Había ido a cortarme el cabello en una Peluquería de la calle Pevas. El peluquero me contó que para San Juan escuchó gritos en la calle a las 5 de la mañana. Salió a mirar y vio a un ladrón que corría con un costal en la mano perseguido por el Gran Agapito Piñeiro, y al pasar por la peluquería soltó el costal.
El peluquero miró a ambos lados y no vio a nadie y Agapito y el ladrón ya habían dado la vuelta a la esquina de la Fitzcarrald, con las mismas metió el costal en su casa, había 12 gallinas.
De inmediato llamó a su mujer para que mate las gallinas y luego lo repartió entre sus familiares. Un Feliz San Juan, decía el peluquero sinvergüenza devenido en ladrón.
A espera de noticias se quedó en la puerta y apareció Agapito a quien cínicamente le preguntó qué había pasado; este le dijo que un ladrón se robó las gallinas de una vecina y había logrado escapar.
Años después salimos con Jorge Barreyro a visitar cantinas y llegamos a una, creo que por el Jardín de la Infancia, donde justamente estaba también Agapito Piñeiro. Le conté lo que me había dicho el peluquero. Me dijo:
- Sí, ese desgraciado ladrón le había robado doce gallinas a una pobre viejecita
Pero Agapito no se dio cuenta que el ladrón había soltado el costal ni tampoco donde.