¿DESPUÉS DE DIOS, QUIEN?

Don Antonio Ambrosini, laico entregado al servicio del Señor lanzó esta pregunta fundamental:

  • ¿Después de Dios, quien?

Era 1978 y estábamos en el Auditorio del Colegio CENE De La Cruz, Canonesas de La Cruz de Pueblo Libre.

Nuestra hija Rocío, Charito para nosotros, se preparaba para realizar su Primera Comunión y como parte de esta preparación los padres debíamos asistir a una Jornada por todo el día domingo en el Colegio.

Era la primera vez que asistíamos a un evento de esta naturaleza y estaba yo gratamente sorprendido de las muchas cosas que iba descubriendo allí.

De entrada, no se presentaron quienes tenían que darnos la Jornada espiritual. Se nos dijo que habían llamado para reemplazarlos a un “hermano” que estaba dando un Retiro junto con su esposa y que su esposa se quedaría con el Retiro y él vendría con nosotros.

Por fin llegó el hermano Antonio Ambrosini de la Parroquia Santa María Magdalena y se dio inicio a la Jornada. Muchas personas participaron ayudándonos a entender mejor las cosas de Dios, con dinámicas, juegos, lecturas divinas y actividades manuales. Almorzamos en el colegio; echaba de menos el pan; una monja, muy graciosa, me dijo que al rezar el Padre nuestro recibiríamos “nuestro pan de cada día”.

Entre actividad y actividad, en los momentos de descanso, veíamos a don Antonio de rodillas en la capilla, orando. Este hombre es santo pensé y no estaba descaminado, andando los años pude conocerle mejor y comprobar lo que sentí en aquel entonces.

Cuando lo veo en la Parroquia siempre recuerdo este hecho que me marcó para siempre. Don Antonio es también Ministro de la Eucaristía, al igual que su esposa.

Al final de la Jornada nos llevaron al Auditorio del colegio donde se presentaron testimonios de conversión espiritual  y luego Don Antonio nos arengó y fue allí cuando lanzó su pregunta fundamental:

  • ¿Después de Dios, quién?

Muchas mamás comenzaron a gritar a voz en cuello – Mis hijos, mis hijos, mis hijos.

Don Antonio Ambrosini dijo en voz alta:

  • Después de Dios mi esposa, luego mi esposa, mi esposa, mi esposa, diez, cien, mil veces mi esposa. Porque si no tengo el amor de mi esposa, no tengo hogar y si no tengo hogar mis hijos no tendrán donde estar. Por eso, después de Dios está mi esposa.

Un silencio total siguió a la  afirmación categórica de este hombre santo, hasta asimilar en lo más profundo de nuestras mentes esta verdad y esta verdad es la que ha iluminado nuestra vida y con mi esposa lo vivimos.

Recordé lo que leímos entonces en la revista Gente – Los hijos no son la causa del amor, son el fruto de ese amor.

Dios bendiga a don Antonio Ambrosini y su amada esposa.

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