63 PELOTA DE TRAPO

            El 03 de abril mi buen amigo Víctor Canaval, hermano de mi yerno Jorge, compartió un post acerca de las reglas del Fútbol en nuestra niñez, acompañado de una foto antigua.

            Es muy interesante pero no del todo cierto, por lo cual respondí con una frase irónica: “¿Pelota de cuero? Ustedes son muy jóvenes. En mi época era con pelota de trapo y los arcos eran dos ladrillos”.

            Esto tampoco era del todo cierto. La pelota de trapo era para jugar en el barrio, pero para los partidos de “desafío” de la calle Ricardo Palma con la calle San Martín y los Campeonatos Relámpago en la cancha del Club Sport Dos de Mayo, en Iquitos, era con pelota de cuero. Aclarando que la pelota de cuero era de los otros.

            En esa época pasaron la película argentina “Pelota de trapo” con Armando Bo y Carmen Valdez. El nombre de su club era “Sacachispas Fobal Club” por lo que nuestro equipo se llamaba Sacachispas. Cuando ganábamos regresábamos cantando la canción de la película:

Les metimos un pepino

se pusieron, se pusieron a llorar.

            Contra la calle San Martín unas veces ganábamos y otras no, pero en los Campeonatos Relámpago nunca salimos victoriosos.

            La mayoría de los calichines eran de gran poder adquisitivo y se presentaban con zapatos de fútbol muy elegantes, llevaban protectores de canillas de cuero acolchado, uniforne completo, tobilleras, rodilleras, los arqueros usaban guantes de cuero y todos jugaban bien.

            El equipo más sonado era el Club Deportivo Hungaritos, cuyos integrantes eran alumnos del colegio particular San Agustín.

            Como la participación en el campeonato relámpago costaba, cada uno ponía su cuota. En una oportunidad fui testigo de un hecho insólito: El arquero era el más empollón de su equipo y ya le habían metido 15 goles, fue un día lluvioso y la cancha estaba mojada, el delegado lo quería cambiar por otro arquero pero este no quería salir.

  • Yo también he pagado mis cinco soles y no voy a salir.

            Como dije era el más grande y más fuerte, y no le pudieron sacar. Le metieron 21 goles.

            En nuestro colegio teníamos clases los sábados, pero de 10 a 12 teníamos Actividades Extraprogramáticas por lo  cual nos dejaban salir. Todos corríamos a la cancha del Club Dos de Mayo que no tenía paredes y el encargado, el señor Facha, quien tenía su casa a un costado de la cancha nos dejaba jugar libremente.

            Los dos jugadores más connotados eran los encargados de elegir a los miembros de su respectivo equipo. Siempre me elegían entre los últimos pero era el único back izquierdo disponible. Todos los demás eran diestros al igual que yo pero yo me obligaba a patear con la zurda por lo que tenía asegurada mi participación.

            En una oportunidad los jugadores estrellas se pusieron a “llamar” a quienes pertenecerían a sus respectivos equipos por turno, pero no llamaron al dueño de la pelota. Una vez que todos tomamos nuestra posición, el dueño tomó su pelota y se fue. Ese sábado no hubo partido. Pero fue una buena lección: no olvidarse jamás del dueño de la pelota.

Póster de la película

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