El mes pasado mi hija menor Rocío, su esposo Peter y la hija de ambos, Ainhoa, fueron a pasear al Centro Recreacional del CAFAE-SE en Punta Hermosa, una de las playas más hermosas de la capital. Estamos todos afiliados al Seguro de Sepelio del Cafae-Se y por ello tenemos derecho a utilizar los centros recreacionales de la playa y el de Chosica.
Pasaron allí tres días maravillosos, el lugar es muy bonito y mi hijita no cesaba de repetir, mientras me contaban el lindísimo paseo que tuvieron:
- ¡Papá, el próximo mes nos vamos contigo!
Lejos de alegrarme me asustó, tenía miedo de abandonar la comodidad de mi hogar donde vivimos tantas emociones maravillosas.
Hablé con mi hija mayor, Luisa, y le conté que mi papá, Pedro Suárez Soto, era un fiestero de primera.
Mi hermano mayor Raúl lo resumía de este modo: en un Cumpleaños celebra tanto que él parece el cumpleañero, en una Boda él parece el novio, se divierte más que nadie en las fiestas familiares, y bailaba todo el tiempo.
Pero cuando fuimos a Iquitos con Claudia, cuando ganó el Concurso de Defensa Civil y le dieron un pasaje en avión ida y vuelta, y ella decía que quería pasar los Carnavales en Iquitos, que de pequeña lo veía pero ahora quería vivirlo.
Fuimos toda la familia residente en Iquitos al Agricobank, el salón de baila más grande de Iquitos, pero cuando fuimos a recoger a mi hermana menor Mónica, me sorprendió que mi padre no estuviera listo y cuando le pregunté me dijo.
- Yo ya no, hijo. Ya no voy a fiestas. Me siento cansado
No saben lo duro que es para un hijo comprender que tu padre, tu guía material y espiritual, está viejo. Simplemente no lo entendía. El mayor fiestero de la historia me estaba diciendo que ya no podía ir a una fiesta. A los hijos se nos hace muy cuesta arriba aceptar que la edad le llegó a nuestro querido papá.
Luisa me dijo que debo decirle eso mismo a Rocío, que ya no puedes participar de la diversión de ellos.
La siguiente vez que Charito mencionó el próximo paseo. Le conté lo que pasó con mi padre cuando fuimos a Iquitos con su hermana Claudia. Cómo llegué a comprender que mi padre ya no podía ir con nosotros a la fiesta. Al final le dije:
- Hijita, ¡No quiero ir a la playa! Me siento cansado.
- ¿Qué vas a hacer, entonces?
- Me quedo aquí en la casa. Escribo mis libros, me conecto con familiares y amigos vía Facebook. Juego a Daily Jigsaw de Shockwave, como todos los días. Además tú sabes quién me acompaña.
Espero que ella también pueda asimilar que, de repente cayeron sobre mí 78 años, y pesan. También le dije:
- Nosotros, los cinco, hemos paseado por casi todo el Perú en nuestro carro y fueron paseos maravillosos y me mostraron que todos ustedes están hechas para la aventura. Nos divertimos bastante y aprendimos mucho de la realidad nacional.
- Sí, papá.
Supongo que a todos nos llega ese momento de enterarnos que nuestros padres ya no pueden participar de las cosas que hacíamos antes, y duele, por Dios, duele.