La vida algunas veces nos juega malas pasadas o nos pone trampas que nos afectan y alteran nuestro tranquilo devenir.
Un compañero del colegio en Iquitos, me contó que un vecino de su barrio debía viajar en avión Faucett a la ciudad de Lima. Aunque llegó al aeropuerto, en la Carretera Circular, le dijeron que ya habían cerrado la puerta del avión y que ya no se abre por ningún motivo. El alumno Carranza pone énfasis al contar esta historia. El avión se estrelló y el vecino andaba por la ciudad borracho y llorando de alegría. A todo el que encontraba le decía:
- Hermanito estoy vivo.
El 2 de mayo de 1977 el grupo musical Juaneco y su combo debía regresar a Pucallpa, su ciudad de origen, desde la ciudad de San Ramón, Chanchamayo, donde habían amenizado una fiesta por el Día del Trabajo.
Dijeron que Juaneco regresó por tierra con los instrumentos musicales que cuestan una fortuna, mientras que cinco integrantes viajaron en una avioneta que se estrelló y murieron todos sus ocupantes. Habían preferido la comodidad.
La fatalidad intervino llevándose también a Noé Fachín, arreglista y primera guitarra, es decir el “cerebro” de la banda.
El vecino Humud que en su día libre salió a jugar en un patio cercano con su hijita y al hacer el “avión con la niña de 9 años, un auto pasó a toda velocidad y le arrebató a su pequeña. Muerte instantánea. Esta historia la he narrado en mi libro Cuentos de mi Blog Volumen II. Ocurrió en Balconcillo, un barrio tranquilo donde nunca pasa nada y ocasionalmente pasan carros solamente a baja velocidad porque es una calle de vecindad. Pero la fatalidad se cernió en esta familia y nos afectó a todos. Mi hija Luisa quien entonces tenía 5 años de edad aun lo recuerda.
Varios escritores cuentan este relato:
Cuentan los que saben (pero Alá es más sabio) que cierto día, en Bagdad, un criado acudió al Califa de los creyentes. «Señor, acabo de encontrarme con la Muerte en la plaza del mercado y me ha hecho un gesto amenazador. Creo que viene a buscarme. Permíteme huir a Samarra, donde tengo familia, para esconderme y que no me encuentre.
El Califa concedió el permiso y su criado partió de inmediato hacia Samarra. Poco más tarde, paseando por su jardín, el Califa se encontró con la Muerte y le preguntó: «¿Por qué has amenazado a mi criado?».
La Muerte repuso: «Mi gesto no fue de amenaza, sino de sorpresa. Me extrañó encontrar por la mañana a tu criado en Bagdad porque tengo cita con él esta noche en Samarra».
Una historia similar nos cuenta el escritor estadounidense John O’Hara, el inglés Waldo Somerset Maugham y el francés Jean Cocteau. Pero también aparece en el Libro de las Mil y una noches contado por Sheherezada.
En todos los casos se hace referencia a la inevitabilidad de la muerte, haga lo que se haga. Por eso en mi tierra, Iquitos, dicen sabiamente: “Cuando te toca, te toca”. Es decir que cuando te llega la hora no hay manera de evitarlo y vale más estar en paz y con la conciencia limpia para no tener que arrepentirse después, cuando ya nada puedes hacer porque estás muerto.