UN SALTO MORTAL EN LA BOCA DEL AMAZONAS

Una circunstancia aciaga determinó que el Ministerio de Educación prohibiera los Viajes de Promoción en todos los colegios de la república y también toda actividad relacionada para recaudar fondos para este viaje.

Todas las promociones anteriores recaudaron suficientes fondos para costearse un Viaje de Promoción a todo dar: Viajaban a Lima, Arequipa, Cusco y Puno, acompañándoles siempre el Jefe del Departamento de Educación Física y Profesor de Educación Física Ramiro Vásquez Ruiz, y las fotografías se mostraban orgullosos en vitrinas ad hoc en el Gabinete de Educación Física.

Tuvimos que hacer algunas pocas fiestas ocultando el motivo verdadero, en consecuencia solamente nos alcanzó la plata para pagarnos un “Viaje de Promoción” a Nauta.

La pasamos bien, paseamos por toda la ciudad alterando su tranquilidad con nuestra alegría desbordante, propia de alumnos del CNI, amenizados con mi clarinete al son de La Pachanga y nos entrevistaron en la emisora local. Una fiesta.

Al regreso, justo cuando pasábamos por la Boca del Amazonas, la confluencia de los ríos Marañón y Ucayali, observé desde la parte alta de la lancha (no recuerdo el nombre) que el puente, tablón que se emplea para embarcarnos, estaba muy inclinado hacia el río, a punto de caer; le pasé la voz a Artemio Rodríguez de la Cruz, a quien todos llamábamos “Marlon Brando” y era, quizás, la única persona loretana que había visto en mi vida que no sabía nadar. Marlon se acomodó para remediarlo, solamente que en vez de jalar el tablón hacia sí, lo levantó. Era como una película verlo realzar un giro perfecto en el aire asido al tablón cuando su extremo toco el río a la velocidad en que viajábamos. Un verdadero salto mortal, era para aplaudirlo.

¡Hombre al agua! – grité – Marlon se cayó al agua y no sabe nadar.

El maquinista de la lancha de inmediato paró el motor y dio media vuelta para rescatarlo: lo encontramos bien asido al tablón al que en ningún momento soltó y estaba sonriente, como si acabara de realizar una hazaña.

Cuando lo subieron a bordo le pregunté qué se siente bañarse en la Boca del Amazonas y él dijo muy ufano:

  • Estaba calientita.

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