El padre José María Arroyo, Sacerdote Agustino y profesor de Religión en el Primero de Media de la GUEMORB, nos contó esta anécdota que les ocurrió a sus paisanos españoles que arribaban a México.
Los recibía el Jefe de Migraciones, quien hacía las interrogaciones, y su secretario que asentaba el expediente según se lo dictaba el jefe, con las clásicas preguntas de nombre y ocupación y terminaba con el estribillo “apunta manito”.
- Que pase el primero ¿Nombre?
- Napoleón Rodríguez de Balmaceda y Villafuerte.
- ¿Ocupación?
- Odontólogo.
- ¿Y eso qué es?
- Pues, yo me dedico a hacer curaciones en los dientes y a sacar muelas.
- Apunta manito, sacamuelas.
- Que pase el siguiente ¿Nombre?
- Carlos González y Carbone Mora.
- ¿Ocupación?
- Jurisprudente.
- ¿Y eso qué es?
- Usted verá, yo me encargo de asuntos legales, juicios y demandas.
- Apunta manito, picapleitos.
- El que sigue ¿Nombre?
- Laureano Bosmediano de las Flores Secas.
- ¿Ocupación?
- Filántropo.
- ¿Y eso qué es?
- Bueno, vea usted, yo me dedico a hacer el bien a la gente, los ayudo. Yo me muero por amor a los hombres.
- Apunta manito, maricón.
En otra ocasión nos narró lo que le pasó a su colega, Sacerdote Agustino, Capellán del Ejército y, como tal, con derecho a disfrutar del Círculo Militar que estaba ubicado en la Plaza de Armas de Iquitos.
Estaba tomando con sus amigos y de otro grupo un oficialito, que sabía su condición de sacerdote, se puso a molestarlo gritando “cura maricón”, una y otra vez.
Hasta que se fastidió el Sacerdote y le dijo ¿cura maricón? Trae a tu mujer para que veas cómo te la empreño.
El oficialito de marras no volvió a molestarlo en el resto de la noche.