ES TRISTE NO PODER OIR

            Antes he mencionado las cirugías en mis ojos, cinco en total: en el ojo izquierdo dos de pterigion, uno de cataratas y un desprendimiento de retina, y en el derecho una operación de cataratas.

            La pérdida auditiva ha sido progresiva y se produjo con el paso de los años. Hace muchos años que he tratado de evitarlo, me hicieron un examen en una clínica en Miraflores y me encontraron una pérdida de 60% en el oído izquierdo y 40% en el derecho. Pero los audífonos costaban mil seiscientos dólares cada uno. Muy caros.

            Entre tanto la pérdida fue avanzando. Charito me trajo de Estados unidos un audífono con pila recargable pero no tenía sustentación, solamente se metía en el oído. Una vez en el bus al alzar el brazo para cogerme del pasamanos toqué mi oído y el audífono salió disparado. La vergüenza que pasé para buscarlo en el piso del bus no tiene precio. No volví a usarlo.

            Cuando la pérdida ya fue significativa, mis hijas me compraron dos audífonos que se anunciaban en Facebook. Cada uno costó 150 soles, pero son una estafa y así lo dije en Facebook. Son amplificadores, sí, pero de ruidos: el encendido de una moto me hacía saltar, captaba todos los ruidos de la ciudad pero la voz humana está en un rango diferente al de los ruidos. No servía para escuchar una conversación. Los descarté por inútiles.

            Investigando mi hija Charito encontró a CPAL (Centro Peruano de Audición, Lenguaje y Aprendizaje) en Surco donde me hicieron exámenes en ambos oídos. Son verdaderamente profesionales.

            La Doctora Mariana Castañeda me dijo que no tengo hipoacusia sino problemas de discriminación. Lo que mis oídos captan mi cerebro no lo puede entender porque tengo dañado el nervio auditivo. Mi amada hija logró que me donaran los dos audífonos. Se introducen en los oídos pero tienen unas asas que se sostienen en las orejas.

            En CPAL me hicieron moldes de silicona en ambos oídos y mi hija los llevó a un instituto donde fabricaron los audífonos, la parte que se introduce en los oídos. En las asas está el amplificador y la pila +13. La pila se agota luego de unas 15 horas de uso continuo.

            Pero aun así, me costaba mucho entender a la gente en el mercado; sin embargo con la doctora podía conversar con toda claridad. Le comenté este hecho y ella me dijo:

  • Es que yo estoy entrenada para conversar con los pacientes.

            Recordemos que durante tres años estuvimos aislados por las cuestiones del Covid y teníamos que andar con mascarilla y escafandra, a los cuales hay que agregar anteojos y audífonos. Era por demás aparatoso y de muy difícil uso.

            Ya no uso los audífonos pero me han ayudado a comprender mejor lo que me dice la gente a quienes les explico que soy sordo pero si me hablan de frente y pronunciando con claridad podemos conversar.

            Charito me habla al oído derecho como traduciendo lo que me dicen y estamos bien, pero mi amada nieta de 6 años de edad me habla con su voz suave y no la escucho. Sé que me está hablando pero no escucho lo que me dice.

            Ainhoa me cuenta cosas pero su mamá tiene que traducirme y me duele mucho no poder entenderla pues es una niña muy amorosa y amaba mucho a su abuelita.

            Cuando le mostré una foto en el fondo de pantalla de la PC y le pregunté:

  • ¿Sabes Ainhoíta quienes son?

            Me lo dijo pero Charito me tuvo que explicar en el oído derecho:

  •  Ha dicho que son la abuelita y mamá niña.

            Me siento torpe al no poder entenderla pues no solamente reconocía las imágenes sino que comprendió que su mamá también había sido niña.

            También, al ver una foto en la pantalla de la PC dijo:

  • La abuelita y el abuelito han ido al aeropuerto.

            Esto, naturalmente me lo dijo Charito al oído pero me maravilló que supiera que estábamos en el aeropuerto de Iquitos y nadie le dijo nunca que eso es un aeropuerto

            Otro día vino a llamarme para bajar al comedor para almorzar y me dijo algo que no entendí. Charito me dijo:

  • Te está contando que se cayó en la escalera y le dolió.
  • Ay bebita, qué pena.

            La abracé y la besé. Era lo que necesitaba al igual que cualquier otra niña, una caricia para ayudarla a calmar su sufrimiento.

            Es triste no poder oír pero es mucho más triste no poder oír a mi nieta pues ella solamente tiene amor para dar a todo el que le rodea. Dios nos ha bendecido con nuestra niña.

            De acuerdo a las enseñanzas de su colegio, ahora luego de tomar los alimentos, la cena todos los días y también el almuerzo los días feriados, Ainhoa da las gracias a papá, a mamá y al abuelo. Esto lo percibo más que lo escucho, pero le respondo “Buen provecho Ainhoíta” y ella queda contenta y se retira satisfecha.

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