Cota es el modismo familiar con el que en Loreto llamamos a Clotilde.
La Cota es una señora ya mayor que, sin embargo, era la sobrina de mi suegra Natividad Rivera Pérez, o sea que era la prima de mi amada esposa Maria Judith Alva Rivera.
Ignoro cuales sean sus apellidos pero se había casado con un sobrino de mi suegra. Hace tiempo se habían separado y ella decía que se habían divorciado. Y el esposo había fallecido.
El yerno de La Cota era de la PIP y rebuscó en los archivos y encontró que nunca se habían divorciado, de manera que tramitó la pensión de viudez, con lo cual ellos se libraron de tener que cuidarla y ella se dio la gran vida.
Continuamente venía a la casa de mi suegra y entraba como un huracán aullando Nati (Natividad). Mis pequeñas mellizas ya se habían habituado a ver a su tía Cota vestida estrambóticamente, con vestidos de colorines y un bolso colgado a la bandolera del hombro y muy bien maquillada.
Un día la encontré en la calle y presta me dijo:
- Estoy yendo a la Misa.
- ¿?
- La Misa de los periodistas que mataron en Uchuraccay ¿No supiste?
- No. Anda pues a la Misa.
El 26 de enero de 1983, ocho periodistasfueron asesinados en el poblado de Uchuraccay, en la sierra del Perú, cuando investigaban las matanzas cometidas por Sendero Luminoso.
Cuando llegábamos de vacaciones a Iquitos, procurábamos desconectarnos del mundanal ruido para que fueran unas vacaciones realmente reparadoras y por eso no nos habíamos enterado. A todos nos hacía mucho bien el descanso.
Cuando regresamos La Cota nos dio una carta para su hija, la esposa del PIP. Ellos vivían por donde queda la Facultad de Medicina Veterinaria de la UNMSM en San Borja. Entregamos la carta y los frutos amazónicos que nos dio su mamá.
Pero nos dimos cuenta que ella, la hija de La Cota, hablaba en voz baja. Dijo que su marido estaba durmiendo la siesta y nos va a dar un poco de azúcar. Eran tiempos de escasez y no era fácil conseguir azúcar. Pero quienes decomisan los productos que tienen los acaparadores, se lo llevan a su casa.
Su esposo le había dicho que no haga ver que tienen azúcar. Nos dio 5 kilos de azúcar. Nos sentíamos increíblemente ricos. Y todo gracias a la tía Cota y su singular manera de ser.
Para nuestras hijas ella siempre será su “Tía Cota”, grandiosa y estrafalaria.