NECESITAS UNA MÁS GRANDE

            Después del Miércoles de Ceniza  comienza la Cuaresma, cuarenta días antes de la Pascua.

            En nuestra Parroquia, Santa María Magdalena de Pueblo libre, todos los viernes realizamos el Viacrucis, un recorrido por las 14 estaciones previamente establecidas en el ámbito geográfico de nuestra Parroquia, fijados por el Magisterio de la Iglesia Católica.

            Las Estaciones son:

  1. Jesús es condenado a muerte.
  2. Jesús carga con la cruz.
  3. Jesús cae por primera vez.
  4. Jesús se encuentra con su madre.
  5. Simón de Cirene ayuda a Jesús a cargar la cruz.
  6. Verónica enjuga el rostro de Jesús.
  7. Jesús cae por segunda vez.
  8. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
  9. Jesús cae por tercera vez.
  10. Jesús es despojado de sus vestiduras.
  11. Jesús es clavado en la cruz.
  12. Jesús muere en la cruz.
  13. Jesús es bajado de la cruz.
  14. Jesús es colocado en el sepulcro.

            Las más de las veces son personas humildes quienes preparan el altar de la Estación correspondiente, llenas de velas encendidas y luces que la iluminan, pero no toman nunca en cuenta que en ella se va a leer el capítulo correspondiente del catecismo y a rezar, además de una breve admonición por parte del sacerdote que nos acompaña.

            La primera vez que participé, noté que era necesaria la presencia de una linterna para que puedan leer con mayor facilidad.

            En la siguiente vez asistí con mi linterna, una linterna común de dos pilas que yo usaba en mi casa y pensaba que sería suficiente. Pero mi amada esposa que estaba muy orgullosa porque yo estaba siendo católico de verdad, me dijo muy seria:

  • Necesitas una linterna más grande para que puedas alumbrar mejor.

            Estaba todo el tiempo a mi lado y sintió que a mí me gustaba lo que estaba haciendo. Ella siempre ha ordenado mi vida y todo el tiempo le hice caso porque el amor es así. Adquirí una linterna tipo “Faro Pirata” con batería recargable, de gran iluminación.

            Durante muchos años  estuve alumbrando al lector en cada una de las Estaciones del Vía Crucis y a mi lado estaba siempre mi amada esposa, orgullosa, como dije antes. Y yo más orgulloso aún.

            No tuve noción de cuán importante era esto pues lo hacía de corazón, hasta que mi hija Luisa me dijo una vez cuando las dos mellizas me sacaron a tomar desayuno en un restaurante:

  • Tú rezas, por eso el Señor te cuidó cuando te dio el infarto.

            Años antes me había dicho:

  • Tú sabes rezar: te arrodillas en tu habitación para orar. Eso es muy importante, la humildad en la oración es lo que más valor tiene.

            Cuando mi amada esposa enfermó del mal de Alzheimer, ya no podía quedarse sola en la casa y yo tuve que estar con ella cuidándola. Dejé de asistir a la Parroquia. Pero mientras estuve tomé parte en todo lo que me decían los “jefes” y asistí a muchos cursos de formación litúrgica.

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