LA ESCUELITA PIRULÍ

Vivíamos en la calle Sargento Lores, a una cuadra del Mercado Central, y al frente de nuestra casa vivía una señorita Ana Victoria Flores, hermana del conocidísimo maestro Fico Flores, que estudiaba la escuela Normal y a quien el médico le recomendó no estudiar ese año.

Era común que a algunas personas el médico les encontrara debilidad mental y les recomendara dejar de estudiar un año. Y lo curioso es que los padres aceptaban esa recomendación y el alumno descansaba todo un año. Si tan solo supieran lo difícil que resulta volver a estudiar. Hasta duele la cabeza.

A esta señorita para no estar sin hacer nada, seguramente, se le ocurrió por eso formar una escuelita de preparación para chicas en el verano, era más bien una escuelita informal por lo cual la gente le dio en llamar Escuelita Pirulí.

Enseñaba escribir, a leer, a recitar poesías, a cantar y a bailar; pero también normas de moral y buena educación. Preparó con ellas un baile español para la clausura: Dele cuatro mulieres.

En ese entonces para ir al baño se decía:

  • Voy a hacer del cuerpo.

Pero la señorita Flores les enseñó un novísimo modo de decirlo:

  • Voy a hacer el uno, para lo más simple, y voy a hacer el dos, para lo más complejo.

Mi hermana Wilma, novelera como nadie, siempre, cuando se inició el año escolar en su escuela de la calle Samanez Ocampo, entre la Tambo y la Putumayo, quiso demostrar su nueva educación.

Se paró en media clase y dijo en voz alta:

  • Permiso señorita, voy a hacer el uno.

La maestra sorprendida, quizás porque no lo comprendía, le dio el permiso.

Al cabo de una rato, Wilma volvió a la carga:

  • Permiso señorita, voy a hacer el dos.

Un rato más tarde:

  • Permiso señorita, voy a hacer el uno.

Y poco después:

  • Permiso señorita voy a hacer el dos.

Y así una y otra vez.

La maestra, ya irritada seguramente, le largó:

  • Anda y vete a hacer aunque sea el ocho.

Mi hermana llegó molesta a la casa. Le expliqué que era un modo demasiado moderno y quizás por eso no lo comprendía. Poco a poco aprenderá. Es la resistencia al cambio, le dije. Se confortó con eso, menos mal.

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