Mi enamorada María Judith Alva Rivera era siempre muy directa y casi nunca tenía tacto para decir las cosas.
Su hermano Javier Domingo Alva Rivera era en aquel entonces el primer Presidente de la Federación de Estudiantes de la UNAP (FEUNAP), de Iquitos.
Por cuestiones de la violación de la autonomía universitaria perpetrada por el mismo rector de la universidad Emilio Gordillo se había planteado la renuncia y, como el rector se negó, los estudiantes “tomaron” la universidad.
La Ley Nº 13417 fue el primer instrumento legal que estableció con claridad la triple función universitaria de enseñanza, investigación y proyección social a la comunidad. Para cumplir estos cometidos se establecía con meridiana claridad la autonomía universitaria y su principal defensor tenía que ser el rector, pero en la UNAP fue al revés.
En síntesis, la Autonomía Universitaria significaba, en su versión más simple, que ninguna persona uniformada y armada, militar o policía, podía ingresar a una universidad por ninguna causa, motivo, razón o circunstancia.
Y fue el mismo rector quien pidió que ingrese la policía al local universitario para desalojar a un postulante en huelga de hambre en el local de la federación.
Fue un sábado de 1965 cuando regresaba de trabajar con mi orquesta a la una de la mañana, a pie porque en aquel entonces no encontrabas taxi a esas horas y las motocar no existían ni en los sueños más calenturientos, cuando acerté a pasar por la universidad camino a mi casa.
Un gran gentío frente a la universidad llamó poderosamente mi atención por lo que me acerqué a ver.
Los estudiantes habían tomado la universidad y los apristas, que apoyaban al rector, trataron de desalojarlos y hubo una lucha sin cuartel con heridos en ambos bandos, pero no lograron desalojarlos. Los estudiantes del FER seguían en posesión del local.
Naturalmente estaban allí las hermanas de Javier Alva. María Judith me gritó a boca jarro:
- ¡Y tú, por qué no estás adentro!
Fue su hermana Lolita quien le dijo con suavidad:
- Hermana ¿no estás viendo que está con su instrumento en la mano? Está viniendo de trabajar.
- Ah, ya.
Pero no se le bajaba la furia, de modo que le entregué mi saxo y le dije que voy a entrar. Le expliqué al policía a cargo del control externo que soy experto en primeros auxilios y puedo ayudar adentro. Me permitió el ingreso.
Adentro ya estaba un Químico Farmacéutico, estudiante de Ingeniería Química, aplicando inyecciones analgésicas a los heridos de pedradas y palazos. Me puse a vendar y entablillar para completar su labor. Tuvimos que evacuar a “Maciste”, se pronuncia machiste, personaje de película representado por un Míster Universo que era un forzudo y nuestro compañero también, porque había recibido una pedrada de lleno en la nariz y perdía mucha sangre, imposible de restañar.
Con este gesto logré calmar los ánimos a mi enamorada, la misma que después fue mi amada esposa por 53 años y hoy se encuentra en el Cielo.