EL AVE MARÍA

            Cuando falleció mi hermana menor Mónica Suárez Sandoval el 21 de noviembre de 2003, en la inhumación, cuando el ataúd comenzaba a descender al foso, nuestro hermano mayor, Raúl, comenzó a cantar el De Profundis.

Desde lo hondo a ti grito, Señor:

Señor escucha mi voz, estén tus oídos

atentos a la voz de mi súplica.

            Mi hermano Raúl estaba dedicado a la Iglesia Católica y formaba parte de los grupos de catequistas de la Parroquia San Benito y la Parroquia San Marcos de San Juan de Lurigancho. Era Ministro Extraordinario de la Eucaristía y continuamente le enviaban a cursos, posiblemente para prepararlo para Diácono.

            Raúl cantó solo el canto a los difuntos porque nadie más sabía esa canción. De esa manera comprendí que cuando el ser amado desciende a la fosa se debe cantar para acompañarle en su última etapa en esta vida.

            Mi amada esposa fue presa del mal que nadie desea tenerlo jamás porque pierdes el conocimiento, la memoria y la razón: el Mal de Alzheimer. Nos acompañó 8 años en esta condición, pero yo, iluso, estaba seguro que estaría con nosotros 10 años.

            Pensaba cantarle el Ave María de Franz Schubert, llegado el momento, pero como ingenuamente pensaba, todavía tenía tiempo para aprenderlo. Nunca hubiera pensado así. Mi amada esposa se fue cuando ella y El Señor lo decidieron, en silencio y yo nunca había aprendido la canción.

            En el momento en que empezaba a descender a la fosa interrumpí al sacerdote que nos acompañaba y canté Hoy he vuelto Madre a recordar:

Cuantas veces siendo niño te recé,

con mis besos te decía que te amaba,

poco a poco con el tiempo

apartándome de ti, por caminos

que se alejan me perdí.

            También canté solo, me imagino que nuestras hijas y nietas no tenían ánimos para hacerlo, tampoco sabían lo que yo supe cuando despedimos a Mónica.

            Pero la despedí como mejor supe.

            Ella se fue el 22 de setiembre y el 28 de diciembre de 2021 hubiéramos cumplido 53 años de casados. Pedí a nuestras hijas que me permitieran celebrarlo con ellos, sus esposos e hijas.

            Desde muy pequeñas nuestras hijas se acostumbraron a celebrar nuestro Aniversario de Matrimonio, el cual dio inicio a nuestra maravillosa familia. Al hacerse adultas, ellas tomaron a su cargo todas las celebraciones de la familia: Día de la Madre, Día del Padre, cumpleaños y Aniversario. Son buenas hijas. También nuestras nietas participan de la organización.

            Ese 28 de diciembre les conté sobre lo que entendí cuando mi hermano cantó el De Profundis, y el deseo que tenía de rendir homenaje y la ingenua creencia que mamá nos iba acompañar 10 años. Mandé preparar un cuadro con su foto y canté el Ave María de Schubert, en la versión de Plácido Domingo. Siempre canté en la Parroquia y no me fue difícil cantarle a su mamá.

            Durante muchos años canté en la Parroquia Santa María Magdalena de Pueblo Libre. Como miembro del EPCA teníamos a nuestro cargo la Misa de 12:00 m, vendíamos las hojitas El Domingo en la puerta del Templo, recolectamos la limosna, participamos en la Misa como Monitor y las lecturas, Primera Lectura, Salmo Responsorial, Segunda lectura y Peticiones. Participamos también cantando con toda nuestra alma los cantos que acompañan a la Misa.

            Cuando fui al Encuentro, mi amada esposa se alegró tanto porque al fin había dejado de ser “hereje” y me apoyaba en todas mis actividades en la Parroquia.

            Para poder cuidarla dejé de participar en el EPCA, pero cada día leo la Misa en la página Misa diaria de Caminando con Jesús y mientras me baño canto.

            Mi hija Charito me contó que su hijita Ainhoa le dijo:

El abuelo canta mientras se baña.

            Sí, le dije cada día hago mi oración en el baño. Se le atribuye a San Agustín la frase ”El que canta, ora dos veces”.

            En verdad canto en una ronda de tres días:

Primer día: Oh buen Jesús (canto a Dios) y Hoy he vuelto (canto a María).

Segundo día: Tú Reinarás y Santa María del Camino.

Tercer día: Vienen cantando y El 13 de mayo.

            El tercer día suelo intercambiar el canto a Dios con Pescador de hombres, Juntos como hermanos y Cristo te necesita.

            Todo esto significa que cantar para mí no es problema (Todo lo que hagas, hazlo bien [Eclesiastés 98,10]), el asunto es que no había aprendido el Ave María como lo tenía pensado y me ganó el tiempo. Por esta razón, al terminar mi oración del día, canto en el baño el Ave María para nunca más olvidarme.

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