Mi hija menor tenía 6 años cuando le regalaron un perrito bebé, Hush Puppies. Aunque todas las hermanas jugaban con él, Charito era su dueña. Luisa que pone nombre a todo le llamó Sting, como el genial músico británico de la banda The Police.
Charito jugaba a las escondidas con Sting, un juego donde uno se esconde y el otro lo busca hasta encontrarlo y tiene que tocarlo sino no vale. Primero ella se escondía y Sting la buscaba y encontraba muy pronto porque aspiraba y resoplaba por la nariz utilizando su olfato.
Luego le tocaba el turno de esconderse a Sting y ella lo buscaba por toda la casa hasta encontrarlo. Sting por su pequeño tamaño se podía meter en cualquier rincón.
Una vez le comenté que me sorprendía sobremanera que el perrito pudiera “entender” las reglas del juego y participar como si fuera una persona. Ella me dijo: “Es un tramposo”. “Se mete debajo de tu cama y se coloca justo en el centro donde no puedo llegar y así no puedo tocarle”.
Nuestra cama matrimonial era un Box Spring Chaide y Chaide. Esto es, un tipo de cama matrimonial popular en los años 70, consta de un colchón de dos plazas superortopédico puesto sobre una tarima. La tarima tenía baja altura y por ello Charito no se podía meter allí y de ello se aprovechaba el mañoso Sting.