la competencia más importante y que motiva a más personas es Los Caminos del Inca la cual se disputa durante una semana y es, en verdad, un rally de varias etapas y todas de distinto recorrido, duración y tipos de pista.
Los personajes más memorables de nuestro automovilismo son Henry Bradley, Arnaldo Alvarado, Chachi Dibós y “El Zorro” Yangali. Teodoro “El Zorro” Yangali, al ser de Huancavelica y camionero de minerales en la sierra tiño de mestizaje y provincianismo a la competencia, antes era muy elitista.
Entre las personas con quienes estuve relacionado no hay muchos que alienten este tipo de competencias. Había un Ingeniero en Backus quien saliendo de su turno de trabajo a las 08:00 de la mañana se fue al Aeropuerto para ver llegar al Concorde que venía al Perú por primera vez. Un avión impresionante y el Ingeniero José Pino su único admirador en la cervecería.
En temas de autos solamente mi yerno el Ingeniero Juan Vargas Fernández es el único que disfruta de las competencias de autos, principalmente de Fórmula 1.
Pero en La Oroya, en 1972, Ricardo Boullosa Ramírez era fanático de los Caminos del Inca.
Ricardo fue mi compañero de estudios en la UNAP, era el único que llegaba a la universidad en una motocicleta de 250 cc y sabía manejar toda clase de carros. Su hermano mayor tenía una factoría de reparación de autos y se había acostumbrados a los vehículos y las competencias.
Ricardo tenía un amigo “Lobo” Zanatti en Iquitos que participaba en carrera de motos en la Carretera Circular y, cuenta Ricardo, en Lima fueron al cine Cinerama para ver El Grand Prix de John Frankenheimer y en una secuencia en la que el protagonista se salía de la pista el Lobo “metió freno”, tan involucrado estaba con la película que él pensó estar manejando el carro de Fórmula 1.
Ahora se estaba realizando la más famosa carrera de autos del Perú, Los Caminos del Inca en el tramo Huancayo-Lima, pero, cosa curiosa, no pasaban los carros por la ciudad de La Oroya (tenían que pasar por el Puente Cascabel) sino por el interior de las instalaciones de la Cerro de Pasco Corp. en La Oroya, la carretera interior que comunica a todas las Plantas Metalúrgicas.
Instalaron una caseta en alto para transmisión radial de la carrera y habían puesto megáfonos por los cuales nos enterábamos del paso.
El fanático Ricardo nos sacó de nuestras Plantas para mirar el evento:
- Vamos “Gordo”, te va a gustar.
- ¿Carrera de autos?
- Sí, Caminos del Inca. Y van a pasar frente a nosotros.
- Bueno, pues, vamos.
Una veintena de Ingenieros Químicos, Mecánicos, Electricistas, Metalurgistas, estuvimos espectando el camino en la oscuridad cuando de pronto atronó el megáfono:
- Coche a la vista.
No puedo decir si vi o no vi. Luego del aviso escuchamos el ruido atronador de un coche sin silenciador y un rayo de luz de los faros semicubiertos por la neblina y vimos pasar como una exhalación dejando una estela de humo y polvo, algo inexplicable. No sé lo que vi.
Una y otra vez hasta que terminaron de pasar la veintena de participantes en esta grandiosa carrera.
Ricardo estaba conmocionado:
- ¿Te das cuenta “Gordo”? Qué emoción, clarito lo vi, el primero era el “Zorro” Yangali, ese va a ganar porque esta es la última etapa de la carrera.
El vehículo de Yangali era diferente en su forma a los demás competidores, era un Ford Mustang y más bien trompudo y por eso se le reconocía.
Ese año, 1972, ganó la carrera Los Caminos del Inca, Teodoro “Zorro” Yangali, al igual que en 1971. Se ganó un lugar en la historia.
¿Si me divertí? Es algo que se puede discutir pero me alegró estar reunidos todos los Ingenieros que estábamos de Guardia en el Turno de 4 a 12 en el Complejo Metalúrgico, y sobre todo, la alegría que llenaba a Ricardo, mi compañero de estudios, colega y amigo.