Con la sola excepción de mi amada esposa porque ella, aunque se ha pasado la vida estudiando en colegio de mujeres, hablaba con todo el mundo. Su placer era conversar con quien fuera la persona que estaba con ella, así fuera indigente o borrachito.
Por esta razón averiguaba cosas en verdad importantes que uno ni se podría imaginar.
Averiguó que el oculista que me estaba atendiendo en el INO (Instituto Nacional de Oftalmología) no era “bueno” y no me sabría atender correctamente. Efectivamente, este oculista me dijo que mi ojo operado por desprendimiento de retina no estaba bien, que tenían que hacerme una vitrectomía. Operación que en el INO costaba seis mil soles.
“La vitrectomía es un procedimiento quirúrgico, mediante el cual se extrae el humor vítreo de un ojo y se sustituye, generalmente, con un gas o líquido. Este procedimiento se utiliza para el tratamiento de diferentes enfermedades oculares, como el desprendimiento de retina, la hemorragia vítrea, el agujero macular y en defectos como las miodesopsias”.
Fuente: Wikipedia La enciclopedia libre.
Mi amada esposa se enteró quien era el mejor oftalmólogo del INO, pero para lograr que me pueda atender debe el médico que me estaba tratando firmar una transferencia para el médico que buscamos. Con audacia lo logramos, le dije que antes de operarme quería escuchar una segunda opinión. Firmó la transferencia.
El mejor oftalmólogo me revisó el ojo operado y me preguntó quién me había operado. Le dije que fue el doctor Luis Guzmán Ahumada:
- Es un buen médico, hizo un buen trabajo, señor. Su ojo está perfecto, no necesita absolutamente nada. Lo felicito, señor.
- ¿No tienen que hacerme una vitrectomía?
- No, de ninguna manera. ¿Sabe cuándo se hace vitrectomía? Cuando sale mal la operación de desprendimiento de retina. Pero su ojo está perfecto, no necesita nada. Vaya con Dios, buen hombre.
La cualidad de mi esposa para conversar con todo el mundo me brindó esta felicidad y me vitó daños físicos y económicos.
Cuando estuve con la traumatóloga del Hospital Rebagliati por una caída en la Cervecería Backus, justo en ese momento vino a visitarla su colega para llevarla a almorzar, se puso a mirar mis radiografías y a hacerme preguntas:
- Detecto una fractura en la vértebra L2, muy antigua, de su juventud.
- De joven fui paracaidista en el Ejército.
- De esa época es. Mándale a Apoyo Psicológico – le dijo a su colega.
- ¿Acaso estoy loco, doctor?
- No es para los locos, señor, pero le va a hacer mucho bien.
Maria Judith me dijo, esta doctora es la “Burra” (Ver mi libro Cuentos de mi Blog, volumen 1, “Esa doctora es una burra”) que me mandó a Oncología y ese señor dicen que es el mejor traumatólogo de todo el hospital, reconocido por todos. Hagámosle caso a él.
Efectivamente el tratamiento de Apoyo Psicológico resolvió para siempre mi problema de columna (Ver el mismo libro “Apoyo Psicológico”).
Mi amada esposa siempre se entera de muchas cosas que resultan buenas para nosotros y nuestra familia por su bendita costumbre de conversar con todos.
Pero, al comenzar este artículo dije: con la sola excepción de mi amada esposa, pues la mayoría de mujeres que han estudiado en colegios únicamente de mujeres, no “hablan” con hombres. Me ha pasado muchas veces, aun cuando intento ayudarlas, me voltean la cara y hacen como que no me han escuchado. Menos, pues, si necesito su ayuda.
En cambio las señoras jóvenes, han estudiado en colegios mixtos, conversan conmigo con toda tranquilidad. Si les pido ayuda me socorren sin ningún problema.
Quería preparar dos litros de infusión de manzanilla para el refresco del almuerzo y fui al Mercado Bolívar. Dos viejas me voltearon la cara, pero una señora joven me explicó con sencillez:
- Pide un sol de manzanilla – compré 1 sol de manzanilla.
- Es mucho – me dijo. Me quitó de la mano y lo partió en dos porciones – esto lo echas a la olla cuando está hirviendo, luego apagas la candela, lo tapas y esperas 5 minutos y lo cuelas.
- ¿Con todas las ramas?
- No, solamente las flores.
En otro momento quería preparar infusión de menta y en el mercado pregunté a una señora joven; también obtuve el mismo tipo de respuesta y ayuda, conversación libre sin temores ni prejuicios y siempre con una sonrisa, que las mujeres saben que los hombres no somos duchos en la cocina por falta de experiencia. Y a ellas les gusta ayudar porque tienen esposo y saben que igualmente son “burros”. También me enseñaron a preparar infusión de hierbaluisa.
Hoy en día, todos los días preparo infusión para acompañar el almuerzo, alternando cada día, una vez manzanilla, a la otra menta y al tercer día hierbaluisa.
En general, todas las mujeres jóvenes conversan con los hombres con total libertad y esto solamente demuestra la bondad de la educación mixta en el Perú.