LA VIEJA PILLURÍA

En nuestro barrio de la Pablo Rosell en la esquina de la calle Nanay vivía una señora de edad que tenía una especie de granja: una vaca lechera.

Vendía la leche tan aguada que, una vez compré un litro, lo hervías una hora y no se concentraba por nada, no pudimos tomarla. Los vecinos le llamaban la “Vieja Pilluría”.

Sus vecinos, hijos de la señora Polita, sobre todo Corina, decían que cuando se le iba a espiar por las topas de la cerca se la podía escuchar cómo reñía en voz alta a sus “cholos”:

  • ¡Ya están queriendo echar agua a la leche! ¿no sinvergüenzas? – bajando la voz agregaba – Echa más agua, echa más agua.
  • Después los vecinos dicen que yo les ordeno echar agua a la leche – en voz baja –Echa más agua, echa más agua.
  • Cuidadito con echar agua a la leche – a sotto voce – echa más agua echa más agua.

De modo que su leche era pues mala leche. Nunca más volví a comprarle su leche cristiana, por el agua que le agregaba a modo de bautizo.

Rosa Celis de Pollack Saludo a Corina y oración Para Polita…incluidas en esta narración.

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