Nuestra vecina de la calle Pablo Rosell en Iquitos, René Pezo, era sumamente conversadora y hacía amigos por todas partes.
Apenas terminó el 5º Año de Primaria hizo saber a su madre que ya no quería seguir estudiando. Que ella va a cocinar para que su madre, Doña Ada, vaya a su trabajo en el hospital y sus hermanas Fidelia (la mayor), Amelia y Ada, menores, fueran al Colegio Secundario.
Se sentía feliz siendo la cocinera, en realidad tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo que quisiera y cuando quisiera, escuchar radio mientras barría, vecinear y comer lo que se le antojaba pues manejaba el presupuesto.
Nuestras casas estaban juntas y en toda su extensión estaban divididas por una pared que no llegaba hasta arriba. Como en su casa todas hablaban en voz alta, aunque uno no quisiera, se enteraba de todo lo que decían pues nada se recataban.
Sobre todo, hablaban puras lisuras.
Pero cuando “Leocho” (Leonardo) conoció a Ada se pusieron de acuerdo para no hablar, desde ese momento, ninguna lisura, pues asumían que Leocho era un joven educado y culto. Leonardo era mi alumno en la Escuela Regional de Bellas Artes y también era profesor de Ballet en la Escuela Regional de Música; y era de los más desbocados que se podía encontrar. Todos los chistes que contaba eran “colorados”.
En casa de René no lo sabían y habían hecho el propósito de darle una buena imagen familiar de educación y buenas maneras.
En casa de René nadie debía decir una lisura pues le caían todas en mancha. Y un día Ada dijo en la sala “carajo”, René, desde la cocina llegó hecha una furia vociferando a voz en cuello: “¿No te he dicho que no hables malas palabras, so gran puta mierda carajo?”.
A todas luces la filípica estaba más, mucho más, cargada que el simple adjetivo que motivó la furia descontrolada de René, pero jamás se le pudo pedir mesura a mi vecina.
La tentativa de “Romeo” duró poco y la vida volvió a la normalidad. Era una familia de muchas fiestas, paseos a la chacra, y mucha borrachera.
Fidelia ingresó a la novísima Escuela Normal de Mujeres y sus amigos a la moderna Escuela Normal de Varones. Lo curioso es que con el mismo presupuesto la de mujeres era un verdadero edificio de material noble y varios pisos y el de varones parecía un campamento de verano hecho con materiales descartables.
Amelia fue Reina en algún evento de militares y se casó con un oficial del Ejército, Ada ingresó a la Universidad. René se casó con su novio de la juventud y tuvo un hijito.
El matrimonio no duró mucho porque el marido era maestro de la chacra y a ella le gustaba pasear en la chacra, no vivir en la chacra. Regresó para dar a luz y nunca más quiso volver a la chacra.
René era mi vecina y era muy conversadora.