LA VALLA MUY ALTA

            El amor es, por definición, ese sentimiento de intensa atracción emocional hacia una persona con la que se desea compartir una vida en común.

            Mi personal concepto acerca de este sentimiento pueden verlo en mi libro Nuestro Amor donde exploro hasta lo indecible todo lo concerniente a aquello que hizo posible la existencia de nuestra pareja hasta el final de nuestra existencia.

            Ser una pareja modelo que nunca discute, nunca pelea y siempre actúa de común acuerdo puede servir de modelo para muchas personas que nos observan y piensan que todo matrimonio va a ser de igual manera, cariñoso y respetuoso de su pareja.

            Piensan que únicamente se tienen que casar y ya llegaron a la vida de matrimonio feliz para siempre; pero el matrimonio feliz es una construcción que se da día a día sin cesar y requiere mucho control, pero, principalmente, mucho amor.

            Cuando Lalo, amigo de nuestra familia, se casó, al parecer tuvo muchos escollos y se sintió desconcertado. Vino a conversar conmigo:

  • Jorge ¿por qué siempre tenemos peleas con mi esposa? ¿Por qué no tenemos un matrimonio feliz, como veo a mis padres y los veo a ustedes?
  • Quizás te estás saltando todo lo que tuvimos que vivir como pareja antes de ser la pareja ideal que tú observas ahora. Tal vez también tuvimos que acomodarnos uno al otro hasta que aprendimos a confiar el uno en el otro y así, de esta manera, llegamos a constituir una familia que nos llena de orgullo.

            Y es la verdad, la vida no nos da esa cualidad de adaptarnos automáticamente sino que tenemos que pasar por muchas pruebas, de igual manera que el hierro tuvo que pasar la dura prueba del fuego hasta convertirse en el acero que todos admiramos.

            Tal vez el parecer una pareja ideal puede ser contraproducente cuando se trata de nuestras hijas. Las mayores con su temple natural tomaron nuestro modelo como ejemplo pero aplicaron su propia idoneidad para forjar su propia familia, tan firme como la de nosotros mismos.

            Charito, la menor, más liberal e independiente en muchos aspectos porque su fuerte carácter y actitud iconoclasta así lo determina, no acababa de encontrar a su compañero.

            Cuando le conversé me dijo que yo sería el primero en saberlo cuando ocurra aquello.

            Estando bailando en una fiesta en casa de nuestros amigos, la familia Espejo, le dije:

  • Charito, tú me dijiste que yo sería el primero en saberlo ¿Cuándo?
  • Tú pusiste la valla muy alta.

            Esto sí me preocupó.

            Nos veía tan unidos y a mí tan dispuesto a hacer lo que decía mi amada que deseaba tener un esposo con tales características, pero un esposo así no existe. Al esposo lo hace su esposa, a través del continuo devenir, a veces tropezando pero siempre ayudándonos a levantarnos el uno al otro, regla de la vida en la que fuimos “maestros” el uno del otro.

            La referencia a esta parte de nuestra vida lo pueden ustedes encontrar en mi libro Charo estás indocumentada, donde Charito dice de mí, hablando con su mamá:

  • Tú abres la boca y él corriendo como un idiota se va a traer.

            Hasta que llegó a entender que la vida de esposos se hace al caminar, sin olvidar tampoco los famosos versos de Antonio Machado:

Caminante, no hay camino:

se hace camino al andar».

            (CAMPOS DE CASTILLA de Antonio Machado Ruiz, Canto XL. PROVERBIOS Y CANTARES, Canto XXIX).

            Es decir que la misma pareja al acomodarse mutuamente y sacrificando parte de sí mismo, llegan a constituir la pareja ideal, aquella que subsiste más allá de donde termina la vida y comienza el verdadero vivir en la existencia de nuestros hijos.

            Entonces no hay nunca valla muy alta, sino simplemente vallas que todos tenemos que pasar para vivir de verdad nuestra propia vida.

            Hoy en día Charito tiene un esposo que la ama y tienen una niña que es un amor y continuamente nos sorprende con sus deducciones y conocimientos.

Ninguna valla es alta, solamente es valla.

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