TU BASURA ES MI TESORO
Parece una frase hecha, pero en verdad es lo que sucede realmente en la vida. Algo que has decidido cambiar por otro nuevo, te pone en la disyuntiva de decidir cómo deshacerte del viejo.
Desde cuando llegamos a vivir en Pueblo Libre, para deshacernos del viejo colchón Chaide y Chaide, el mejor de todos los tiempos pero ya muy deteriorado con la pichi de nuestras tres hijas (en aquel entonces no existían pañales desechables y la orina se salía de los pañales de tela), le di a mi amada esposa veinte soles para que converse con el chofer del camión recolector de basura y le encargue que se lleve el colchón.
Grande fue mi sorpresa cuando al regresar y no ver el colchón le pregunté, inocente:
- ¿Hablaste con el chofer del camión de basura?
- No – me respondió al instante – vendí el colchón al “ropavejero” por treinta soles. Aquí está los cincuenta soles (los veinte que le di y los treinta que negoció).
Esta historia está contenida en mi libro Cuentos de mi Blog (Andanzas de mi amada esposa 5).
Pero siempre ocurre que uno siente cierta aprensión cuando pone en la vereda un objeto que está descartando o que ya no es útil, principalmente porque el camión de basura no lo recoge y puede dar lugar a molestias por parte del Municipio.
Pero la experiencia nos ha demostrado que un mueble que uno descarta y lo pone en la vereda, más tardas en ponerlo que en desaparecer. Es cierto entonces que mi basura es el tesoro de otros.
Me deshice de varios muebles y desaparecían al vuelo. Una vez saqué mi sillón de la computadora porque algo se había roto en el eje y estaba un tanto torcido y pasar horas escribiendo te afecta la columna. Tenía más de 10 años, pero se le había mandado tapizar y parecía un elegante sillón nuevo. Charito me compró un sillón nuevo de alta eficiencia.
Lo saqué a la vereda donde estaba de plantón una mujer joven con su hijita, sentada en el brocal del jardín exterior. Quizás estaba esperando a que terminara su turno un huachimán. Cuando me vio dejarlo afuera, me preguntó:
- ¿Señor lo está dejando ya?
- Sí, señora.
Al instante lo cogió y se sentó en el sillón para de esa manera esperar más cómoda a su compañero.
Cuando instalé el Consultorio de Odontóloga de mi hija Luisa, le compré un mueble de madera a modo de aparador, muy útil en el consultorio pues también le servía como mesa de trabajo. Pero después de varios años, ya parecía deslucido. Su esposo Juan Vargas, quién es muy hábil construyendo muebles, le hizo uno nuevo y mi hija me pidió que les ayude con la instalación.
Luisa tenía una inquietud ¿cómo deshacerse del mueble antiguo? Le expliqué que basta con ponerlo en la vereda y se lo van a llevar. Para muchos va a ser un gran aparador:
- Pero, papá ¿y si la Municipalidad nos pone multa?
- Hijita, más vas a tardar tú en sacarlo que la gente en desaparecerlo. Pueden ser personas que lo utilicen tal cual, porque tu mueble está deslucido pero está entero, O puede ser un profesional, quien con una lijada y pintado al duco lo vende como nuevo.
Aún con aprensión por parte de Luisa y su esposo, sacamos el mueble y lo pusimos en la vereda y regresamos al consultorio para acomodar las cosas y terminar la limpieza del lugar. Una vez terminado salimos para sacar la basura y ¡Oh, oh, qué sorpresa! El mueble ya no estaba.
De esa manera se convencieron Luisa y Juan que “la basura de uno es el tesoro de otros”.