Estaba trabajando en el Instituto de Salud Ocupacional (ISO), un lugar conformado por dos Divisiones, en una de las cuales trabajaban médicos y demás personal de la salud y en la otra División trabajaban Ingenieros. En todos los aspectos nos llevábamos bien entre todos nosotros y con frecuencia teníamos partidos de fútbol en la cancha del Colegio Melitón Carvajal, ubicada al frente de nuestra institución.
También salíamos en grupo a algún restaurante especial a degustar platos extraordinarios. Alguien del grupo recomendaba porque había descubierto un lugar especial y partíamos.
En el instituto trabajaba un médico que era todo un caso. Todos me decían que era muy puntilloso con el asunto de la alcurnia. Si le saludabas:
- Buenos días, doctor Ugarte.
No contestaba. Tenías que decir su apellido completo: Ugarte y Chamorro. Cuentan que si le decías «y», era suficiente.
En una oportunidad el Ingeniero Quispe me contó que Ugarte y Chamorro se había molestado con él. Tanto se había molestado que le desafió a un duelo. Un par de días después Ugarte y Chamorro se acercó para decirle que no se va a realizar el duelo porque él no puede pelear con un plebeyo.
Yo estaba sorprendido de enterarme de semejante situación a la que puede llevar la ceguera a la que conduce una equivocada valoración de un supuesto abolengo, en plena época republicana y en un país completamente republicano.
Pero el Ingeniero Quispe también respiraba por la herida:
- No es cierto lo que dice Ugarte, no soy plebeyo. También los Incas eran de la realeza en nuestro Perú. Está muy equivocado el doctor.
Claro que los Incas eran la realeza de nuestro país, pero en tiempos idos, y los Ugarte y Chamorro habrán sido importantes en España, y quizás, también ahora lo sean porque España es una monarquía. Pero eso, en España, en el Perú no tiene ningún valor.