EL PAN

            Durante 12 años vivimos en la Avenida Manco Cápac 439, en la misma Plaza Manco Cápac. Había, por supuesto, una panadería bien surtida  en la cuadra 3, de propiedad de unos hermanos italianos, y en la cuadra 2 la panadería Rapallo, famosa porque en Navidad sacaba sus panetones Rapallo que venían con su Rapallito (al igual que los panetones Todinno vienen con su Todinnito).

            A Claudia le gustaba jugar con la frase panetones Rapallo con su Rapallito, pero nunca lo compramos.

            Sin embargo preferíamos comprar panes de otra manufactura, mucho más agradables para nuestro gusto. Todos los días compramos el pan en una panadería informal ubicada en una casona desvencijada ubicada en el jirón Huascarán, a la espalda de nuestra casa.

            Había una larga cola para comprar pan francés, el cual demoraba más en salir. El limeño prefiere pan francés porque piensa que le va a llenar más por su corteza crujiente y dura, pero en nuestra casa preferimos el pan blando y suave, denominado tolete. A las 6 de la mañana ya estaba listo el tolete y nunca hicimos cola. La cola era solamente para el pan francés.

            El GRFA dispuso por decreto ley la obligatoriedad de producir pan popular (francés y tolete) a todas las panaderías en el país. Esto no se cumplió en Iquitos porque en Loreto se le pone manteca a todos los panes y los panes populares solamente llevan harina, sal, agua y levadura.

            El pan tolete suave y calientito era una delicia para todos nosotros.

            Los domingos iba con mi amada esposa al Mercado Municipal Manco Cápac que está en la cuadra 8 de la Avenida Manco Cápac. En el interior vendía pan una señora de muy mal humor, Maria Judith decía que a las mujeres las trataba mal, pero a mí me trataba con total cordialidad y siempre sonriendo. Me dijo que el pan lo traen de Chorrillos. Era un delicioso pan tolete, más rico que el de todos los días. Recuérdese que en casa comemos pan en el desayuno y en la cena. Y Maria Judith me mandaba a comprarle el pan porque a mí me trataba bien: “la vieja está enamorada de ti” me decía con una sonrisa.

            Cuando pasamos a vivir en Pueblo Libre, había cuatro panaderías cercanas a nuestra casa pero preferíamos comprarlo a una vendedora ambulante que se ponía en la esquina de nuestra casa. Tenía el pan en un canastón de mimbre con el fondo forrado a prueba de arrastres y cubierto con un mantel que mantenía caliente el pan. Solamente traía pan tolete.

            Nos decía que el pan lo traen de Chorrillos. Al parecer, Chorrillos es la tierra del buen pan y se distribuía por todo Lima, y es que era un pan desde todos los puntos de vista, muy agradable.

            Algunas veces, cuando salíamos a pasear en nuestro auto solíamos recalar en el Centro Comercial Higuereta donde había una panadería que vendía pan baguete (como dice la RAE: barra de pan larga y estrecha).

            En aquel entonces no era común la venta de pan baguete en Lima. Lo conocimos en la Feria Internacional del Pacífico, donde en el Stand de Francia hacían demostraciones sobre su horno eléctrico que ocupaba muy pequeño espacio y cada ciertas horas regalaban panes baguetes y fue la primera vez que lo conocimos. Nos parecía un pan de los ángeles.

            En la actualidad ya no hay vendedores ambulantes de pan y a la vuelta de nuestra casa hay panaderías y Pedro, mi yerno, alterna la compra según el humor de él y Charito, y los panes que preparo para la cena, pita, campesino o de leche. Todos somos panaderos (comemos harto pan), en eso coincidimos inevitablemente: solo, con mantequilla, con jamón o queso y hasta con tamal o salchicha huachana. Pedro lo come con aceite de olivo extravirgen. Ainhoa come el pan solo, pita o campesino que yo hago o cachitos que le compran.

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