Ya sea por una razón o por otra, todas las personas tienen más de un Rosario en su poder. Que lo usen ya es una historia distinta.
Algunas veces cuando se asiste a una Misa de Honras los familiares, en prueba de agradecimiento, te suelen regalar una estampita de un santo con una oración que enmarcan el nombre del difunto para que lo guardes como un recuerdo de su paso por nuestro mundo.
En otras ocasiones te obsequian un rosario para que puedas orar por el fallecido, pues es bien sabido que orar por los difuntos es una buena práctica cristiana que incluso está en la Santa Biblia.
De esta manera tengo en mi poder cinco rosarios, el único que me falta es el rosario de mi amada esposa, de pétalos de rosa. Ella lo atesoraba con mucho fervor pero al enfermar lo perdió. He rebuscado por toda la casa sin llegar a encontrarlo, solamente me queda el estuche vacío.
Cuando se enteró que había un rosario de pétalos de rosa, me mandó a comprar en la Librería Salesiana en la avenida Brasil 220, Breña. Es caro.
Al casarse nuestra hija Claudia, a manera de despedida le obsequió su rosario de pétalos de rosa. De inmediato me envió a comprar otro para ella.
Cuando se casó nuestra hija Luisa, también le obsequió su rosario de pétalos de rosa. Fui a comprar otro para ella. Este es el rosario perdido. Cuando se casó nuestra hija Charito, la mamá ya estaba enferma y no pudo continuar con la tradición que ella misma había establecido.
Tengo un rosario de madera, obsequio de la Asociación Cultural Virgen de Fátima cuando hice una pequeña donación postal. Es el que más he usado en mis labores en nuestro grupo de oración EPCA.
El segundo es un rosario tejido, no recuerdo quién me lo dio. Luego está un rosario de perlas que me regalaron en una Misa de Honras.
El más impactante es un rosario que mi hija Claudia y su hija Andrea me trajeron del Vaticano, cuando hicieron un viaje por Europa en busca de los lugares de arte más renombrados en el mundo.
Hay también rosarios de plástico pero la Iglesia recomienda no utilizarlo porque no puedes reconocer al tacto cuál es la cuenta de un padrenuestro y cuales las cuentas de las avemarías, creándote confusión.